La AIE avisa de la volatilidad del gas este invierno pese al llenazo de los depósitos
El combustible acumula una subida del 30% en Europa en dos días por el temor a una escalada en Oriente Próximo y el posible sabotaje del gasoducto que conecta Finlandia y Estonia
El aviso no podría llegar en mejor momento, justo cuando el gas natural acumula una subida de más del 30% en las tres últimas jornadas y el mercado tiembla ante una potencial escalada en Oriente Próximo. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha deslizado este martes que los depósitos europeos de gas a rebosar “no son una garantía frente a la volatilidad” en los próximos meses. “Un invierno frío, una menor disponibilidad de gas natural licuado [GNL, el que viaja por barco y no por tubo] y una caída mayor en los envíos rusos podrían renovar las tensiones de precios”, apuntan los técnicos del organismo en sus previsiones de medio plazo.
En los nueve primeros meses del año, la demanda total de gas en Europa cayó un 9% respecto al mismo periodo del año anterior, según las cifras del brazo energético de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE, el club de los países ricos). El grueso de ese descenso, alrededor del 60%, se concentró en el primer trimestre, cuando el desplome rondó el 12%, guiado sobre todo por el aterrizaje brusco del consumo residencial y comercial. También por la menor necesidad de este combustible para generar electricidad, donde el auge de las renovables ha desplazado a las centrales de ciclo combinado. Para 2024, el organismo prevé que la demanda de los Veintisiete crezca un 2%, aún ampliamente por debajo de los niveles anteriores a la invasión rusa de Ucrania.
A medio plazo, el ente con sede en París prevé un “declive estructural” en el consumo europeo de gas por la irrupción de la eólica y la fotovoltaica, el despliegue de las bombas de calor (sistemas de climatización muy eficientes y que consumen electricidad en vez de gas) y las mejoras de eficiencia. Tras permanecer prácticamente plana entre 2017 y 2021, “la crisis de 2022 ha transformado el mercado europeo”. Entre ese año y 2026, la demanda continental caerá un 8%, según sus cálculos, quedando alrededor de un 20% por debajo del nivel preguerra. En esta previsión, la AIE contempla que más de la mitad de la caída de demanda en la industria no se recupere.
EE UU cubre parte del vacío ruso
La invasión rusa de Ucrania ha golpeado con severidad a su potente industria exportadora de gas. La producción de gas del gigante euroasiático se despeñó un 12% el año pasado, “la mayor caída de la historia”, según enfatiza la AIE. Y la sangría continuó en los ocho primeros meses de 2023 —hasta donde abarca la estadística—, en los que cayó un 10% “en pleno deterioro de sus exportaciones por tubo a Europa”. De cumplirse su previsión, las extracciones rusas de gas cerrarán este ejercicio en mínimos desde 2009.
Ante el brutal descenso en las llegadas a Europa por ducto desde Moscú —del 60% interanual entre enero y septiembre de este año—, Estados Unidos ha dado un paso al frente con un doble objetivo: hacer negocio a la vez que echa una valiosa mano a sus socios atlánticos. La extracción estadounidense de gas natural creció un notable 5% en los nueve primeros meses de este año, gracias sobre todo al “aumento significativo” de la producción en los yacimientos no convencionales (de esquisto o fracking). Para todo 2023, la AIE prevé que el gigante norteamericano registre un aumento del 2% debido a una ralentización en el tramo final del año, con el Viejo Continente como destino prioritario de sus metaneros.
A un paso de los 50 euros
El gas encaraba —y aún encara— un invierno mucho más tranquilo en Europa que 12 meses atrás, cuando los motivos de zozobra se multiplicaban y ni el más osado era capaz de prever cómo acabaría la película. La batalla, sin embargo, no está ganada. No todavía: al temor a una escalada del conflicto entre Israel y Hamás que pudiese implicar a grandes potencias energéticas regionales, como Irán, se ha sumado la investigación abierta por un posible sabotaje del gasoducto que conecta Finlandia con Estonia y los tambores de huelga en varias instalaciones dedicadas a la exportación en Australia, el tercer mayor exportador de GNL del planeta.
A diferencia del mercado petrolero, que afloja el paso, la referencia europea del gas (el TTF neerlandés) se anota una subida de más del 12% este martes y de casi el 30% en solo dos jornadas. Aunque todavía lejos de los máximos del año —en junio se llegaron a superar los 80 euros por megavatio hora (MWh)— y a años luz de los más de 300 que se alcanzaron en el verano de 2022, este estirón ha dejado el precio del gas a un paso de los 50 euros, su nivel más alto en seis meses.
“El mercado parece excesivamente nervioso, con el shock del año pasado todavía fresco en la memoria”, aquilata Norbert Rücker, jefe de análisis económico del banco suizo de inversión Julius Baer. “Europa está bien preparada para el invierno, con los almacenamientos a rebosar y la competencia [internacional] por el GNL atenuada”, contrapone en un análisis publicado este mismo martes, horas antes de que el Gobierno finlandés abriese las pesquisas por lo sucedido. “Europa puede confiar en los mercados globales para compensar plenamente el déficit de Rusia, como el año pasado. Y esta vez, sin pagar precios excesivos”.
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