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Chris Hohn, el inversor activista y filántropo detrás de la operación de Ferrovial

El propietario del fondo TCI, primer accionista extranjero de la constructora, es uno de los grandes defensores del traslado de la sede a Países Bajos

Cristina Galindo
Christopher Hohn.
Christopher Hohn.Peter Macdiarmid (Getty Images)

Christopher Hohn es conocido en Wall Street y la City por ser uno de los inversores activistas más agresivos de los mercados. Una fama que nunca ha querido maquillar, como quedó patente en la tarjeta navideña familiar que envió hace más de una década a amigos y socios: “Chris ha tenido un año excepcionalmente excitante derrocando a consejeros delegados alemanes”, se leía en la felicitación. Su forma de manejar las inversiones a través del fondo que constituyó en 2003, The Children Investment Fund (TCI), uno de los accionistas de peso en Ferrovial, no ha cambiado desde entonces. El magnate británico de 56 años, hijo de un migrante de origen jamaicano y de una secretaria inglesa, es uno de los grandes defensores del traslado de la sede de la constructora española a Países Bajos, aprobada este jueves por la junta de accionistas.

En el mundo financiero se considera que el papel de Hohn, uno de los inversores y filántropos más influyentes del mundo, ha sido clave para el cambio de sede. Su respaldo ha sido explícito: tras anunciarse la medida en febrero, invirtió 191 millones de euros para adquirir un 1% adicional en Ferrovial, hasta el 7%. TCI, que es el tercer accionista de la empresa que preside Rafael del Pino (el primero extranjero), anunció de inmediato que votaría a favor en la junta y un portavoz se apresuró a defender la operación: “Es muy bueno para la empresa y para España”. La razón que alega Ferrovial para el traslado es que le permite cotizar en EE UU para tener más visibilidad internacional, lo que la haría más atractiva para los inversores y sería más rentable también para TCI.

El fondo, que tiene acciones en otras dos empresas del Ibex (Cellnex y Aena), gestiona 44.000 millones de euros en activos. En tamaño se queda muy por detrás de gigantes como Blackrock y Fidelity, pero su activismo le ha dado visibilidad. Sir Chris Hohn — en 2014 fue investido Caballero de la Orden de San Miguel y San Jorge del Reino Unido— aspira a influir de forma directa en la gestión de las empresas en las que participa, por ejemplo forzando un mayor compromiso en la lucha contra el cambio climático, y en ocasiones envía cartas con recomendaciones concretas a los consejos de administración (en el caso reciente de Ferrovial, no ha trascendido ninguna).

El de Ferrovial no ha sido su único movimiento en España. En Cellnex entró en 2021 y es el principal accionista desde hace unas semanas con un 9% del capital. Su intento de influir en la empresa quedó patente el pasado 23 de marzo, cuando envió una carta a la cúpula para pedir la cabeza del presidente, Bertrand Kan, y dos consejeros. En la misiva criticaba a la empresa de torres de telecomunicaciones por su “mala gobernanza corporativa”. El principal reproche se centraba en que el actual consejero delegado, Tobías Martínez, anunció su dimisión, que se hará efectiva en junio, sin tener Cellnex un relevo claro. Hohn consiguió echar al presidente y a otro consejero.

En el caso de Aena, su peso ha ido menguando. En los últimos años, TCI ha reducido su participación en la compañía aeroportuaria controlada por el Estado hasta el 6,3%. El financiero estuvo detrás de un enfrentamiento que Aena tuvo con la CNMC a cuenta de las tasas aeroportuarias. En 2020, cuando Hohn era consejero, forzó que Aena se convirtiera en la primera española y una de las primeras del mundo en comprometerse a rendir cuentas anualmente en la junta de accionistas sobre su plan climático.

Ferrovial, Aena y Cellnex... las tres empresas encajan en el perfil que buscan fondos como TCI: negocios con ingresos recurrentes y margen de mejora. TCI también es uno de los grandes accionistas de Alphabet (matriz de Google), a cuyos gestores mandó en noviembre otra carta pidiendo que siguieran los pasos de otras tecnológicas y despidieran a parte de la plantilla. En enero pasado, Google suprimió 12.000 empleos. Mientras, Airbus cedió en marzo a la petición de Hohn, que tiene un 3%, y retiró una oferta para comprar una participación en la francesa Evidian. TCI cuestionó si la operación escondía motivaciones políticas.

La fortuna de Hohn asciende a más de 8.000 millones de dólares, según Forbes, pero asegura que su objetivo no es solo enriquecerse y que dona un tercio de los beneficios de TCI a través de su fundación de ayuda a la infancia, The Children Investment Fund Foundation. “Pensé en hacerme médico y trabajar para ayudar a los demás”, dijo frente al juez que decidió sobre su divorcio en 2015. “Pero un sueño o una aspiración sin recursos es solo eso, un sueño”, dijo. Y resumió sobre su labor filantrópica: “Aprendí pronto que el dinero solo no da la felicidad”. Finalmente, Hohn pagó a su ahora exmujer, Jamie Cooper, unos 500 millones de dólares, una de las compensaciones por divorcio más altas del Reino Unido. En el juicio trascendió que su estilo de vida es “muy simple”. No come carne y practica yoga.

Hohn nació y se crio en Addlestone (Inglaterra), se licenció en Economía en la Universidad de Southampton y estudió un MBA en Harvard. En banca empezó en Apax Partners y Perry Capital, antes de lanzar su propia gestora en 2003 con la intención de no solo invertir en empresas, sino también intentar influir en su día a día. Un antiguo consejero delegado de la Deutsche Börse, Werner Seifert, se indignó tanto tras perder una batalla con Hohn que le costó el puesto que escribió un libro sobre ello, La plaga de las langostas. En él, describía el estilo del jefe de TCI como “veneno”.

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Sobre la firma

Cristina Galindo
Es periodista de la sección de Economía. Ha trabajado anteriormente en Internacional y los suplementos Domingo e Ideas.

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