Innovación para la salud del planeta
La modernización tecnológica es vital para crear nuevas formas de generar energía, producir bienes, acondicionar viviendas o mover personas y mercancías. Todo en aras de la lucha contra el cambio climático
En la lucha contra el cambio climático hay dos cifras que sobresalen. La primera, 52.000 millones, que son las toneladas de gases causantes del efecto invernadero en el mundo. La segunda es cero, el dato al que deberíamos de aspirar para salvar a la Tierra de la catástrofe medioambiental. El reto que tiene el mundo por delante es titánico. Dejar de usar el coche o el avión no bastaría para lograr la meta. Para ello se requieren de nuevas herramientas: formas distintas de generar energía, fabricar las cosas, sembrar los campos, calentar o refrescar las casas, mover a las personas y a las mercancías. Una economía nueva de pies a cabeza. Todo ello está siendo posible gracias a la innovación de miles de personas. Porque el cambio ya se ha iniciado y está en uno de sus momentos más dulces: con un ingenio que convierte lo inimaginable en real y una bolsa de recursos —públicos y privados— que dan salida a las ideas que prometen un cambio de modelo.
“El mundo está cambiando”, afirmó Juan Manuel Cendoya, vicepresidente de Santander España y vicepresidente Ejecutivo de la División de Comunicación, Marketing y Estudios. Durante un encuentro organizado por EL PAÍS y Santander, Cendoya explicó que este golpe de timón hacia la sostenibilidad requiere también de un gran respaldo de aquellas instituciones que desde siempre han mantenido una relación cercana a la gente y a las buenas ideas. “Todas las empresas necesitamos que alguien nos apoye”, dijo. Sobre todo porque esta transformación arrastra un reto adicional: mantener la rentabilidad de los negocios. “Esto es muy importante porque España es un país de pymes [pequeñas y medianas empresas], de empresarios agrícolas, de varias industrias”, resaltó en el encuentro titulado La innovación como clave de la sostenibilidad, celebrado en Madrid el jueves pasado.
Iniciativas de apoyo
Ese compromiso con la sociedad, el desarrollo tecnológico y un mundo mejor ha cobrado forma en la iniciativa Santander X Global Challenge | Countdown to Zero, una convocatoria que este año ha reunido y premiado a las start-ups y scale-ups (empresas emergentes en un nivel más avanzado) que han puesto sobre la mesa diversas soluciones contra el cambio climático. “La innovación es una palanca para el desarrollo sostenible y para resolver los problemas que como sociedad tenemos”, aseguró Blanca Sagastume, group executive vice-president Santander Universities, Open Innovation & Blockchain, en el encuentro celebrado en el Work Café Santander, un espacio de coworking (o de cotrabajo). Un ejemplo reciente de cómo la innovación ha sido fundamental para el mundo, agregó Sagastume, fue la creación de la vacuna contra la covid-19. “En un problema tan grande, como ha sido la pandemia, ha sido la tecnología lo que ha ayudado a resolverlo”. Con esta misma filosofía, Santander se ha lanzado a la búsqueda de diversas firmas, a nivel global, para dar respuesta a los desafíos, sobre todo aquellos relacionados con movilidad, logística, transporte y alternativas de compensación de las emisiones de carbono.
No ha dado el salto en solitario. Lo ha hecho contado con el apoyo de la Fórmula 1. “El reto se lanzó en 11 países y pedimos que todas las start-ups que estuvieran resolviendo temas de descarbonización y movilidad sostenible nos presentaran su candidatura. Se presentaron más de 600 start-ups. Tuvimos un jurado y colaboradores expertos que ayudaron a hacer la selección de seis proyectos, de los cuales tres son españoles”, comentó en su turno de intervención. El siguiente paso es ayudarles a conectar con capital, clientes y talento, participando en un programa de aceleración del negocio con una consultora específica en temas de energía y sostenibilidad para verificar que realmente las ideas tengan un impacto real.
Una de estas firmas es Zeleros (la propuesta en España de Hyperloop), que está desarrollando una nueva forma de transporte de alta velocidad y sostenible. “Se trata de un modo de transporte de pasajeros y mercancías mediante cápsulas que se desplazan a través de tubos que van a baja presión, para eliminar fricción, y avanzan a través de magnetismo, levitación y pueden alcanzar hasta 1.000 kilómetros por hora”, aseguró Ingrid de Keijser, jefa de prensa de Zeleros Hyperloop. “El objetivo es hacer como una red de metro, pero conectando ciudades. Para alcanzar los 1.000 kilómetros por hora, las distancias ideales son entre 400 y 1.000 kilómetros”, agregó. Esta empresa valenciana nació tras el éxito cosechado en una competición internacional organizada por Elon Musk en 2015. Desde entonces, año tras año, ha dado grandes zancadas para construir este futurista medio de transporte. “Ahora ya hay bancos de ensayo estáticos, estamos haciendo la primera pista de pruebas en el Puerto de Sagunto [Valencia]”, aseveró la representante de la empresa, que utiliza un sistema de propulsión basado en un motor a reacción eléctrico, como un avión eléctrico que viaja por un tubo sin alas.
La firma se ha hecho a partir de colaboradores institucionales, industriales, financieros. “Sin todo ese ecosistema no se puede avanzar, o no tan rápido”, añadió Keijser. Si todo va conforme a lo planeado, tendrá lista la tecnología y las certificaciones para iniciar operaciones en 2030.
Otro ejemplo de este avance tecnológico en pro del medioambiente es Cedrión, una compañía española que ha desarrollado un sistema para la gestión térmica, refrigeración de la electrónica y de baterías de los coches eléctricos. La innovación es completamente silenciosa y genera un ahorro de peso y volumen en comparación a los sistemas tradicionales. Por ejemplo, frente a los disipadores de calor asistidos por ventilador, sus dispositivos tienen la mitad de peso y de volumen para las mismas necesidades de transferencia de calor. “Al quitarle peso al vehículo le estás aligerando el consumo, que es uno de los grandes retos de los eléctricos”, detalló Enrique Medina, consejero delegado y cofundador de la compañía, que durante su intervención subrayó el papel de las alianzas con instituciones como el Santander. “Nos ayudan mucho a poder contar las tecnologías que son un poco raras o diferentes”.
Es esta unión entre los más pequeños y las empresas con mayor tamaño son las fundamentales para salvar al mundo. Mientras de un lado se teje el ingenio, del otro ya existe toda una red de contactos que inciden en la manera de hacer las cosas. “Necesitamos de la ayuda de las start-ups”, afirmó Ellen Jones, directora de Sostenibilidad en Fórmula 1, en un mensaje grabado. “Este año he tenido el placer de trabajar con Santander mientras analizamos nuestras estrategias de sostenibilidad y buscamos cómo lograr que la Fórmula 1 sea Net Zero [neutralidad de carbono] para 2030″, dijo. “Buscamos la próxima generación de ideas que ayuden a impulsar la Fórmula 1 y a nuestra estrategia de sostenibilidad”, agregó la representante del gran circo.
Grandes retos pendientes
En materia de sostenibilidad, el mundo tiene grandes desafíos. Al cierre de este año, las emisiones globales de CO₂ alcanzarán un nuevo récord, con 40.600 millones de toneladas, según el informe de Global Carbon Project, presentado en la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Cambio Climático de la ONU (COP27), celebrada en Sharm-El Sheik (Egipto). Esta cifra complica la meta de limitar el calentamiento global en 1,5 grados centígrados a final de siglo.
“Vamos tarde”, señaló Lucas Arangüena, global head of ESG & Sustainable Tech en Santander. “Con lo que hemos emitido ya estamos en 1,3 grados”, agregó. La tendencia de reducción de gases contaminantes en vez de haberse roto va in crescendo. “Pero estamos en un momento más dulce respecto a 1995 [cuando se celebró la primera COP], porque ya tenemos tecnologías que son rentables en sí mismas y que nos van a permitir acometer ese desafío. Por ejemplo, la energía solar, hoy en día, en la mayor parte de las latitudes del planeta, es la más eficiente. Esto no lo teníamos en 1995. Hemos hecho muchísimo, pero nos queda muchísimo más por hacer”, argumentó.
La gran pregunta es: ¿Qué nos queda por hacer?. De acuerdo con Arangüena, son diversas las acciones pendientes. La primera de ellas refiere a la eficiencia energética. “A veces lo dejamos de lado, pero no nos damos cuenta de que un tercio de las emisiones de CO₂ del planeta las podríamos eliminar simplemente siendo más eficientes en el uso de la energía. Es decir, calor que estamos tirando a la atmósfera, electricidad que no estamos consumiendo”. Hacer frente a este reto no solo beneficia al planeta, sino al bolsillo de las empresas. “Es lo que llamo un ganar-ganar, porque consumes menos, eso te ahorra en tus costes de producción, y además emites menos”. La segunda tarea pendiente es reducir la dependencia que tiene la economía sobre los combustibles tradicionales. “El 84,3% de la energía que se consume en el mundo viene de un combustible fósil: del carbón, del petróleo o del gas”.
Sustitución de combustibles
Dichos combustibles van a ser sustituidos por energías verdes como el hidrógeno (generado por energías renovables bajas en emisiones) o por aquellas venidas del sol o el viento. Pero también entrarán en juego los biocombustibles (derivados de fuentes orgánicas como la biomasa y residuos orgánicos). El experto también hizo hincapié en la forma en que se produce la carne y su impacto en la Tierra. La producción de proteína cárnica es el responsable del 15% de las emisiones de CO₂ en el planeta. “Es un capítulo muy importante y difícil de descarbonizar”, mencionó. Aunado a ello, el mundo tendrá que aprender a limpiar la atmósfera. “Para ello tendremos que crear utilities [empresas de servicio] cuyo modelo de negocio será limpiar y filtrar la atmósfera, cristalizar ese CO₂ y secuestrarlo en el largo plazo”.
Según el experto, también se tendrá que dar un gran impulso a la economía circular. “Los productos de hoy tienen que ser las minas de mañana. Lo que estamos consumiendo van a ser las materias primas de nuestros hijos en el futuro”, abundó. Y si se trata de darle una nueva vida a los materiales, la empresa Signus sabe de ello. Esta firma conforma uno de los sistemas integrados de gestión de neumáticos usados que operan en España. “A diferencia de otros residuos, el neumático no tiene un valor suficiente. Por ahora, porque hay una gran demanda de materias primas y empieza a ponerse el foco en materias primas secundarias como es el caucho reciclado o el acero textil, que es lo que extraemos de los neumáticos”, indicó Isabel López-Rivadulla, directora de Comunicación y Marketing de SIGNUS y vicepresidenta de WAS (Women Action Sustainability).
En 2021, esta firma gestionó 200.286 toneladas de neumáticos, que convirtió en nuevos productos útiles para diferentes aplicaciones. Entre los principales usos destaca el caucho utilizado como relleno de campos de fútbol de césped artificial, la construcción de parques infantiles y polvo de caucho que se incorpora las carreteras. “Creo que estamos en un momento dulce en muchos aspectos. Estamos en un momento en el que el mundo está cambiando, y está en nosotros esa responsabilidad, por parte de las empresas, entidades financieras, sociedad, hacer esta transformación… se habla de sostenibilidad como una moda, pero no lo es. Es algo necesario para todos ahora mismo”, concluyó López-Rivadulla.
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