Se buscan trabajadores extranjeros, razón Europa
Varios países aprueban normas específicas para atraer mano de obra por la escasez que sufren algunos sectores clave. España y Alemania están entre los que más empujan para atraer empleados, mientras Países Bajos o el Reino Unido optan por otras estrategias
Europa busca trabajadores. Ahora y en el futuro. Los datos cuentan esta historia. El paro cayó al mínimo del siglo XXI en octubre, un 6%, dice Eurostat; la tasa de vacantes sin cubrir en la Unión Europea es del 3,1%; en una treintena de profesiones la escasez de mano de obra es profunda; y la Comisión Europea calcula que si ahora un 70% de la población está en edad de trabajar, en 2070 el porcentaje bajará hasta el 54%. La traducción de tanto número es que las empresas necesitan trabajadores.
Ante esta situación, cada vez más países europeos buscan activamente mano de obra en el extranjero, aprobando nuevas normas que agilicen la llegada de trabajadores. También el Ejecutivo europeo ha puesto en marcha iniciativas para paliar el problema. Hace tiempo planteó la revisión de la directiva sobre la tarjeta azul, que trata de captar a migrantes altamente cualificados. “Busca principalmente atraer médicos, ingenieros y ese tipo de perfiles”, dice Javier Moreno, eurodiputado socialista español que fue ponente en la tramitación de la directiva. Es pronto para ver los resultados, explica, porque “todavía hay que trasponer a las leyes nacionales”. Moreno también trabaja en la nueva revisión que se ha planteado sobre la directiva de permiso de trabajo único y de movilidad, que trata de traer a Europa perfiles no tan cualificados. “Los necesitamos”, zanja.
“La UE debe abordar la escasez de mano de obra en sectores y regiones específicos”, asegura la comunicación que presentó la Comisión Europea en abril y que deja claras sus intenciones desde el título: Atraer capacidades y talento a la UE. Ahí despliega propuestas legales y políticas más prácticas y menos complejas que el desarrollo de un reglamento o una directiva, que siempre choca con las diferentes sensibilidades nacionales y los periodos electorales en un tema tan complejo como la migración. Pero hasta que estas iniciativas se vayan desplegando, España y otros países buscan echar el lazo por su cuenta a los trabajadores que sus empresas no encuentran.
Las peores tasas de vacantes sin cubrir son las de Países Bajos, Bélgica y República Checa, que rozan el 5%. Alemania queda muy cerca, con un 4,5%, casi el doble que Francia e Italia (alrededor del 2,5%). España está a la cola, con un 0,8%, lo que no significa que el fenómeno no sea reseñable. Según datos del Instituto Nacional de Estadística hay casi 144.000 vacantes sin cubrir, el doble que en 2013, cuando empiezan los registros.
Fontanería y enfermería
Entre las profesiones más demandadas se encuentra la fontanería, la enfermería, el análisis de sistemas, la de soldador y el transporte de mercancías por carretera, según el principal informe comunitario que analiza el problema de las vacantes elaborado por la Autoridad Laboral Europea, publicado en 2021. En total, los sectores con carencias severas emplean al 14% de la masa laboral europea.
Los actores participantes en este debate (sindicatos, empresarios y gobiernos) difieren sobre el diagnóstico y la solución a largo plazo, pero la que parece imponerse en varios países es atraer trabajadores inmigrantes. Quien ha dado ya pasos más decisivos es Alemania: ha reducido la burocracia, facilitado la homologación de títulos y permitido la llegada de personas sin contrato con visados temporales. “Ofrecemos nuevas formas y, sobre todo, más fáciles”, resumió el ministro de Trabajo, Hubertus Heil. Alemania ya ha asumido el liderazgo europeo en esta materia en otras etapas, como con la integración de cientos de miles de refugiados sirios en su mercado laboral.
Francia prepara una nueva ley migratoria que facilitará la contratación de inmigrantes sin papeles y demandantes de asilo en sectores donde falten trabajadores. “Si los empleadores no han logrado encontrar la mano de obra que necesitan, pueden hacerla venir de manera legal”, indicó la primera ministra, Élisabeth Borne. Entre 2007 y 2021, Francia ha pasado de otorgar 172.000 permisos de residencia anuales a 271.000. Borne también explicó que el aumento se debe en parte a la llegada de asalariados cualificados y científicos de fuera de la UE.
Bélgica, por su parte, ha puesto en marcha un permiso único que combina la autorización de trabajo y de residencia, mientras que el Ejecutivo portugués implementó recientemente un nuevo tipo de visado que concede 180 días de cobertura legal, y otro especialmente dirigido a nómadas digitales (empleados que teletrabajan y van cambiando de país de residencia).
También España ha aplicado cambios normativos para facilitar la integración de mano de obra extranjera. “Se nota que últimamente las empresas están más interesadas en contratar extranjeros. Varias se han acercado para preguntarnos”, explica Vladimir Paspuel, presidente de Rumiñahui, una asociación ecuatoriana en España. Por lo que ha observado en las últimas semanas, Paspuel cree que reformas como la española (aprobada en verano) y las de otros países europeos “ayudan” a agilizar la contratación. “Pero se quedan cortas. Se puede ir más allá para integrar a más trabajadores”.
¿Por qué faltan trabajadores?
Cada país tiene sus propias circunstancias, pero el envejecimiento es, según todos los expertos consultados, la principal causa de la falta de mano de obra en Europa. Actualmente, por cada mayor de 65 años hay solo tres personas en edad de trabajar. Y esto va a peor. “La población potencialmente activa española se reduce cada año como consecuencia de la caída continuada de la tasa de fertilidad”, señala Ramón Mahía, profesor de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Madrid, que elaboró en 2020 un informe para el Defensor del Pueblo sobre la contribución de la inmigración a la economía.
Al envejecimiento general se suman motivos propios de la revolución que experimenta el mercado laboral. “Se buscan perfiles específicos, consecuencia de la transición en el mundo laboral al universo digital y ecológico. Es importante señalar que hay sectores demandantes que no son necesariamente altamente cualificados (como el transporte, la logística, el comercio minorista y el alojamiento)”, añade Wouter Zwysen, investigador del Instituto Sindical Europeo (ETUI, por sus siglas en inglés).
Zwysen suma una característica propia del mundo postcovid: “La recuperación tras la pandemia fue más lenta y menor en los sectores peor pagados y con peores condiciones de trabajo (horarios largos o inflexibles, contratos inseguros, más intensos)”. Los trabajadores de estos sectores, como en la hostelería por ejemplo en el caso de España, debieron buscarse otras opciones. Y las encontraron. De ahí que ahora sus antiguos puestos de trabajo queden libres y sin cubrir. Germán Hurtado, coordinador del área laboral en Accem (ONG que trabaja con migrantes y solicitantes de asilo), percibe, especialmente desde la pandemia, que sus programas de inserción de inmigrantes y solicitantes de asilo en el mercado de trabajo cada vez son más exitosos: “Las empresas nos preguntan por trabajadores porque no encuentran suficientes”.
Mahía cree que otro motivo decisivo en España es el “desajuste” entre la oferta de mano de obra de determinados perfiles, por ejemplo de determinados estudios de Formación Profesional (FP) y estudios STEM (acrónimo en inglés de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) y la alta y creciente demanda de estos empleados. Es un problema que la patronal denuncia desde hace años y que Salvatore Petronella, experto en flujos migratorios de la organización Labor Mobility Partnerships, extiende a otros países: “Solo con empleados locales no hay fuerza laboral suficiente para las necesidades existentes”.
Benito Castillo, filipino y miembro de la asociación barcelonesa de ayuda a migrantes Eamiss, asegura que parte del problema radica también en la falta de homologación ágil en Europa de estudios extranjeros de FP o universitarios. “Es muy difícil en España y en otros países. Tengo paisanos ingenieros que se ven obligados a trabajar como camareros o cuidando niños. No tiene sentido”. Martin Hofmann, investigador del Centro Internacional para el Desarrollo de Políticas Migratorias (ICMPD por sus siglas en inglés), insiste en este problema: “Europa necesita fontaneros, soldadores y otros oficios que sus ciudadanos no estudian en la medida que requiere el mercado. Hay que reconocer ese conocimiento cuando viene del extranjero”. Eso es justo lo que pide la patronal española que asocia a fontaneros y otros profesionales similares. “Hay muchos inmigrantes de Europa del Este o de América que tienen los conocimientos, pero no la habilitación. Nos parece bien que se fomente la llegada de trabajadores, pero al final lo importante es que tengan la formación requerida, ya sean extranjeros o españoles”, explica el secretario general de la Confederación Nacional de Asociaciones de Instaladores y Fluidos (CONAIF), Antonio Pantoja.
La Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) añade una razón más para explicar la escasez de trabajadores en algunos sectores en España: “Hay poca cultura de movilidad geográfica interna por motivos laborales. No se suele contemplar mudarse de manera permanente a otra región por trabajo. Esto ha hecho que incluso en años de gran creación de empleo en algunas zonas de España se mantuviesen niveles de paro altos”. Los sindicatos suelen contraponer este argumento con las diferencias en el precio del alquiler, disparado en zonas que requieren mano de obra.
Otro motivo para explicar las vacantes sin cubrir en España, Portugal o Italia son los bajos salarios en determinados sectores. “En la hostelería o en el campo no hay solo un problema de escasez de oferta, sino de salarios y condiciones laborales. A las empresas cada vez les cuesta más encontrar trabajadores formados y dispuestos a asumir determinadas condiciones laborales porque son en ocasiones francamente inasumibles”, opina Mahía. “Esto se observa también en otros sectores más cualificados (medicina, nuevas tecnologías,…), donde a la escasez de profesionales se suman condiciones laborales que no resultan competitivas con las que pueden lograrse en otros países”.
Coincide Cristina Antoñanzas, vicesecretaria general de UGT: “¿Cómo es posible que haya españoles que se van a vendimiar a Francia pero luego haya tantos extranjeros en la campaña nacional? Porque tenemos un problema de salarios. Alemania, con un desempleo bajísimo, puede que necesite trabajadores extranjeros en muchos sectores. Pero España, con tres millones de desempleados, solo los necesita en áreas muy específicas en las que falta formación. Y tengamos en cuenta que se podría fomentar esa formación en personas desempleadas”.
Coordinación comunitaria
Los factores generales tienen matices propios en cada país, como el Brexit en el Reino Unido. Esta diversidad, sumada a la proliferación de nuevos marcos normativos puede generar una competición entre países europeos, según advierten fuentes del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. “Mientras no exista una política migratoria única europea, como pasa en otros espacios económicos, cada país intentará, evidentemente, cubrir sus necesidades de la mejor manera que pueda obedeciendo a sus propios intereses”, añaden estas mismas fuentes.
Hofmann cree que, debido a las particularidades de cada Estado miembro de la UE, es positivo que cada uno decida sobre su estrategia de captación de trabajadores extranjeros. “Pero es importante que se dé una coordinación real, que los países comuniquen sus necesidades”, añade este experto. Petronella asegura, con todo, que “contratar trabajadores inmigrantes no va a solucionar al completo el problema”. “Sin embargo”, añade, “es una estrategia clave. Muchos países lo saben y están empezando a hacerlo. Los que opten por estos modelos hoy estarán en una posición mejor en 20 años”. Mahía ve la solución un tanto miope: “Si de mí dependiera, concentraría los esfuerzos en la cualificación de la oferta laboral y en garantizar una inserción laboral equilibrada”. “Pero la cuestión esencial de fondo”, termina Mahía, “es el desequilibrio demográfico. Aunque el fenómeno es un tanto irreversible, apenas se toman medidas para paliarlo. Como es una cuestión a largo plazo y la política se orienta a ciclos electorales de corto plazo, se diría que a algunos políticos esta cuestión les trae sin cuidado. La inmigración es necesaria para garantizar el crecimiento económico, pero apenas alivia el verdadero problema demográfico y, desde luego, no corrige por sí misma los desajustes estructurales del mercado laboral”.
Un asunto en clave política
Otros países europeos que también sufren el problema de las vacantes sin cubrir lo abordan de forma diferente. Es el caso de Italia, donde el Gobierno de Giorgia Meloni no parece tener esta cuestión entre sus prioridades. El grupo de centroizquierda +Europa ha criticado que el Ejecutivo centre el debate migratorio en el rechazo a las ONG que rescatan inmigrantes en el mar, en lugar de centrarse en la entrada legal de extranjeros. El anterior Gobierno aprobó a inicios de 2022 la llegada de 70.000 trabajadores extranjeros, pero la cifra, por problemas burocráticos, no se ha alcanzado. De hecho, centenares de trabajadores formados en países de África con fondos italianos y europeos con el fin de incorporarse al mercado de trabajo de Italia se han quedado en tierra por no haberse tramitado sus expedientes a tiempo.
La necesidad de mano de obra extranjera también afecta al Reino Unido, en especial desde el Brexit. Faltan 1,5 millones de trabajadores en sectores clave. Sin embargo, la reciente crisis migratoria del canal de la Mancha ha atado las manos al nuevo primer ministro, Rishi Sunak, que ha puesto por delante en su agenda buscar una solución a este asunto antes de relajar la entrada de mano de obra. En Países Bajos, la estrategia central es, según apunta el Ejecutivo, “estimular la innovación tecnológica, y fomentar el aumento de las horas trabajadas, junto con un impulso al sistema de guarderías”. También aboga por mejorar la productividad de los trabajadores a tiempo parcial y la renovación del sistema de ofertas de empleo. “Ofrecer buenas condiciones laborales sirve para atraer candidatos”, añade el Ejecutivo de Países Bajos. En estos momentos, el Ministerio de Asuntos Sociales y Empleo prefiere llamar a trabajadores extranjeros de fuera de la UE, “solo como último recurso”.
Salvatore Petronella, experto en flujos migratorios de la organización Labor Mobility Partnerships, cree que la política juega un rol fundamental: “Alemania y España lideran los cambios normativos para asegurar el crecimiento económico. Pero este también es un tema político. En Italia, después de las elecciones generales (que ganó la ultraderecha), o en Finlandia, compartiendo frontera con Rusia, está siendo más complicado. La inmigración es un debate muy acalorado”. Sin embargo, Petronella considera que todos los países europeos, empujados por el envejecimiento, acabarán aceptando el enfoque aperturista: “Un buen ejemplo es la República Checa, un país siempre percibido como anti inmigración que últimamente ha dado pasos para fomentar la movilidad laboral”.
Con información de Elena Sevillano (Alemania), Marc Bassets (Francia), Silvia Ayuso (Bélgica), Isabel Ferrer (Países Bajos), Tereixa Constenla (Portugal), Lorena Pacho (Italia) y Rafa de Miguel (Reino Unido).
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