El presidente de UBS, sobre la compra de Credit Suisse: “Es un paso histórico, pero al que nunca quisimos llegar”
Colm Kelleher asegura ante la junta general de accionistas que la operación brindará “grandes oportunidades” al mayor banco de Suiza
El banco UBS celebra este miércoles su junta general de accionistas, una cita histórica que llega unas semanas después de cerrar la compra de Credit Suisse, que tuvo su junta también este martes. El presidente de UBS, Colm Kelleher, ha asegurado ante los accionistas que la operación brindará grandes oportunidades a la entidad. “Es un paso histórico, pero al que nunca quisimos llegar”, ha dicho de un canje que se realizó en fin de semana, de urgencia y sin la aprobación de la junta. La absorción del segundo banco de Suiza por el primero “marca un nuevo comienzo y grandes oportunidades para la entidad combinada, así como para este país como centro financiero”, ha destacado Kelleher en Basilea (noroeste de Suiza).
La venta exprés de Credit Suisse a UBS, que se cerró el domingo 19 de marzo, fue la única salida que encontraron las autoridades helvéticas para evitar una caída incontrolada de un símbolo del poder financiero suizo. UBS pactó la compra por 3.000 millones de euros, cantidad lejana de los 7.500 millones en los que estaba valorada la entidad solo dos días antes. Tras este descalabro, el consejo federal suizo ha ordenado este miércoles a Credit Suisse la cancelación completa de la retribución variable del consejo de administración, así como que reduzca entre un 25% y un 50% el pago variable pendiente para los tres niveles por debajo del consejo de administración, según explica en un comunicado el organismo. Incluso añade que el banco debe examinar si la parte variable que ya ha sido pagada se puede recuperar.
Credit Suisse llevaba años arrastrando problemas de negocio y reputacionales, que distintas direcciones de la compañía no consiguieron enderezar. “Queríamos poner toda nuestra energía y nuestros esfuerzos en revertir la situación y volver a encarrilar el banco”, dijo este martes Axel Lehmann, presidente de Credit Suisse, ante la junta de accionistas. A lo que añadió, con algo de resignación: “Me duele que no tuviéramos tiempo para hacerlo, y que en esa fatídica semana de marzo nuestros planes se vieran desbaratados. Por eso lo lamento sinceramente”.
Al anunciar la adquisición, las autoridades suizas citaron un artículo de la Constitución que les permite dictar ordenanzas temporales “para contrarrestar amenazas existentes o inminentes de perturbación grave del orden público o de la seguridad interior o exterior”. En este caso, esto incluía anular las leyes de fusión por votación de los accionistas.
Kelleher ha afirmado que la compra “es la primera fusión entre dos bancos globales de importancia sistémica”. Por ello, ha dicho, su integración será un enorme desafío y uno de los principales focos de la estrategia de la entidad. Para realizar este camino, que no será sencillo, UBS ha nombrado a Sergio Ermotti como nuevo consejero delegado desde este miércoles en sustitución de Ralph Hammers.
El presidente de UBS ha subrayado igualmente que la compra de Credit Suisse acelerará la expansión del banco en el sector de gestión de fortunas y grandes patrimonios. Por otro lado, ha reiterado que la entidad reducirá el capital invertido en su banca de inversión hasta que se sitúe por debajo del 25% de los activos de riesgo.
Más reparto de dividendo
El irlandés que pilota UBS ha anunciado que se propondrá a la junta un incremento de dividendos del 10%, hasta los 55 céntimos de francos suizos (cantidad similar en euros) por acción. Además, ha avanzado que UBS suspende el programa de recompra de acciones debido a la adquisición de Credit Suisse. Pese a ello, ha dicho que se reanudará “lo antes posible”.
UBS ganó 7.600 millones de francos suizos en 2022 y el pasado 19 de marzo pactó la compra de Credit Suisse por 3.000 millones de francos suizos (3.020 millones de euros) para salvarlo de una posible quiebra. La operación tuvo su controversia por el orden en que se asumieron las pérdidas. Las autoridades trastocaron el orden de prelación habitual y los accionistas recuperaron parte de su inversión en detrimento de los titulares de los cocos (acrónimo de bono contingente convertible) que lo han perdido todo. Los tenedores de bonos convertibles de Credit Suisse, conocidos como AT1, poseían 17.000 millones de dólares (unos 16.000 millones de euros), que se amortizaron en su totalidad. A los accionistas, sin embargo, fueron a parar los 3.000 millones del canje.
Este movimiento atípico provocó en los días siguientes todavía más turbulencias en los mercados, principalmente en el Viejo Continente, lo que obligó al BCE a emitir un comunicado urgente para tratar de parar este círculo vicioso: aseguró que, en caso de crisis, en Europa asumirán las pérdidas primero los accionistas y acreedores y, solo después, los tenedores de esos bonos. “La EBA [Autoridad Bancaria Europea], el BCE como supervisor y la JUR [Junta Única de Resolución] han sido específicos en cuanto al orden de prioridad que se aplica en Europa”, enfatizaron estas instituciones en una nota conjunta que consiguió calmar a los mercados.
Cuatro escenarios diferentes
La Autoridad de Supervisión del Mercado Financiero de Suiza (Finma) ha explicado este miércoles que contemplaba cuatro posibles escenarios para resolver la crisis de Credit Suisse. Además de la adquisición por otra entidad, se planteó la nacionalización temporal, la resolución y un plan de emergencia para la quiebra de la institución. “Desde el principio, Finma persiguió el objetivo de mantener abiertas tantas opciones como fuera posible”, ha indicado en rueda de prensa Marlene Amstad, presidenta de la junta directiva del organismo.
“El 19 de marzo también estaban listos para su firma un proyecto de decreto de resolución y un decreto concursal con los respectivos planes de actuación”, ha indicado. En cuanto a la actuación definitivamente implementada, facilitando la adquisición de Credit Suisse por su rival UBS, la responsable de Finma ha señalado que Suiza ha sido el primer país en lidiar con la aplicación práctica de la legislación para abordar crisis en bancos demasiado grandes para caer.
Por otra parte, ha defendido la decisión final de las autoridades para evitar el riesgo de “no detener una crisis financiera inminente”. Esto, ha enfatizado, “habría tenido efectos extremadamente dañinos para Suiza y su sistema financiero. Nos hubiésemos arriesgado a tirar la primera ficha del dominó”.
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