_
_
_
_

Anna Bjerde (Banco Mundial): “Las crisis ya no son aisladas, forman parte de la normalidad”

La directora gerente de Operaciones de la institución advierte de que el 60% de los países están sobreendeudados

La directora gerente para Operaciones del Banco Mundial, Anna Bjerde, durante las reuniones anuales de la institución en Marraquech.
La directora gerente para Operaciones del Banco Mundial, Anna Bjerde, durante las reuniones anuales de la institución en Marraquech.SUSANA VERA (REUTERS)
Lluís Pellicer

Las instituciones nacidas con los acuerdos de Bretton Woods, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, buscan más fondos para ampliar su foco ante los nuevos desafíos que impone este siglo. Los golpes a la economía de origen geopolítico ya no son algo excepcional para un mundo que encadena varias crisis climáticas y sanitarias. El Banco Mundial ya ha dado el primer paso al asumir la misión de la lucha contra el cambio climático. Anna Bjerde, directora gerente de la institución responsable de Operaciones, considera en una entrevista durante las reuniones de ambos organismos, celebradas en Marraquech, que las misiones que ya tenía hasta ahora —la reducción de la pobreza y la prosperidad global— no pueden desligarse de esa nueva meta.

Pregunta. ¿El Banco Mundial tiene desde ahora un nuevo objetivo?

Respuesta. Estamos muy emocionados. Los gobernadores del Banco Mundial han respaldado nuestra nueva visión y misión de la pobreza en un planeta habitable. Siempre nos hemos propuesto poner fin a la pobreza, pero la parte del planeta habitable es nueva. Creemos que no se puede rebajar la pobreza ni impulsar la prosperidad sin tener en cuenta el cambio climático. Pero vamos más allá. Vimos que la pandemia afectó al mundo con tanta fuerza porque nadie estaba listo para afrontarla, por lo que queremos centrarnos en la preparación sanitaria. Y también queremos abordar la fragilidad, puesto que hemos visto que tanto la debilidad climática como la sanitaria es transfronteriza y acaba afectando a todos.

P. ¿Podemos decir entonces que el Banco Mundial y el FMI están intentando rearmarse para afrontar un mundo que va a ser propenso a los shocks?

R. Por supuesto. Y creo que otro de los grandes resultados del debate de las reuniones anuales del FMI y el Banco Mundial ha sido que debemos prepararnos para los shocks, que van a ser la nueva normalidad. Así que hemos debatido cómo armar a los países con herramientas de preparación y acuerdos institucionales y financieros para responder rápidamente a esos golpes. Estamos pensando mucho en el conjunto de herramientas de respuesta a las crisis.

P. Dicen que el enemigo público número 1 es la inflación, pero esa batalla está poniendo contra las cuerdas a muchos países por el aumento del coste de la deuda. ¿Están preparados para que haya más países que puedan quebrar?

R. Estamos preocupados por el nivel de deuda, sobre todo en los países de bajos ingresos. Estimamos que alrededor del 60% de esos países se hallan en situación o riesgo de sobreendeudamiento. Y estamos apoyando el Marco Común para el proceso global de reestructuración de la deuda, pero creemos que avanza lentamente. Nos gustaría mucho que progresara más rápido. Intentamos ayudar a los países a analizar cuál es su perfil de deuda y a garantizar que, cuando se endeudan, lo hacen para llevar a cabo buenos proyectos y obtener buenos resultados. Y cuando esos países tienen ya problemas, pasamos a la financiación mediante ayudas.

P. Algunas ONG, como Debt Service Watch, están advirtiendo de que los países con ingresos bajos afrontan una crisis de la deuda que puede ser incluso peor a las anteriores. ¿Cómo van a afrontar las inversiones necesarias para el reto climático?

R. Ese es muy buen punto. Hemos vivido tres años encadenando crisis. Muchos países del mundo en desarrollo se endeudaron para poder responder a la covid y después el aumento del coste de vida, los precios de la energía y la inseguridad alimentaria. Todo eso ha ejercido presión sobre su capacidad financiera. Al mismo tiempo, ahora tenemos unas condiciones de financiación muy estrictas en todo el mundo. Así que además de tener que destinar una parte muy importante de sus presupuestos al pago de la deuda, los países tienen que prepararse para desastres naturales e impactos climáticos. Tenemos que trabajar con los países para lo que ya no son crisis y shocks aislados, sino que forman parte de la nueva normalidad. La transición verde va a requerir cantidades masivas de inversión, por lo que vamos a necesitar una arquitectura financiera que permita transferir recursos hacia donde debe llevarse a cabo la lucha climática. Para dar algunas cifras: África afronta algunos de los impactos climáticos más graves, pero solo el 3% de la financiación global climática va a al continente.

P. Hay una estimación realizada para el G-20 que habla de cuatro billones de dólares anuales hasta 2030. ¿De dónde saldrá ese dinero?

R. Es una cantidad enorme. Por eso era necesario dotar a las instituciones multilaterales de desarrollo de la capacidad financiera para hacer más. Pero también significa que debemos centrarnos mucho más en movilizar al sector privado hasta unos niveles muy superiores a los actuales y trabajar con los países para movilizar recursos internos. Y también necesitamos que los gobiernos movilicen recursos internos, lo que significa una reforma en los sistemas y la administración tributarios.

P. ¿Qué esperan de EE UU y Europa en esta batalla?

R. Esperamos una coalición global en torno al cambio climático. Y creo que debemos reconocer que los países que no causaron el cambio climático, pero que son los más afectados, deben recibir apoyo. Segundo, necesitamos transferir recursos en las condiciones más favorable posible. En algunos casos, esto debe ser una subvención total. O bien debe articularse con instrumentos como el que recientemente hemos aprobado para Uruguay, que contempla una reducción del pago de intereses si se cumplen objetivos climáticos.

P. ¿Y crear una alianza global es posible cuando se está advirtiendo de una gran fragmentación mundial?

R. Creo que existe una comprensión global de los problemas y la amenaza existencial del cambio climático. Creo que la fragmentación y las tensiones en el mundo desafortunadamente nos afectan y los países deben aproximarse, aunque parezca complicado.

P. China está ganando terreno en la concesión de préstamos y ayudas comerciales a países de África, América Latina y Asia. ¿Lo perciben como una amenaza?

R. No lo veo necesariamente como una amenaza. Los países necesitan inversiones, pero es importante que cuando asuman deuda para inversiones y desarrollo trabajemos juntos para asegurarnos de que se realizan evaluaciones de sostenibilidad con regularidad y se comparten datos e información. En realidad, apreciamos la participación de todos porque la movilización de recursos es importante, pero debe ser transparente.

P. ¿Pero la presencia de China entre los acreedores no dificulta los procesos de deuda?

R. Creemos que el enfoque del Marco Común es el correcto, porque reúne a todos a la mesa. El problema es que el progreso es muy lento.

P. En las reuniones se ha notado un clima de preocupación por un panorama económico que a medio plazo se presenta débil, plagado de obstáculos y de grandes retos. ¿Cuál es su perspectiva?

R. Tenemos desafíos por delante. El crecimiento mundial a medio plazo no es muy destacable, Y sin crecimiento no podemos lograr una reducción de la pobreza. Por eso hay que reactivarlo. Necesitamos centrarnos en algunas áreas de naturaleza estructural que sabemos que funcionan. Primero, nunca es un error invertir en desarrollo humano, por lo que es una gran oportunidad crear redes de educación, salud y seguridad social para quienes las necesitan, respaldadas por un enfoque en las mujeres, los jóvenes y el uso de lo digital. Segundo, hemos de convertir los desafíos energéticos en una oportunidad para acelerar la transición verde. Los países saben que el rumbo a la descarbonización es inevitable, por lo que ya estamos viendo cómo están acelerando en renovables. Y es una oportunidad para los servicios y la industria local. Y tercero: las mujeres y los jóvenes. Las mujeres son el 50% de la población mundial, pero su participación en la fuerza laboral es baja. Muchos países tienen ahora mercados laborales muy ajustados, ¿verdad? Imaginemos que pudiésemos incorporar a todas esas mujeres a esa fuerza laboral… Sería una contribución masiva al crecimiento que necesitamos ver. Y los jóvenes porque son los agentes de cambio del mundo, por lo que me gustaría ver mucho más debate sobre la formación profesional como parte de la solución.

Sigue toda la información de Economía y Negocios en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_