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Alemania rescata la filial de Gazprom con un préstamo milmillonario para asegurar el suministro de gas

El gigante gasista ruso anuncia que dejará de suministrar el 40% del gas del Nord Stream 1 por problemas técnicos

Elena G. Sevillano
Gazprom
Un ciclista pasa frente a la sede de Gazprom Germania en Berlín.FABRIZIO BENSCH (REUTERS)

El Gobierno alemán se ha visto obligado a tomar una decisión controvertida para salvar de una posible quiebra a Gazprom Germania, la filial alemana del gigante gasista ruso del mismo nombre. El banco público KfW emitirá un préstamo milmillonario para rescatar a la compañía, ahogada por las sanciones rusas. Gazprom Germania se encuentra en una situación muy difícil después de que el Kremlin ordenara el corte del suministro de gas a sus filiales europeas. Esto obligó a la alemana a comprar en el pool (mercado mayorista diario) a precios mucho más elevados para seguir dando servicio a sus clientes.

Gazprom Germania se encuentra bajo control gubernamental desde principios de abril. En una decisión sin precedentes, el Ministerio de Economía y Clima, que encabeza el verde Robert Habeck, ordenó a la Agencia Federal de Redes que asumiera su tutela de forma temporal, hasta septiembre. El objetivo, aseguró entonces Habeck, era asegurar el suministro de energía en el país. Con el mismo argumento se defiende ahora el préstamo, de una cantidad no desvelada, pero que la agencia Reuters estima en unos 9.000 o 10.000 millones de euros.

La compañía juega un papel decisivo en Alemania porque es uno de los principales actores en el suministro de gas: no solo comercializa la energía; también transporta y opera las instalaciones de almacenamiento. Una de sus filiales, Astora, gestiona el mayor almacén de gas del país, en la ciudad de Rehden, en Baja Sajonia, que es a su vez una de las instalaciones con mayor capacidad de toda Europa, con casi 4.000 millones de metros cúbicos.

Con el préstamo, asegura el Gobierno en un comunicado, se “evita la insolvencia y un efecto cascada en el mercado”. El dinero se empleará para asegurar la liquidez y para comprar gas de sustitución, que no provenga de Rusia. El Ejecutivo del socialdemócrata Olaf Scholz afirma que el préstamo se empleará únicamente para garantizar las operaciones comerciales de la filial alemana y el suministro de gas a los clientes con los que tiene comprometida la energía. “Se garantiza que no fluirá hacia Rusia”, añade el comunicado.

La decisión de Berlín incluye prorrogar la tutela sobre la compañía más allá de septiembre. Una nueva ley aprobada el mes pasado permite alargar la administración fiduciaria casi de forma indefinida. De esta forma, se asegura el control permanente de la empresa. El Gobierno nombró a la Agencia Federal de Redes fideicomisaria de Gazprom después de que el grupo ruso intentara vender la filial alemana a dos empresas rusas completamente desconocidas. La compañía también cambia de nombre. Se llamará Securing Energy for Europe GmbH (Asegurar la energía en Europa), en inglés, para “enviar una señal clara al mercado de que el objetivo de las medidas adoptadas es garantizar el suministro de energía en Alemania y Europa”, asegura el Gobierno.

Reducción del 40% del gas que llega por el Báltico

El tira y afloja energético que mantienen Moscú y Berlín desde antes incluso de que empezara la invasión rusa de Ucrania suma un nuevo capítulo este martes con el anuncio de que Gazprom va a reducir un 40% las entregas de gas a través del gasoducto Nord Stream 1. La empresa estatal asegura que la causa son los retrasos en los trabajos de reparación que está efectuando la compañía alemana Siemens, aunque ya han surgido voces que apuntan a que se pueda tratar de otro chantaje ruso. La tubería del mar Báltico es actualmente la principal fuente de suministro del gas ruso a Alemania después de que Moscú dejara sin servicio el gasoducto Yamal-Europa y redujera los envíos a través de Ucrania. “La seguridad del suministro actualmente sigue estando garantizada”, aseguró una portavoz del Ministerio de Economía y Clima en un comunicado.

El Kremlin exige desde marzo el pago en rublos del gas que vende a los “países hostiles”, entre los que se encuentra la Unión Europea, que depende en un 40% de las importaciones de gas ruso. Moscú cortó el suministro de sus gasoductos a Polonia y a Bulgaria por la negativa de estos países a cambiar las condiciones de sus contratos y a acatar la conversión obligatoria de sus pagos en rublos. Las empresas alemanas están empleando un sistema que hace equilibrios entre los deseos del Kremlin y la necesidad de no saltarse las sanciones impuestas por la Unión Europea. La solución ha consistido en pagar en euros en una cuenta creada especialmente en Gazprombank (entidad de propiedad estatal rusa no sancionada por la UE) y que sea el propio banco el que haga la conversión a rublos.

Gazprom asegura que solo puede bombear 100 millones de metros cúbicos de gas a través del gasoducto del mar Báltico por problemas técnicos, lo que quiere decir que solo llegará el 60% del volumen diario planificado, que ronda los 167 millones de metros cúbicos. Siemens confirma que una de sus turbinas, que se emplean para accionar los compresores que aumentan la presión del gas, se encuentra en Canadá, a donde fue enviada para una revisión. “Debido a las sanciones impuestas por Canadá, actualmente es imposible para Siemens Energy entregar turbinas de gas revisadas al cliente”, asegura la compañía a EL PAÍS. “Hemos informado a los Gobiernos canadiense y alemán y estamos trabajando en una solución viable”, añade.

Alemania está en pleno proceso de llenado de sus depósitos con el objetivo de llegar al otoño a máxima capacidad. Tanto Berlín como Bruselas sospechan que Gazprom mantuvo el invierno pasado unos niveles de almacenamiento artificialmente bajos para alimentar la crisis del suministro de gas y elevar los precios. El depósito de Rehden, en concreto, gestionado por Gazprom Germania, permaneció prácticamente vacío. Las autoridades están aprovechando el verano y la caída de la demanda para llenar los almacenamientos, que actualmente se encuentran ya al 55%, según datos de este martes de la Agencia Federal de Redes.

Después de acordar en abril el embargo al carbón ruso y de decretar hace dos semanas una prohibición parcial a la importación del petróleo de Moscú, todas las miradas apuntan ya al que se perfila como el siguiente paso en la escalada de sanciones energéticas de la UE: el gas ruso. Varios Estados miembros, sobre todo los bálticos, están pidiendo ya su inclusión en un séptimo paquete sancionador. Alemania, que ha conseguido reducir su dependencia del 55% al 35%, mantiene que todavía no puede prescindir de este hidrocarburo que alimenta su potente industria. Según sus cálculos, no podría desengancharse de la dependencia rusa hasta el año que viene. Mientras tanto, acelera la construcción de regasificadoras para recibir gas natural licuado por barco.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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