La guerra deja en la estacada al banano ecuatoriano
El sector agrícola está asfixiado por una caída de ventas de 30 millones de dólares, la depresión del precio internacional y el encarecimiento de las materias primas
El conflicto entre Rusia y Ucrania ha metido al plátano de Ecuador en una especie de prensa que aprisiona sus exportaciones, por un lado, con unos costes cada vez más altos de transporte y fertilizantes y, por otro, con la pérdida de su principal mercado. Hacia los puertos rusos y ucranianos va un cuarto de todo el plátano que el país latinoamericano exporta al mundo cada año. Los productores y exportadores han dejado de vender 30 millones de dólares solo en las seis primeras semanas de la guerra, que es hasta donde están actualizadas las cifras de pérdidas. Los embarques hacia Ucrania se paralizaron en cuanto comenzó el ataque a finales de febrero y los que iban a Rusia se han reducido en más de tres millones de cajas de banano, una quinta parte del total.
Para evitar que los racimos se acumulen sin compradores, los agricultores locales han empezado a donarlos a proyectos de alimentación solidaria de municipios y provincias de Ecuador. Pero también los usan como abonos de sus propias plantaciones. Precisamente de los dos países en conflicto llegaban el 42% de los fertilizantes que utilizan los productores. Y de los casi 3.500 millones de dólares que Ecuador exporta en banano al año, Rusia le genera al país casi 700 millones de dólares y Ucrania roza los 80 millones de dólares.
El cierre de esos dos mercados está dejando en el mundo bananero ecuatoriano un agujero que el resto de compradores no ha absorbido y que ha acentuado las dificultades del parón comercial de los últimos dos años de pandemia. El sector está golpeado por la crisis logística mundial del año pasado que encareció materias primas como el cartón, plástico y abonos. Y ahora lidia con la depresión de los precios internacionales y con el atraso de los importadores rusos a la hora de pagar debido a las sanciones económicas. Hay, en consecuencia, sobreoferta interna de fruta y falta de liquidez en el negocio, han resumido los afectados ecuatorianos.
“Los compradores internacionales, sabiendo de la dependencia de Ecuador del mercado ruso, se han aprovechado”, ha denunciado Richard Salazar, representante de los exportadores. Pagan precios “muy bajos” por la fruta, pese a que los supermercados de Estados Unidos, Europa y otros países subieron todos sus productos cuando aumentaron los costes de producción y los fletes navieros. Según el presidente de la Asociación de Comercialización y Exportación de Banano, no se aplicó la misma solución de cobrar más por los plátanos por una “política perversa de grandes cadenas de supermercado de usar al banano como enganche a los consumidores al ofrecerles fruta barata”.
Comparado con 2021, ahora cuesta 3,30 dólares más producir cada caja de plátano que Ecuador comercia en el exterior. Un encarecimiento que “ningún mercado internacional está dispuesto a pagar”, matizó Salazar, lo que se refleja en las estadísticas de la balanza comercial nacional. El año pasado, Ecuador exportó siete millones de toneladas de banano al mundo, un 3,3% menos que el año anterior, pero además, entraron casi 3.500 millones de dólares a la economía nacional, también un 5, 5% menos.
Con el cierre de los mercados de Rusia y de Ucrania, “la situación empeoró y el Gobierno no ayudó a regular la oferta exportable de banano”, reprochó Franklin Torres, presidente de Federación Nacional de Bananeros, que representa a los productores. El líder gremial ya había advertido a mediados de abril que solo en una semana se habían perdido 50.000 empleos. Los agricultores salieron a protestar y bloquearon carreteras en tres provincias de la región costera de Ecuador.
La presión de los manifestantes condujo a que el Gobierno se comprometiera a suspender la legalización de nuevas plantaciones -hay una ley que restringe la expansión de las hectáreas de banano para mantener estables los precios que los exportadores pagan a los productores- y también a crear un fondo de contingencia para afrontar el conflicto ruso. A través de un fideicomiso, alimentado por el descuento de cinco centavos de cada caja exportada, se comprarán a las plantaciones de menos de 30 hectáreas los racimos que se queden sin vender por la sobreoferta. Esa solución provisional es insuficiente aún para revertir el estado anímico pesimista que, según el termómetro de percepción del mundo bananero, ha enraizado en las plantaciones.
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