La fuga del banquero portugués de los ricos y de sus cuadros
Tras la huida del fundador del BPP, João Rendeiro, para eludir la cárcel, la justicia impone prisión domiciliaria a su esposa por permitir la subasta de obras de arte confiscadas por el Estado
El antiguo presidente y fundador del Banco Privado Portugués (BPP), João Rendeiro, pareció tenerlo todo bajo control hasta septiembre. A pesar de que en la última década se liquidó la entidad, conocida en Portugal como el banco de los ricos, y la justicia abrió cuatro procesos contra él, siguió viviendo en la lujosa Quinta Patino, en Cascais, haciendo deporte, viajando libremente por América y Europa, escribiendo en su blog Arma Crítica y publicando libros. En este tiempo le absolvieron en una ocasión, pero le condenaron en tres sentencias que suman 19 años y 2 meses de cárcel por fraude fiscal, blanqueo de capitales, abuso de confianza y falsificación de documentos.
La presentación de sucesivos recursos le fue librando de entrar en prisión, pero en septiembre, consciente de que la moratoria estaba llegando a su fin, aprovechó un vuelo a Londres para desaparecer y anunciar que no regresaría a Portugal a través de su blog. Esgrimió la fuga como un acto de “legítima defensa”. El pasado jueves 4 el Tribunal de Instrucción Criminal de Lisboa decretó prisión domiciliaria con pulsera electrónica para su esposa, Maria de Jesus da Silva de Matos, para evitar que siguiese los pasos de su marido. El tribunal consideró que existía riesgo de fuga, de alteración de pruebas para la investigación y de continuidad de la actividad delictiva. La imputación y el arresto domiciliario de su esposa ha hecho que el banquero vuelva a hablar. En declaraciones al digital Sapo24, trató de exculparla. “Lo que sea ha sido mi responsabilidad”, afirmó João Rendeiro, que también culpó a su abogado de no haber realizado una gestión para apartar a su esposa del caso.
Da Silva, que hasta ahora no había formado parte de los procesos judiciales contra el antiguo banquero, está investigada por la subasta y falsificación de algunas obras de arte del matrimonio que el Estado confiscó en 2010. Tras la fuga de Rendeiro a finales de septiembre, se realizó una inspección de la policía judicial en el domicilio de la pareja que permitió comprobar que se habían esfumado 12 de las 124 obras intervenidas al banquero, un gran coleccionista de arte contemporáneo. Paradójicamente, la colección continuó en la vivienda familiar, con su esposa, Maria de Jesus da Silva de Matos, como responsable de su custodia.
Ocho de estas obras fueron vendidas por 1,3 millones de euros. Tres de ellas, del pintor estadounidense Frank Stella, se subastaron este mismo año en Christie`s. No parece que a Rendeiro le haya preocupado obtener liquidez del patrimonio confiscado por el Estado portugués a la vista de todos y tampoco que el dinero de la subasta no haya ido a reparar a los 30 clientes del BPP que aún no han sido compensados por la pérdida de sus depósitos. Durante los años dorados, el matrimonio acumuló un importante patrimonio artístico, pagado en buena medida con fondos desviados del BPP, según la jueza. En paralelo, fundó en Alcoitão un centro de arte para albergar la colección Ellipse, formada por unas 900 piezas de tres centenares de artistas contemporáneos.
En 2010 se liquidó el Banco Privado Portugués, que no llegó ni a la mayoría de edad (se fundó en 1996) aunque le dio tiempo a tener sus quince minutos de fama como banca de inversión. Su presidente y fundador, João Rendeiro, captaba una clientela de patrimonios millonarios, llevaba a la cantante Mariza a dar conciertos exclusivos y fichaba gente con buenos contactos (en España, entre otros, el exministro Marcelino Oreja Aguirre, el empresario Juan Villar-Mir o el expresidente de Telefónica Cándido Velázquez-Gaztelu). El BPP fue intervenido en diciembre de 2008, con la entidad en estado de insolvencia con un déficit de 700 millones de euros. El Banco de Portugal nombró una administración provisional, pero finalmente le retiró la licencia para operar en abril de 2010. No había gran interés político en salvar de la quiebra una entidad de clientes de grandes patrimonios, aunque fuesen víctimas de la gestión del fundador y otros administradores, que llegaron a apropiarse de 31 millones de euros del banco para uso personal. Curiosamente, algunos clientes son más condescendientes con Rendeiro que con la labor de la comisión liquidadora del BPP. Su fundador se ha vanagloriado siempre de que los clientes recuperaron el 90% de sus inversiones.
Nadie sabe dónde está ahora el antiguo banquero, hijo de un zapatero de Campo de Ourique que siempre soñó con el triunfo y la aceptación de la élite portuguesa. La prensa especula sobre su marcha desde Londres a algún paraíso fiscal, uno de esos acogedores escenarios de empresas offshore frecuentadas por el BPP, como el propio Rendeiro reconoció en su libro, Em Defesa da Honra, publicado este año. En él señalaba que antes de 2008 era una práctica frecuente el uso de offshores y el fraude fiscal: “Era habitual utilizar mecanismos de disminución de la factura fiscal (…) No digo que fueran virtuosos, pero eran social y ampliamente utilizados”, según se recogía en un artículo del semanario Expresso. Durante el interrogatorio judicial, su esposa apuntó hacia Sudáfrica. De momento hay dos órdenes cursadas de detención internacional contra el ex banquero que, según su antiguo socio en el BPP Francisco Pinto Balsemão, “tiene la manía de las grandezas”.
Una banca en el banquillo
En los tribunales portugueses también se tramitan varios casos que afectan a Ricardo Salgado, otrora poderoso presidente del Banco Espíritu Santo (BES) y del grupo creado a su alrededor. Salgado está implicado en procedimientos relacionados con la Operación Marqués, un caso contra la corrupción de 2014 en el que cayó el ex primer ministro socialista José Sócrates y que sigue atascado en los tribunales. En la vista que se ha desarrollado en octubre, pendiente de sentencia, se juzga a Salgado por tres delitos de abuso de confianza en el ámbito de la Operación Marqués. El juez instructor le acusó de apropiarse de 10,6 millones de euros del grupo BES a través de transferencias realizadas en 2011 para sociedades offshore controladas por él. Al margen de este proceso, tiene pendiente la gran causa por el colapso en 2014 del Grupo del Espíritu Santo, en el que la fiscalía le acusó de cometer 65 delitos y calcula que el valor de los perjuicios causados ascendió a 11.800 millones de euros. El Ministerio Público acusa a Salgado de liderar una asociación criminal como responsable del Grupo Espíritu Santo, que abarcaba más de 350 empresas repartidas por todo el mundo, y crear una estructura fraudulenta que funcionaba al margen de los órganos de gestión.
También está en entredicho la gestión del Novo Banco. La entidad se creó en 2014 para gestionar los activos buenos del Banco Espíritu Santo tras su quiebra. Su único accionista, el Fondo de Resolución Bancario de Portugal, le inyectó 4.900 millones de euros procedentes de un préstamo de la troika (Comisión Europea, BCE y FMI). En 2017 vendió el 75% de la entidad al fondo estadounidense Lone Star, el mismo que ha comprado negocios inmobiliarios de la banca española, a cambio de una inyección del fondo de mil millones de euros. La posterior gestión del fondo, que se ha deshecho a precios bajos de los activos inmobiliarios y la aseguradora del Novo Banco en operaciones donde parecían existir conflictos de intereses, está ahora en el punto de mira. Además de una comisión de investigación parlamentaria, que cargó las tintas sobre las responsabilidades políticas tanto del Gobierno conservador de Passos Coelho, que acordó la creación del Novo Banco, como del Ejecutivo del socialista António Costa, que permitió la venta a Lone Star, hay en marcha una segunda auditoría del Tribunal de Cuentas y una investigación de la Fiscalía. La administración portuguesa ha inyectado más de 3.200 millones en Novo Banco desde que se vendió a Lone Star en 2017, obligados por el acuerdo de venta que nunca ha llegado a hacerse público en su integridad.
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