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China deja de ser la locomotora económica de Asia por primera vez desde 1990

El Banco Mundial rebaja del 5% al 2,8% el crecimiento de la segunda economía del planeta por el efecto de la estricta estrategia de cero covid

People wearing face masks walk through Shanghai on September 21.
Personas con mascarillas caminan por Shanghái el pasado 21 de septiembre.ALY SONG (REUTERS)
Guillermo Abril

El fantasma de la política de cero covid regresa para cobrarse sus víctimas económicas. China crecerá en 2022 menos que el resto de los países de la región de Asia Oriental y Pacífico por primera vez desde 1990, según un informe del Banco Mundial publicado este martes. El golpe en la segunda economía del planeta, tras un año de incertidumbre extrema, largos confinamientos y cierres de megaurbes como Shanghái, han provocado que deje de ser la locomotora del crecimiento asiático por primera vez en más de tres décadas. La institución con sede en Washington ha rebajado sus previsiones de crecimiento para el gigante económico hasta el 2,8%, una fuerte desaceleración con respecto al 8,1% del año pasado. Mientras, se espera que el PIB del resto de la región se eleve hasta el 5,3%, frente al 2,6% de 2021. El renqueante sector inmobiliario chino, que ronda el 30% del PIB, también se encuentra entre las causas del frenazo.

El éxito de China en la contención de las infecciones por covid-19 tiene un coste económico importante”, dictamina el Banco Mundial, que ha ido rebajando las previsiones para este país a medida que el cerrojo de la covid se cerraba desde la pasada primavera con fuerza sobre numerosas ciudades: la perspectiva era del 5% en el pronóstico de abril de esta misma institución, en línea con las previsiones de las autoridades chinas (en el torno del 5,5%). Pero las fuertes restricciones del segundo trimestre en ciudades clave para la industria y los servicios del país dejaron una economía muy tocada, que creció un 0,4%.

La forma de enfrentarse al virus lo explica casi todo, según el informe: la recuperación en gran parte de la región de Asia Oriental y Pacífico se ha visto impulsada por el tirón de la demanda interna, posibilitada a su vez por la relajación de las restricciones de la covid, y el crecimiento de las exportaciones. Mientras, en China, un reciente estudio de la Cámara de Comercio de la Unión Europea en este país alertaba la semana pasada de la “pérdida de confianza” de los empresarios europeos, y de su posible fuga hacia “otros mercados emergentes” de la zona, precisamente por las restricciones. El Banco Mundial, en cualquier caso, mejora el pronóstico para 2023, cuando el país más poblado del mundo crecería un 4,5%, aunque aún por debajo de sus vecinos, que lo harían al 5%.

China, que suma el 86% de la producción de la región analizada, se ha quedado como uno de los pocos países del mundo –y el único entre las grandes potencias– que persevera en una estricta estrategia de covid cero. Mientras en la Unión Europea o Estados Unidos se convive con el coronavirus, Pekín “ha continuado con su enfoque”, argumenta el informe, “utilizando pruebas masivas y restricciones de movilidad específicas para contener los brotes de la enfermedad”. Estas medidas, prosigue, “interrumpen las cadenas de suministro, la producción industrial y de servicios, las ventas nacionales y las exportaciones”.

Las fuertes restricciones están motivadas, expone el informe, por la preocupación de que un repunte de las infecciones pueda desbordar la capacidad del sistema sanitario, especialmente en zonas rurales, donde el número de no vacunados entre los grupos vulnerables sigue siendo “significativo”. Pero “además de suprimir la propagación del virus”, observa, “el análisis empírico muestra que estas medidas de salud pública afectan a la actividad económica”. Y a continuación traza una operación para observar la correlación entre restricciones y frenazo. Resultado: a mayor rigor menor crecimiento de exportaciones.

En Pekín, dada la preocupante situación, todas fijan la vista en el próximo 20º Congreso del Partido Comunista de China, el gran evento político quinquenal en el que todo apunta a que Xi Jinping recogerá de nuevo la batuta para ejercer un tercer mandato histórico. No se espera un cambio de guion hasta su celebración, el 16 de octubre, y la culminación del proceso político con el nombramiento de un nuevo Gobierno en marzo del año que viene. Pero crece la fatiga y la inquietud en distintos sectores de la población.

“Creo que hay una necesidad desesperada para que cambie esta política [de cero covid]”, explica al teléfono Zhang Jun, director del China Center for Economic Studies de la Universidad de Fudan, en Shanghái. En su opinión es poco probable que desaparezca de inmediato el marco general de la estrategia antipandemia, pero cree que el Gobierno irá permitiendo a los gobiernos locales “acomodar progresivamente” las medidas, para hacer “más resiliente y dinámica” la economía, levantando restricciones a los movimientos “de personas y factores de producción”.

“Este año será el de las dificultades económicas”, concede el analista, “pero del que viene en adelante, mejorará gracias al cambio de políticas”. Zhang no prevé, en cualquier caso, un regreso a aquella China con cifras de hipercrecimiento, sino a otra de expansión “moderada”, en el entorno del 5%, siguiendo con la tendencia de antes de la era covid.

El Banco Mundial también alerta de las turbulencias en el sector inmobiliario de este país, un ejemplo de “dificultades preexistentes acentuadas por las estrecheces financieras” y provocada por la “insostenible acumulación de deuda por los promotores”. Esta industria, que abarca el 30% de la economía china – al sumar desde la construcción a los servicios inmobiliarios– ha sufrido una “severa desaceleración”, con caídas en las ventas y en los precios de la vivienda, “aunque la exposición directa de los bancos de importancia sistémica a los préstamos del sector inmobiliario es limitada”, matiza el informe. El Baco Mundial aconseja aplicar recetas como aportar mayor liquidez temporal como apoyo a los promotores.

El organismo envuelve su análisis con las oscuras perspectivas de la desaceleración económica mundial en otras regiones del planeta, cita el alza de los precios de la energía, las continuas disrupciones en las cadenas de suministros y la subida de los tipos de interés, que a su vez han causado salidas de capital y depreciaciones monetarias en algunos países de Asia Oriental y el Pacífico. A pesar de que prevé que esta región crezca más rápido y tenga menor inflación que otras áreas en 2022, la incógnita persiste por el riesgo de que la desaceleración global reduzca el nivel de exportaciones y por el alza en los precios de combustibles y alimentos. “Los responsables políticos se enfrentan a una difícil disyuntiva entre la lucha contra la inflación y el apoyo a la recuperación económica”, ha concluido Aaditya Mattoo, economista jefe del Banco Mundial para Asia Oriental y el Pacífico, en un comunicado.

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Sobre la firma

Guillermo Abril
Es corresponsal en Pekín. Previamente ha estado destinado en Bruselas, donde ha seguido la actualidad europea, y ha escrito durante más de una década reportajes de gran formato en ‘El País Semanal’, lo que le ha llevado a viajar por numerosos países y zonas de conflicto, como Siria y Libia. Es autor, entre otros, del ensayo ‘Los irrelevantes’.

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