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Simón Pedro Barceló: “Los empresarios estamos como todos sujetos a la crítica, pero desde la base del respeto”

El copresidente del grupo turístico aboga por un debate a fondo del crecimiento del turismo y plantea fijar edades de jubilación según el tipo de trabajo

Simón Pedro Barceló, durante la entrevista realizada el miércoles en el hotel Barceló Emperatriz, en Madrid.
Simón Pedro Barceló, durante la entrevista realizada el miércoles en el hotel Barceló Emperatriz, en Madrid.Jaime Villanueva

Simón Pedro Barceló (Palma, 56 años), copresidente de Grupo Barceló, está a punto de cumplir 30 años en la empresa familiar, fundada en la isla de Mallorca en 1931, y ha vivido de cerca más de una crisis económica. La última, la causada por la pandemia, que golpeó con dureza al turismo durante dos años. La compañía volvió en 2022 a los beneficios tras dos turbulentos ejercicios, gracias a la gran recuperación del sector, y confía en un muy buen 2023. “Somos prudentes, pero también optimistas, aunque hay que tener en cuenta que hay mucha incertidumbre”, advierte en una entrevista realizada el miércoles pasado en Madrid, en la que aboga por abrir un debate a fondo sobre el turismo y su peso en la economía española.

El grupo empieza el año con la fortaleza que supone la incorporación del 50% que no tenía de la compañía de viajes Ávoris, que compró a Globalia en noviembre por un euro. Con ello, Barceló destaca que se convierte en el líder turístico español por cifra de negocio, con más de 5.500 millones: Ávoris representa unos 3.600 millones y los hoteles 1.900. En total, la plantilla está formada por 33.000 personas. La división de viajes cuenta con más de 1.500 agencias, varios turoperadores y una compañía aérea, mientras la hotelera es la segunda cadena de España tras Meliá, con más de 270 hoteles y 62.000 habitaciones en 25 países.

Sobre las tensas relaciones entre los empresarios y varios miembros del Gobierno que han marcado los últimos meses —como las declaraciones de la ministra y secretaria general de Podemos, Ione Belarra, que llamó a Juan Roig, presidente de Mercadona, “capitalista sin escrúpulos”—, Barceló considera que son contraproducentes y pide una relación respetuosa entre políticos y empresarios. El empresario, que entre 2008 y 2010 presidió el Instituto de Empresa Familiar, también entra en el debate sobre la reforma de las pensiones y considera oportuno fijar edades de jubilación según el tipo de trabajo.

Pregunta. ¿El sector ha dejado atrás definitivamente la crisis de la pandemia?

Respuesta. Ojalá; 2022 fue un buen año, aunque todavía lejos de 2019 en número de visitantes internacionales. Si las cosas siguen así, 2023 podría ser un muy buen año.

P. Los precios turísticos se han disparado. ¿Barceló ha aumentado márgenes?

R. Hemos tenido incrementos de costes muy fuertes, pero los márgenes en porcentajes sobre ventas se han mantenido como en los últimos años. Por lo tanto, son buenos márgenes gracias, en general, a la subida de precios.

P. ¿Habrá más subidas en 2023?

R. En 2023 los precios no se van a incrementar como en 2022. Como siempre, en este sector los precios los marca ese equilibrio tan sensible de oferta y demanda. Y yo he sido el primer sorprendido de haber sido capaces de incrementar los precios en línea con los incrementos de costes y que los clientes lo acepten. Este año cumplo 30 años en la empresa y esta es la primera crisis de la que salimos con aumentos de precios. Probablemente, porque había una demanda retenida muy fuerte.

P. ¿Está el sector viviendo un espejismo tras la pandemia?

R. Tras la pandemia se ha visto que consideramos viajar esencial para sentirnos bien. Esta es una base muy sólida para que el sector siga creciendo. No creo que sea solo un hecho puntual tras un par de años en los que la movilidad ha estado restringida. Hay una cuestión de fondo: cada vez más gente del mundo puede viajar y eso seguirá impulsando la actividad. España, como potencia turística, tiene aquí una oportunidad excelente.

P. Tras dos años de pérdidas en 2020 y 2021, ¿el año pasado el grupo volvió a los beneficios?

R. Las cuentas no están formuladas aún, pero tuvimos beneficios, sí. No llegaremos a los resultados de 2017, 2018 y 2019, pero estaremos en números cercanos a los 150 millones de euros de beneficio neto. Para 2023 hemos presupuestado unos 200 millones.

P. ¿Cómo va la negociación con Sandra Ortega, segunda accionista de Inditex, para gestionar sus hoteles?

R. Seguimos avanzando. Gestionamos desde hace un año un hotel en Palo Alto, California, propiedad del grupo de Sandra Ortega… y la intención es seguir incorporando nuevos hoteles.

P. ¿Se plantean salir a Bolsa?

R. Nos lo hemos planteado muchas veces. Y siempre hemos decidido que no lo vamos a hacer. Tenemos capacidad para crecer solos. Hemos conseguido situarnos en el segundo lugar en el mercado español por número de habitaciones en operación. También calculamos que somos los segundos en rentabilidad. Y nuestro objetivo es luchar por el liderazgo, siempre priorizando la prudencia en la gestión al crecimiento.

P. ¿Prudencia propia de una empresa familiar?

R. Casi todas las empresas familiares tenemos características comunes: proximidad, compromiso a largo plazo, respeto a tus orígenes. Y, sí, creo que nos diferenciamos por nuestra prudencia financiera.

P. Los relevos generacionales no son fáciles…

R. Mi primo y yo tuvimos la suerte de que tanto mi tío como mi padre renunciaron a su posición estando en plenitud de condiciones, uno de ellos tenía 65 años y el otro 70. Eso nos dio a la tercera generación la oportunidad desde jóvenes de asumir la responsabilidad.

P. ¿Cómo ve a la empresa en unos años, permanecerá el carácter familiar?

R. El futuro del grupo dependerá de la cuarta generación. Ellos decidirán cuando les toque. Ahora somos 11 primos. En la cuarta generación son 19, pero las participaciones accionariales son distintas y eso marcará cómo se forma el núcleo de control. Con independencia de que nuestro objetivo es siempre alcanzar el consenso.

P. El sector turístico lleva meses reclamando un PERTE. ¿No le parece extraño que el Gobierno no lo haya hecho?

R. Bueno, es un ejemplo más de esa distancia entre el sector turístico y las instituciones públicas en cuanto a importancia del sector. España tiene ahora una cuota del 5% en el turismo internacional y sigue teniendo una gran capacidad de crecimiento. Lo razonable sería seguir creciendo. Estamos todos de acuerdo en que, en lugar de seguir creciendo en el tradicional sol y playa en Baleares y Canarias, deberíamos crecer en el sol y playa de otras zonas. También en que las ciudades tienen un atractivo turístico que va mucho más allá de Barcelona y Madrid. Y tampoco duda nadie de la atracción del camino de Santiago, de la España verde, la cultural, la gastronómica. Depende de nosotros aprovecharlo. Con un PERTE se podría haber hablado de estos temas. Podría haber ayudado a una gran cantidad de pymes a digitalizarse y a que ese crecimiento se hiciera de forma sostenible.

P. El modelo de sol y playa está muy desprestigiado.

R. Este debate no se acaba nunca. En Mallorca, por ejemplo, siempre he defendido la limitación del crecimiento del turismo y lo sigo haciendo. Es evidente que el crecimiento turístico debe tener un límite. Intentemos ponernos de acuerdo en cuál es ese límite. Se habla de ello, pero no se va más allá. Se habla de limitar las entradas por los aeropuertos y por vía marítima, porque no queremos sol y playa masivo. Pero no queremos aceptar a los que vienen en avión privado porque contaminan. Queremos desestacionalizar el turismo, pero no queremos campos de golf. No se quiere debatir de verdad cómo se tiene que hacer eso.

P. ¿Crece la turismofobia?

R. Me encuentro más turismofilia, porque recibo muchas más peticiones de reuniones con autoridades de otros países y todas tienen el deseo de crecimiento de la actividad turística. Quien tiene turismo parece que no lo quiere, y quien no lo tiene, lo quiere.

P. La ministra Reyes Maroto dijo en Fitur que el Gobierno ha movilizado 2.800 millones de fondos europeos para el sector.

R. Creo que se está perdiendo una oportunidad global en la aplicación de los fondos europeos en España. Nuestro sector no se está viendo favorecido por la prioridad política. Estamos a tiempo de corregirlo.

P. ¿Qué opina de movimientos como el de las kellys, que reclaman mejoras en sus condiciones laborales?

R. No podemos olvidar que las empresas tienen que ser viables y que, si determinados planteamientos las hacen inviables, pues habrá luego una crisis todavía mayor. Nosotros intentamos estar lo más atentos posible a esas reclamaciones. Seguimos pensando que la vía del futuro del sector turístico es la mejora del servicio y de la calidad y, por lo tanto, no estamos yendo por el camino de reducir prestaciones. En este sentido, se habla mucho de retrasar la edad de jubilación, pero creo que tendría que haber edades distintas de jubilación según el tipo de trabajo. Quizás un oficinista en lugar de jubilarse a los 65, se debería jubilar a los 68. Pero hay otros colectivos que, por su trabajo, deberían jubilarse antes. Los camareros, por ejemplo, que están ocho horas de pie, o las camareras de piso que trabajan con un mayor desgaste físico.

P. Los hoteles están teniendo problemas para encontrar mano de obra.

R. Hay una dificultad creciente, pero la vinculo más a la desafección con el sector, que no se sitúa entre los primeros a la hora de buscar empleo. Ahí tenemos un problema de imagen y de reconocimiento. Debemos mejorarlo.

P. Hemos visto en los últimos meses que desde el Gobierno se ha criticado a los empresarios. ¿Cómo lo perciben desde el mundo empresarial?

R. Bueno, esto es lo nunca visto. No conozco un solo país democrático que no tenga empresarios pequeños, grandes y medianos. Yo soy amigo de Juan Roig [la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, le llamó “capitalista despiadado”] desde hace años, y un gran admirador suyo, y creo que es increíble que se critique a un empresario como él. Dicho esto, seguro que en el colectivo empresarial, como en cualquier otro, hay personas que son criticables. Los empresarios estamos como todos sujetos a la crítica, pero partiendo de la base del respeto y, desde luego, la imprescindible necesidad de que haya empresarios en el país. También creo que los empresarios no estamos para dar muchas lecciones. Tenemos que ser respetuosos. En el pasado no hemos sido siempre ejemplares. En cualquier caso, el Gobierno y los partidos harían bien impulsando la iniciativa empresarial.

P. Los empresarios están acostumbrados a la crítica.

R. Creo que está bien criticar al sector empresarial por sus ideas sobre los impuestos o las políticas laborales. Sinceramente entiendo que en el debate político esté exigir más a quienes más tienen. Pero apuntar con el dedo a alguien como Roig, que genera riqueza y la distribuye entre empleados y proveedores, tiene un efecto bumerán.

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