El mal dato de empleo de julio aviva el miedo a un frenazo económico
El Gobierno constata una desaceleración en el mercado laboral en la segunda quincena del mes y advierte de que “vienen curvas”
El día en que se presentaron los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del segundo trimestre lo tenía todo para ser festivo. España acababa de registrar la mayor contratación indefinida de su historia, era la primera vez en casi 14 años que en una EPA se contabilizaban menos de tres millones de desempleados, y había que remontarse de nuevo a 2008 para encontrar un porcentaje de paro menor al 12,48%, logrado además en un entorno de máxima complejidad por la alta inflación y la guerra en Ucrania.
Los números, publicados hace menos de una semana, tenían un único problema: se habían quedado antiguos casi al nacer. Así se percibía en el tono de algunas declaraciones: la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, reconocía ese día, concebido para la celebración, que se estaban “notando ciertas incertidumbres en el mercado de trabajo”. El ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, que solo unas jornadas antes proclamaba en Twitter un julio vigoroso con 30.000 ocupados más, cambiaba de tercio y hablaba ahora de una “cierta ralentización”.
En solo 15 días, los de la segunda parte del mes, el empleo se daba la vuelta, y cerraba el primer julio con caída de la afiliación media en los 21 años de serie histórica, unido a un aumento del paro que no se veía desde 2008. La idea de que el mercado laboral podía resistir ajeno a las turbulencias externas, como si de un ente independiente se tratase, empieza a hacer aguas. Y en la presentación de los datos, los secretarios de Estado de Empleo, Joaquín Pérez Rey, y el de Trabajo, Borja Suárez, insisten más en el aspecto cualitativo, con la fuerte caída de la temporalidad tras la reforma laboral, que en el cuantitativo, que ya no va tan bien, y del que culpan a factores tan diversos como un entorno global de alta inflación y desaceleración, el adelanto de las contrataciones a junio, la salida de profesores tras el fin del curso escolar y el calor que detiene obras y aplaza el trabajo agrícola. Uno de los términos que más repiten es “incertidumbre”.
Las reacciones desde el Gobierno llamaban este martes a la prudencia. En declaraciones a la Cadena SER, la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, las daba de cal: “Tenemos que ver las tendencias de fondo”; “la volatilidad de un mes concreto no nos tiene que despistar de las grandes cifras”. Y de arena: “A partir de mediados de julio ha habido una ralentización del mercado de trabajo”; “hay que prepararse para lo peor”; “vienen curvas y no hay que perder la vista de la carretera y mantener firme el control del volante”.
Temores
Los primeros análisis salen pronto a la luz. BBVA Research advierte en una breve nota de que “el comportamiento de la afiliación durante toda la segunda mitad de julio fue particularmente anémico cuando se compara con el de los dos ejercicios económicos anteriores”. Y entre los expertos hay temor a que la situación se deteriore rápidamente en los próximos meses, a priori más negativos para el empleo por la menor incidencia del turismo.
Para Raymond Torres, director de Coyuntura de Funcas, las conclusiones que se pueden extraer del dato no son buenas. “No veo que sea un bache en el camino. Tenemos los primeros indicios de una desaceleración por el frenazo del consumo y la alta inflación. Estamos viendo problemas en muchos indicadores: actividad manufacturera, confianza del consumidor... resultado de un contexto global muy incierto, de pérdida de poder adquisitivo”.
Menciona también el giro de política monetaria con la subida de tipos de los bancos centrales, y la internada de la economía en un escenario de incertidumbre radical, expuesta a que las decisiones de una sola persona (el presidente ruso, Vladímir Putin) pueda trastocarla aún más con sus medidas sobre el suministro del gas o aliviarla si se encontrara una fórmula para detener la guerra que por ahora no se atisba.
El economista José Carlos Díez, profesor de la Universidad de Alcalá, hace una pausa para comprobar el precio del gas. “Hoy está en 128 euros por megavatio hora, y estaba en 80 euros hace no mucho. Si la tensión del gas va a más e impacta en el precio de la electricidad vamos a ver más inflación en el otoño-invierno, y eso es menos consumo, menos empleo y menos PIB”, avisa.
Contra los peores augurios se pronuncia el secretario de Estado de Empleo, Joaquín Pérez Rey. Cree que el dato es un toque de atención y que no hay que bajar la guardia, pero defiende que, al analizar el empleo, julio ya no es el motor que solía ser, y debe ser considerado como un periodo de transición entre los meses de contratación para la temporada veraniega y los de recortes por su final. Sostiene que se ha producido “un cambio de fisionomía de un mes que ya no tiene ese marcado carácter estacional que venía teniendo en las últimas décadas”.
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