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El Senado de EE UU impulsa la fabricación doméstica de semiconductores para recortar la dependencia de China

El apoyo bipartidista hace avanzar un proyecto de ley para subvencionar con 52.000 millones de dólares la producción local de microchips

María Antonia Sánchez-Vallejo
Chuck Schumer, líder demócrata en el Senado
El líder de la mayoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, este martes por la noche en el Capitolio.ELIZABETH FRANTZ (REUTERS)

Uno de los primeros síntomas del gripado de las cadenas de suministro global fue, a primeros de 2021, la paralización temporal de varias plantas automovilísticas en EE UU por falta de semiconductores. Ese atasco global no sólo contribuyó a la postre a alimentar la inflación, también demostró la dependencia estratégica de China o Taiwán, los principales productores de esos microprocesadores vitales para la fabricación de automóviles, teléfonos móviles o robots de uso sanitario. Este miércoles el Senado ha avanzado para reducir la dependencia de China con una propuesta de ley para subvencionar con 52.000 millones de dólares en subsidios y ayudas fiscales la fabricación de microchips en EE UU.

Con 64 voto a favor y 34 en contra, el proyecto de ley superó la prueba de fuego del Senado, donde empatan a escaños demócratas y republicanos y en cuya mano está franquear o tumbar iniciativas que llegan validadas por la Cámara de Representantes. Cuando el borrador sea definitivo, el texto será sometido a votación en las dos Cámaras del Congreso.

La Administración de Joe Biden ha dedicado especial atención a la provisión de semiconductores, invocando incluso leyes de seguridad nacional de la época de la Guerra Fría. Fabricar microchips en casa es clave para contrarrestar el poderío de China, pero también la dependencia de otros países como Taiwán y Corea del Sur, donde una huelga de camioneros ha frenado la distribución de mercancías durante varias semanas, ralentizando de nuevo el suministro global.

La fluidez en el suministro de microchips empezó a dar señales de alerta en el último tramo de 2020, como resultado de los confinamientos y el cierre de la economía por la pandemia; a ello se fueron sumando, sucesivamente, las oleadas provocadas por nuevas variantes del coronavirus. Las tensiones comerciales entre China y EE UU, aunque más templadas que durante la presidencia de Donald Trump, también han contribuido a hacer de la producción y el suministro de los microprocesadores una de las principales batallas de la guerra comercial en curso.

Según la consultora taiwanesa TrendForce, la demanda de mercado de la industria global de los semiconductores alcanzó 89.700 millones de dólares (79.076 millones de euros) en 2021, en datos recogidos por la agencia EFE.

La iniciativa del grupo bipartidista de senadores intenta, en suma, incrementar la competitividad de EE UU frente a China, pero también arroja cierta luz sobre la posibilidad de entendimiento entre ambas bancadas, en cuestiones de interés nacional. Una de ellas es, por ejemplo, la lucha contra las prácticas monopolísticas de las grandes tecnológicas, que cuenta con un respaldo casi sin fisuras por parte de demócratas y republicanos. En el caso de los microchips, la falta de acuerdo político habría significado echar por tierra inversiones críticas en industria y tecnología, que estuvieron a punto de ser canceladas en las últimas semanas después de un año de intensas negociaciones.

Ahora, gracias al acuerdo bipartidista, el Senado está listo para avanzar en un paquete más amplio que contempla una inversión de 250.000 millones de dólares en I+D en tecnologías críticas, con el objetivo de concentrar el desembolso en antiguos polos industriales antaño prósperos y desde hace años escenario de marginación y abandono. De la mano de un senador demócrata, el líder de la mayoría Chuck Schumer, y otro republicano, Todd Young, que representa a Indiana, el objetivo de la legislación es revitalizar comunidades vaciadas por la deslocalización, un importante vivero de votos para Donald Trump en 2016.

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