Multa de 200 millones de dólares a Boeing por engañar sobre la seguridad del 737 MAX
El dinero no será para las familias de las 346 víctimas mortales de los dos vuelos estrellados sino para los inversores
Boeing sabía que algo fallaba en su avión 737 MAX. Aun así, la compañía y su antiguo consejero delegado Dennis A. Muilenburg aseguraron en público que era “tan seguro como cualquier avión que haya surcado los cielos”. La Comisión de Valores y Bolsa (la SEC, por sus siglas en inglés), ha llegado a la conclusión de que engañaron a los inversores y les ha impuesto una multa de 200 millones de dólares (una cantidad similar en euros) a la compañía y otra de un millón al directivo, según ha anunciado el organismo supervisor en un comunicado.
El dinero, eso sí, no irá a las familias de las víctimas de los accidentes sino a los inversores que vieron bajar la cotización de Boeing. La SEC es un regulador bursátil y así es el mercado. Boeing anunció en su momento una compensación de 100 millones a las víctimas, aunque esa cantidad era independiente de la que pudieran lugar a través de demandas y litigios.
Tras una investigación que ha contado con el apoyo del Departamento de Justicia y de la SEC, las resoluciones anunciadas este jueves determinan que la empresa y su primer ejecutivo violaron por negligencia las disposiciones antifraude de las leyes federales sobre valores. Sin admitir ni negar las conclusiones de la SEC, Boeing y Muilenburg han aceptado un acuerdo que incluye sanciones de 200 millones de dólares y de un millón de dólares, respectivamente.
“No hay palabras para describir la trágica pérdida de vidas provocada por estos dos accidentes aéreos”, ha señalado el presidente de la SEC, Gary Gensler. “En tiempos de crisis y tragedia, es especialmente importante que las empresas cotizadas y los ejecutivos proporcionen información completa, justa y veraz a los mercados. La empresa Boeing y su antiguo director general, Dennis Muilenburg, no cumplieron con esta obligación básica. Engañaron a los inversores al ofrecer garantías sobre la seguridad del 737 MAX, a pesar de conocer los graves problemas de seguridad”, ha añadido.
Un mes después de que el vuelo 610 de Lion Air, un avión 737 MAX, se estrellara en Indonesia en octubre de 2018, 13 minutos después del despegue, dejando 189 víctimas mortales entre pasajeros y tripulantes, Boeing emitió un comunicado de prensa, editado y aprobado por Muilenburg, que destacaba selectivamente ciertos hechos de un informe oficial del Gobierno indonesio que sugería que el error del piloto y el mal mantenimiento de la aeronave contribuyeron al accidente.
El comunicado de prensa también dio garantías de la seguridad del avión, sin revelar que una revisión interna de seguridad había determinado que el MCAS, una función de control de vuelo que actúa como estabilizador automático del avión, planteaba un problema de seguridad del avión y que Boeing ya había comenzado a rediseñar ese sistema para corregirlo, según consta en la resolución. Las acciones de Boeing habían caído con fuerza y Muilenberg estaba molesto por las noticias negativas. Un mensaje suyo de las fechas previas a la nota de prensa, incluido en la resolución, decía: “Estamos pasando demasiado tiempo jugando a la defensiva... tenemos que empezar a jugar al ataque”.
Los 737 MAX siguieron volando. El 10 de marzo de 2019, el vuelo 302 de Ethiopian Airlines, operado por otro avión del mismo modelo, se estrelló también poco después del despegue matando a 157 personas. Los datos revelaron enseguida similitudes entre los dos accidentes. El mal funcionamiento del MCAS impedía a los pilotos hacerse con el control del avión. Los reguladores internacionales de la aviación decidieron inmovilizar toda la flota de 737 MAX.
Pese a todo ello, seis semanas después del segundo accidente, y siendo consciente de los problemas que tenía el avión, Muilenberg mintió de nuevo a analistas y periodistas asegurando que no había ningún problema en el proceso de certificación, y que Boeing había confirmado de nuevo que se siguieron todos los pasos en los procesos de diseño y certificación que “producen consistentemente aviones seguros.”
“Boeing y Muilenburg pusieron los beneficios por encima de las personas al engañar a los inversores sobre la seguridad del 737 MAX, todo ello en un esfuerzo por rehabilitar la imagen de Boeing tras dos trágicos accidentes que provocaron la pérdida de 346 vidas y un dolor incalculable para tantas familias”, ha señalado Gurbir S. Grewal, director de la división de Aplicación de la SEC.
Ni siquiera con sus mentiras lograron engañar al mercado. Las acciones del fabricante se desplomaron y la compañía vivió la mayor crisis de su historia, tanto económica como de reputación. Los pedidos se hundieron, los ingresos se desplomaron y la compañía entró en pérdidas. Los 737 MAX tardaron 20 meses en volver a volar desde que se les retiraron las licencias.
Muilenberg reconoció errores cuando compareció en octubre de 2019 ante el comité de Transporte del Senado de Estados Unidos. “Cero accidentes es el único número aceptable. La vida de la gente depende de nosotros”, declaró entonces, mientras a su espalda tenía a familiares de las víctimas de los dos siniestros sufridos por este avión, mostrando fotos de gran tamaño de sus seres queridos.
El consejero delegado de Boeing cesó en su cargo en diciembre de ese año. Incluso tras renunciar al bonus del año y a una parte de sus premios en acciones, su paquete retributivo de salida de la compañía estaba valorado en más de 60 millones de dólares en acciones y derechos de pensión. Ahora tendrá que pagar uno de indemnización.
Uno de los principales clientes de Boeing es International Airlines Group (IAG) cuyo consejo de administración ha convocado una Junta General Extraordinaria de Accionistas para el próximo 26 de octubre para someter a votación dos pedidos de aviones valorados en 10.750 millones de dólares. Se trata de 50 aeronaves de la familia Boeing 737 valoradas en 6.250 millones de dólares y de 37 aeronaves de la familia Airbus A320neo valorados en 4.500 millones.
El fallo del sistema de estabilización
Las resoluciones de la SEC recuerdan que las investigaciones de los accidentes revelaron que en ambos se produjo una activación errónea del Sistema de Aumento de las Características de Maniobra (MCAS, por sus siglas en inglés), un nuevo sistema de control de vuelo de Boeing (no descrito en los manuales de vuelo del 737 MAX ni en los materiales de formación de los pilotos) que estaba diseñado para ayudar a evitar las entradas en pérdida empujando el morro del avión hacia abajo sin la intervención de la tripulación siempre que un sensor situado en el exterior del fuselaje indicara que la aeronave se acercaba a un ángulo en el que podía producirse una entrada en pérdida.
Ni el Vuelo 610 de Lion Air ni el Vuelo 302 de Ethiopian Airlines se acercaban a una pérdida en el momento en que se activó el MCAS. Más bien, en ambos vuelos, una señal errónea del sensor externo activó repetidamente el MCAS mientras el avión ascendía a un ángulo normal. En ambos vuelos, las tripulaciones no pudieron recuperar el control del avión tras la activación involuntaria de ese sistema.
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