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Argentina registró una inflación de 50,9% en 2021

El país no ve cómo ponerle freno a su mal endémico. Vestimenta, calzado, restaurantes y hoteles fueron los rubros con mayores subidas anuales, por encima del 60%

Inflación en Argentina
Un hombre actualiza los precios de los productos en un mercado en Buenos Aires.Enrique García Medina (EFE)

Argentina registró en 2021 una inflación del 50,9%. El dato oficial difundido este jueves confirma lo que la población siente desde hace meses en el bolsillo: los precios suben sin parar y los salarios cada vez alcanzan para menos. Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido en numerosos países de todo el mundo, la cifra no ha sido la peor de las últimas décadas. Está ligeramente por debajo del 53,8% registrado en 2019 y muestra que en Argentina la alta inflación de 2021 no fue un hecho puntual asociado a los planes de estímulo oficiales con los que contrarrestar las consecuencias de la pandemia de covid-19, sino un mal endémico al que el Gobierno del peronista Alberto Fernández tampoco encuentra cómo ponerle freno.

Los precios de restaurantes y hoteles lideraron el alza anual, con subidas del 65,4%. Después del duro golpe sufrido por el sector turístico y gastronómico en 2020 por las restricciones impuestas para frenar el coronavirus, en 2021 los empresarios se apresuraron a intentar recuperar sus ganancias. Les siguió de cerca el sector textil, con aumentos en vestimenta y calzados del 64%. El control de precios de los alimentos impuesto por el Gobierno en el tramo final del año contribuyó a que estos quedasen por debajo de la inflación general. El Ejecutivo obligó a la industria a congelar los valores de cientos de productos en la góndola de los supermercados. Para la carne vacuna, esencial en la dieta argentina, impuso además restricciones a la exportación.

Si en 2019 una de las principales causas de la escalada de precios fue la brusca devaluación del peso frente al dólar (casi un 40%), dos años después, muchas miradas apuntan a la altísima emisión monetaria: superó el billón y medio de pesos. Sin embargo, influye también de manera decisiva la inercia. Habituadas a una inflación alta, las empresas suben precios de forma anticipada para mantener su margen de beneficios. A su vez, los sindicatos exigen alzas salariales similares, lo que cierra el círculo vicioso.

Las perspectivas para este 2022 no son optimistas. En el proyecto de presupuesto que fue rechazado por el Congreso, el Gobierno estimaba para este año una inflación del 33%, pero los analistas privados creen que será muy superior. Con el fin de contener los precios, el año pasado el Ejecutivo prohibió aumentos en las tarifas de luz, gas, agua y transporte, limitó las subidas de alimentos y combustibles y vendió reservas para moderar la devaluación de la moneda local. La presión del Fondo Monetario Internacional para que reduzca el creciente déficit fiscal y ordene las cuentas a cambio de un acuerdo de reestructuración de la deuda de 44.000 millones adquirida con el organismo en 2018 le impedirá repetir la estrategia este año y repercutirá en los precios.

La inflación castiga en especial a la población más vulnerable, aquella que no está protegida por un empleo formal, sino que vive de trabajos informales o a tiempo parcial. Durante los tres años de recesión en Argentina, entre 2018 y 2020, la pobreza creció 10 puntos porcentuales, hasta el 42% de la población, y la infantil se acercó al 60%. La recuperación iniciada en 2021 ha tenido escaso impacto en revertir la situación. A mitad del año pasado, según los últimos datos oficiales disponibles, cuatro de cada diez argentinos aún tenía ingresos insuficientes para cubrir sus necesidades básicas.

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