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El doble efecto de la subida del petróleo en Ecuador: alivio para el Estado pero más presión para llegar a fin de mes

Las arcas del país productor de crudo reciben más ingresos, pero se ha encarecido el transporte, los fertilizantes y los productos de consumo

petróleo en Ecuador
Un trabajador en una estación de gasolina en Quito (Ecuador).

Ecuador habla hoy con nostalgia de la época de las vacas gordas cuando el petróleo rondaba los 100 dólares por barril y el Estado daba trabajo a miles de funcionarios y hacía obras que ponían a circular la inversión. La subida del precio del crudo, apuntalada en los últimos días por el conflicto entre Rusia y Ucrania, ha resucitado las ensoñaciones de los ecuatorianos de volver a esa etapa dorada que terminó abruptamente hace siete años cuando cayeron los ingresos petroleros, se disparó la deuda interna y externa del país y eso llevó a un ajuste de la economía de a pie con la pérdida de miles de empleos formales. El país latinoamericano no ha levantado cabeza hasta ahora y ve un balón de oxígeno para su déficit fiscal crónico en la escalada internacional de precios del petróleo pese a que este escenario encarece el nivel de vida de los hogares.

Hace justo dos años, el precio del West Texas Intermediate, que es el referente para Ecuador, estaba tan bajo -unos 25 dólares por barril- que a la industria petrolera le costaba más sacar crudo de la tierra que lo que luego recibía como país por exportarlo. Este lunes, el barril abre la semana con más de 117 dólares de cotización y eso se traduce en que el Gobierno del conservador Guillermo Lasso cuenta con un excedente de ingresos que no estaba contemplado en el presupuesto para 2022.

Según los analistas, por cada 10 dólares que sube el coste de un barril de crudo, Ecuador se anota 700 millones de dólares adicionales en sus cuentas, una vez descontado lo que también debe pagar más caro para subvencionar la gasolina de venta al público y otros gastos relacionados de la cadena energética. El pronóstico del Ejecutivo es más cauto y fija ese exceso neto en 500 millones de dólares. Una cifra que cita en el medio digital Primicias, Fidel Jaramillo, secretario general del Fondo Latinoamericano de Reservas y exministro de Finanzas ecuatoriano. Es un remanente inesperado que ha resucitado el ansia de que el Estado ecuatoriano vuelva a inyectar dinero a la economía nacional a través de la obra y el empleo público. Pero el Ejecutivo camina de puntillas. El viceministro de Finanzas, Bernardo Orellana, ya desinflaba en febrero el ímpetu de gasto recordando que después de cada “boom petrolero, llegan las crisis de deuda”.

De hecho, la etapa dorada del final del Gobierno de Rafael Correa terminó con la depresión de precios de petróleo en 2014, que derivó en una crisis interna, rematada por la pandemia de covid-19 ya bajo la presidencia de Lenín Moreno. Ecuador ha mantenido desde entonces bajo mínimos la inversión en infraestructura y ha ajustado el gasto en salarios recortando más de 30.000 plazas de trabajo en el sector público en los últimos cuatro años. También se perdieron empleos en el sector privado. La estadísticas oficiales reflejan aún ese deterioro de la situación laboral, ya que antes de la pandemia casi el 40% de la población económicamente activa tenía un trabajo adecuado -que cumple con el mínimo legal en sueldo y horas semanales- y ahora son solo un 34 %.

Es, precisamente, a la economía doméstica a la que más perjudica la subida de precios del petróleo celebrada por las arcas públicas. Los ecuatorianos pagan más por la gasolina que usan para movilizarse, pero también por los productos de consumo, al haberse encarecido el transporte y las materias primas agrícolas como los fertilizantes.

En los mercados del país ya se siente el alza de precios en alimentos básicos como el pollo, el queso, el maíz o la patata. La inflación de enero, pese a que suele registrar valores en negativo después de las compras navideñas, registró un 2,56% en la anual, la más alta de los últimos cuatro años. Los artículos para el hogar y los productos de higiene también están en la lista de los productos que empujan para arriba la inflación en lo que va de año, debido al efecto en cadena del alza del petróleo y del transporte.

La gasolina súper, de alto octanaje, se vende a 3,68 dólares por galón -cuatro litros y medio- y ha ido subiendo marcadamente desde que su precio se liberalizó en 2018. En esa época, rozaba los dos dólares por galón. Hay otras dos alternativas, de bajo octanaje, cuyo precio está congelado desde el año pasado por decisión del Gobierno para acallar las protestas en las calles de agricultores y transportistas. Ecuador tiene que importar los derivados de petróleo porque su capacidad para refinar crudo cubre el 70 % de los casi 250.000 barriles diarios de la demanda interna. Ese subsidio se cubrió en 2021 con 1.200 millones de dólares, pero la subida del petróleo de este año pronostica un esfuerzo mayor de las arcas públicas que el año pasado importaron casi 4.500 millones de dólares en derivados del petróleo para completar la necesidad de consumo de gasolina.

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