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La luz marcará este miércoles su tercer precio más alto de la historia: 247 euros por MWh

La electricidad superará los 200 euros en 23 de las 24 franjas horarias, pero a diferencia de lo ocurrido en la víspera, no rebasará los 300 euros en ninguna de ellas

precio luz españa
Vista de vatios tendidos eléctricos, en el norte de Madrid.Luis Sevillano (EL PAÍS)

En las dos primeras semanas de noviembre todo parecía apuntar a que el pico histórico del precio de la luz en España había quedado atrás. Los precios seguían siendo altos, disparatados en comparación con la media histórica, pero la tendencia general era a la moderación. Sin embargo, la llegada del frío ha deparado un nuevo giro de guion en la crisis eléctrica: el mercado mayorista firmará este miércoles su tercer mayor precio desde que hay registros —247,21 euros por megavatio hora (MWh)—, solo por detrás de los 274,56 euros de la jornada previa (baja un 10%) y los 288,53 euros del pasado 7 de octubre, el techo histórico.

Este miércoles, la luz solo bajará de los 200 euros por MWh en uno de los 24 tramos del día: entre las once y las doce de la noche. Y lo hará por muy poco: se quedará a un paso de los 193 euros por MWh Por el contrario, el máximo será entre las doce y la una de la madrugada del martes al miércoles cuando, según los datos publicados este martes por el Operador del Mercado Ibérico de Energía (OMIE), rozará los 290 euros. Con todo, la luz no superará los 300 euros por MWh en ninguna de las franjas horarias de este miércoles, a diferencia de lo sucedido en la víspera, cuando lo hizo hasta en cuatro ocasiones.

A pesar de la citada relajación observada en los primeros días de noviembre, en el undécimo mes del año el precio medio del mercado diario ha superado los 193 euros por MWh, cuatro veces más que un año antes y solo ligerísimamente por debajo de los valores observados en octubre (200 euros).

El mercado mayorista de la luz es el que fija las tarifas que abonan el 40% de los hogares que tienen un contrato regulado (también conocido como PVPC). Esas familias —y también algunas pymes: las grandes empresas suelen estar cubiertas con contratos a largo plazo en los que la volatilidad no tiene repercusión— son las que están más sujetas a la volatilidad propia de un mercado que cambia día tras día y hora tras hora: cuando los precios mayoristas suben, ven encarecerse su factura; cuando bajan, son los primeros en beneficiarse. El resto, unos 17 millones de hogares y pequeñas y medianas empresas que cuentan con una tarifa de tipo fijo, no están tan expuestas y solo se ven golpeadas por el alza de precios cuando vence su contrato y su suministradora actualiza el precio que les factura, algo que sucederá en los próximos meses.

La promesa de Sánchez, cada vez más lejos

A pesar de que el Gobierno y el PSOE se mantienen en sus trece —el portavoz de la ejecutiva federal de los socialistas, Felipe Sicilia, decía este lunes que el Ejecutivo cumplirá su “compromiso” de que la factura de la luz de los hogares no supere la media de 2018—, los datos apuntan en una dirección bien distinta. Con las últimas cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE) en la mano, a un mes de que termine el año la probabilidad de cumplimiento de la promesa es baja: la luz tendría que bajar cerca de un 40%, algo que se antoja poco menos que imposible.

Tampoco los datos del simulador de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), consultados este martes por Efe, son especialmente halagüeños: pese al pequeño descenso registrado en noviembre respecto a octubre (-1,7%), los hogares tuvieron que afrontar una factura un 58% mayor que un año atrás y un 57% más alta que en 2019, cuando la crisis sanitaria aún no había llegado para cambiarlo todo. Con el plan de choque del Gobierno, que ha reducido el IVA y ha destinado parte de los ingresos caídos del cielo de las eléctricas a rebajar la sobrecarga que sufren los hogares, el consumo eléctrico ha pasado de suponer la tercera parte de la tarifa regulada a la mitad.

Más cara que en Francia y Alemania

La proyección publicada por la Asociación de Empresas de Gran Consumo de Energía (AEGE, la patronal electrointensiva, sobre todo metalúrgicas y siderúrgicas) apunta en la misma dirección: según sus datos, a la vista de los precios ya observados y de los futuros para las próximas semanas, el MWh superará los 112 euros en el conjunto de 2021, un 228% más que un año antes —cuando la pandemia deprimió el consumo y hundió los precios— pero también muy lejos de los ejercicios previos. Para 2022, los futuros apuntan a un nivel de precios todavía elevado —en el entorno de los 150 euros por MWh— pero inferior a este ejercicio. Lo que ocurra dependerá, en buena medida, del mercado del gas natural, donde los especialistas esperan una cierta relajación a partir de la próxima primavera.

A juicio de Fernando Soto, director de AEGE, la solución pasa por hacer contratos con las eléctricas, pero se encuentran con que solo tienen contratado el 10% de su consumo. Esta situación se debe, según manifestó durante su intervención en una jornada organizada por la patronal eléctrica Aelec, a que las eléctricas tienen prácticamente cerrada la venta de su producción con contratos para 2022 y 2023.

Según Aege, las empresas electrointensivas pagan un sobrecoste por el suministro eléctrico de más de 1.500 millones de euros en relación con sus principales competidores directos europeos. Además, las perspectivas son muy alarmantes por los precios de los futuros, por lo que advierte de posibles cierres de fábricas: la industria electrointensiva española estima un precio a fin de año de 120,43 euros por MWh para las firmas del sector, más del doble que el precio francés, que es de 50,76 euros MWh, y 40 euros MWh más que el alemán, que es de 80,40.

También las firmas gasintensivas han reclamado “medidas urgentes, excepcionales y factibles”. Gas Industrial, asociación que agrupa a las principales consumidoras de gas natural, pide que se rebajen el IVA y el impuesto de hidrocarburos, así como una flexibilidad temporal al caudal contrastado por las empresas. Esta medida se aplicó durante el confinamiento y permitió aliviar los costes de producción.

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