La Reserva Federal de EE UU empezará a retirar estímulos monetarios en noviembre y mantiene los tipos de interés al 0%
Los 12 bancos centrales estadounidenses subrayan la amenaza de la escasez y su temor a una inflación más duradera
Desaceleración económica, vigorosa creación de empleo y presión inflacionaria, en un escenario de atasco productivo global y con leves repuntes del coronavirus. El escenario que ha rodeado la reunión de la Reserva Federal (Fed, banco central de EE UU) en Washington arroja un pronóstico reservado de la salud de la economía estadounidense, de ahí que las conclusiones del Comité Federal de Mercado Abierto, responsable de aplicar la política monetaria, se aguardasen con expectación no exenta de nervios, como han demostrado algunas oscilaciones en las principales bolsas en la apertura de la sesión de este miércoles. La economía estadounidense afronta la peor crisis de suministros desde la del petróleo de 1973, y el frenazo que eso implica en la recuperación ha condicionado la decisión acerca de la progresiva retirada de estímulos en la primera economía mundial, así como sobre el precio del dinero, congelado en torno al 0% desde marzo de 2020.
Finalmente, las previsiones se han cumplido y la Fed ha anunciado este miércoles que empezará a retirar estímulos monetarios (tapering) en noviembre. Lo hará reduciendo en 15.000 millones de dólares mensuales su programa de compras de bonos (10.000 millones) y valores respaldados por hipotecas (5.000 millones), vigente desde marzo de 2020, que hasta ahora funcionaba por un importe de 120.000 millones de dólares al mes. No habrá cambios, sin embargo, en sus tasas de referencia, que permanecerán en el rango del 0%-0,25%. La Fed justifica su decisión por la “sustancial mejora” de la economía, aunque reconoce que la inflación sigue siendo elevada: cerró septiembre con una tasa interanual del 5,4%, la mayor en 13 años. Los mercados reaccionaron con ligeras subidas al anuncio.
El quid de la cuestión para el Comité Federal era determinar si las disrupciones son localizadas y temporales —como todos esperaban que fuera la inflación, circunscrita supuestamente a la fase de expansión del consumo en primavera y verano, con el avance de la vacunación— o se trata de tendencias a más largo plazo que impulsarán aún más la inflación si continúa el desequilibrio entre la oferta y la demanda. En el comunicado emitido este miércoles, la Fed insiste en que la presión inflacionaria responde en gran medida a “factores que se espera sean transitorios”. “Es difícil predecir la persistencia de los efectos” de los problemas logísticos, y en especial el de la inflación, ha señalado Jerome Powell, responsable de la Fed. “Está claro que es un momento de incertidumbre, pero deberíamos ver el descenso de la inflación para el segundo o tercer trimestre” de 2022, añadió Powell, subrayando que la Fed puede esperar con paciencia para subir los tipos, salvo que la coyuntura obligue a hacerlo antes.
En una reciente proyección económica de la Fed, 10 de sus 12 bancos regionales constataron la preocupación existente por las distintas manifestaciones de escasez, ya sea de trabajadores o bienes. La palabra escasez, de hecho, aparece 70 veces en el documento. Seis de los 12 bancos referían “cuellos de botella” y la mayoría constató una coyuntura de “precios significativamente altos”, según el recuento realizado por la agencia Bloomberg. A ello se suman otros factores como el encarecimiento de las materias primas y la escasez de mano de obra, incluso en los sectores menos cualificados, además del precio al alza de la energía.
Con la temporada navideña en ciernes —la verdadera prueba de fuego—, el dilema de la Fed es averiguar si la contracción de la oferta representa una amenaza inflacionaria tan grande que justifique una política monetaria más estricta, o si la economía vuelve a la normalidad, lo que permitiría una política monetaria más flexible.
El 22 de octubre, Powell ya apuntó el riesgo de una inflación sostenida, en EE UU y otras economías desarrolladas, por la contracción de la oferta y la escasez. “Estas restricciones de oferta y la escasez, y por lo tanto, la elevada inflación, es probable que duren más de lo esperado, tal vez hasta bien entrado 2022”. Lo probable, añadió el presidente de la Fed, es que después la inflación se modere, hasta estabilizarse cerca del objetivo del 2%.
En una nota a clientes, Tiffany Wilding, economista para EE UU de PIMCO, ya apuntaba la semana pasada que la Fed iba a anunciar la primera reducción de su ritmo mensual de compras de bonos en la reunión que este jueves concluye en Washington. “Estamos de acuerdo, y esperamos que la Fed reduzca el ritmo en 15.000 millones de dólares al mes, lo que pondría fin al programa para la reunión del Comité Federal del Mercado Abierto de junio de 2022. Aunque la Fed ha anunciado esta reducción sin mucha volatilidad en el mercado, ahora se enfrenta al reto de gestionar las expectativas de los tipos ante los elevados riesgos de inflación”. La analista de PIMCO apuntaba también sus pronósticos en la nota previa a la reunión: “El objetivo de inflación [en torno al 2%] se alcanzará a finales de 2022, y la primera subida de tipos de la Fed se producirá en 2023”.
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