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La sequía obstaculiza la expansión de los arroceros españoles pese a la subida de precios global

Sevilla y Extremadura reducen la superficie para las cosechas mientras la producción valenciana resiste

Arroz
Terrenos no cultivados de arroz en la campaña 2022, en la localidad sevillana de Isla Mayor.PACO PUENTES

La última vez que se cultivó el 100% de las 36.500 hectáreas de los arrozales de Isla Mayor (Sevilla), donde se concentra la mayor producción de arroz de España (el 40% del total), fue en 2020. Tras una primavera lluviosa, la Albufera de Valencia tuvo que retrasar la siembra en 2022 y, aun así, la producción valenciana bajó cerca de un 15% respecto al año anterior.

Las restricciones a la comercialización de arroz de India, el mayor exportador mundial, han supuesto un desorbitado aumento del precio del cereal de hasta un 30%. Sin embargo, los arroceros españoles apenas se están viendo beneficiados pese a la posibilidad de incrementar sus ventas. La causa es que la sequía están mermando las cosechas y el mercado de los productores españoles es principalmente doméstico, aunque el resto de países de Europa y Estados Unidos también consumen arroz español. De hecho, entre los productores españoles la preocupación es que, ante la ausencia de producto, se registre una pérdida de mercado europeo, difícil de recuperar, y aumenten las importaciones.

En Europa, Italia está a la cabeza de la producción, con un 50% de la producción total, seguido de España con un 28%, según datos del ministerio de Agricultura. Pero el cultivo español no llega al 1% de la producción mundial que encabezan China, India o Bangladesh.

España, de momento, produce más que consume. Sin embargo, la falta de agua está menguando las cosechas de forma grave. El gerente de la Federación Arrocera de Sevilla, Eduardo Vera, explica que lo que se ha sembrado no llega a las 1.000 hectáreas, un 2%”. La temporada acaba de terminar y aún no se ha cuantificado lo que se haya podido vender, pero, como atestigua la superficie, es testimonial por lo que la subida del precio de este cereal ―que el año pasado sí contribuyó a compensar, aunque no en demasía, la bajada del cultivo― no es en absoluto relevante. “Los gastos fijos se mantienen”, señala Vera. La casi nula cosecha de esta campaña, que acaba de terminar, ha supuesto la pérdida de 5.000 puestos de trabajo y 729 millones de euros en ventas, de acuerdo con el estudio socioeconómico elaborado por la Universidad de Sevilla a instancias de la Federación de Arroceros de Sevilla.

En Extremadura, la segunda zona productora en España, la sequía ha provocado que la siembra apenas se produzca en la mitad de superficie que hace diez años, según datos de La Unión.

En Valencia, la falta de agua no ha supuesto una merma de esas dimensiones. El cultivo en la Comunidad se concentra en un total de 15.375 hectáreas, en las que la producción en los últimos tres años ha pasado de 121.000 toneladas de 2020 a las 97.000 de 2022. El 42% de la superficie sembrada pertenece a cooperativistas que no han detectado una demanda interna o externa adicional ante la ausencia o menor cantidad de arroz de los grandes productores, según fuentes de Cooperatives Agro-alimentàries de la Comunidad Valenciana.

La crisis climática que rodea la marisma del Guadalquivir parece haberse hecho permanente -las precipitaciones son cada vez más escasas y cuando llueve no lo hace en las cantidades esperadas- y algunos agricultores han empezado a sustituir el cultivo del arroz por el de cereal de otoño. “Pero esto solo puede hacerse en zonas arenosas, que son las menos”, puntualiza Vera. “Muchos lo hacen más por desesperación, para no quedarse parados, que por rentabilidad”, abunda. Cambiar de tipo de cultivo implicaría cambiar las infraestructuras, porque las tierras están niveladas para retener el agua para el arroz. “Pero eso requiere inversión y ahora mismo el agricultor no tiene dinero para invertir”, indica Vera.

Quienes tampoco han encontrado grandes problemas por la falta de agua son los productores de la Denominación de Origen Valencia. “Hemos tenido agua suficiente”, alega el gerente de la DO Arroz de Valencia, Santos Ruiz, quien admite una mengua en las cosechas. Atribuye este hecho al aumento de precios en el mercado nacional. “No nos estamos haciendo ricos, sino que tenemos menos producto para vender y los costes no bajan”, añade. Aunque el arroz redondo es la variedad más extendida en España, en la DO Arroz de Valencia el emblema es el arroz bomba que sí está sufriendo pero no por la falta de agua sino por la prohibición de determinados fungicidas en una variedad sin procesos de mejora genética y una baja resistencia a la enfermedad. Ruiz apunta que, pese a la subida de precios registrada en esta variedad por una escasa cosecha, “no se deja de vender porque es un producto de calidad”. Además, los consumidores, tal como apunta, están descubriendo otro tipo, el arroz Albufera, que pese a que no tienen tanta resistencia a la sobrecocción se ha situado como alternativa.

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