Carmona hace saltar chispas en el Gobierno
El PSOE se desvincula del fichaje por Iberdrola del exportavoz socialista en el Ayuntamiento de Madrid, al que Sánchez apartó de la vida orgánica
Cinco años después de su cese a las bravas como portavoz en el Ayuntamiento de Madrid una tórrida mañana de verano, Antonio Miguel Carmona (Madrid, 58 años) y la actual dirección del PSOE solo coinciden en la animadversión mutua. La urgencia con la que el Gobierno ha querido desvincularse del nuevo vicepresidente de Iberdrola España, negando que se trate de otro caso de puerta giratoria en plena guerra del Ejecutivo con las eléctricas por los precios de la luz, es verosímil. Por ambas partes. Hace muchas lunas que no quieren saber nada la una de la otra. Desde que se rompió, la relación nunca se recondujo. Al menos eso dicen, ya que hay quien ha interpretado que, con el fichaje de Carmona, los socialistas ganan un interlocutor directo en el sanctasanctórum del gigante energético y este, un gozne para abrir puertas en el Ejecutivo.
Apartado de la vida orgánica desde 2019, cuando Pedro Sánchez le desterró de las listas electorales, Carmona venía negociando desde mediados de septiembre su salto al poderoso grupo eléctrico. Su contratación llega en pleno enfrentamiento de las compañías eléctricas con el Gobierno tras el plan de choque aprobado para frenar el impacto del precio de la electricidad en la factura de la luz y estando todavía caliente la descarga que provocó en La Moncloa en agosto el vaciado de embalses por parte de Iberdrola, que el Ejecutivo tildó de escandaloso por las sospechas de querer aprovecharse del alto precio de la energía. Desbocadas como jamás se había visto, el descontrol de los precios ha agitado a la oposición contra el Ejecutivo y las eléctricas han puesto el grito en el cielo por unas medidas que consideran injustas, sobre todo la obligación de devolver 2.600 millones de retribuciones consideradas extraordinarias obtenidas por vender energía barata al precio de la más cara.
Mientras, el economista compaginaba las clases en la Facultad de Ciencias Económicas, donde lleva ejerciendo tres décadas, con su carrusel semanal de tertulias televisivas en prime time. Carmona, que también se gana la vida asesorando a empresas privadas, ya había rechazado dos ofertas de firmas del Ibex, según su entorno, y decidió que no podía dejar pasar otra oportunidad. Y esta se la brindó Ignacio Sánchez Galán, presidente y consejero delegado del grupo Iberdrola, con el que mantiene una cordial relación desde hace 20 años, según las fuentes de su entorno que añaden que Galán se lo propuso ante la necesidad de contar con alguien con agenda para encargarse de las Relaciones Institucionales, así como con inversores y medios de la subsidiaria española, pero no con el Gobierno. Una actividad que quedó huérfana desde que Fernando Bécker (también de pasado político, en este caso en el PP) dejó la empresa hace ya dos años.
“El mejor sitio, el peor momento”
En ese contexto, los nuevos compañeros le han recibido con expectación. “Vienes al mejor sitio en el peor momento”, le confiaron nada más llegar a la sede de la empresa. Era un saludo cargado de dinamita. Aunque lleva más de dos años alejado de puestos políticos, el alboroto de las puertas giratorias pesa mucho sobre el economista madrileño y su partido. A ninguna de las fuentes consultadas se les escapa lo impopular que es esta situación, en la que se recuerda sus intervenciones contra políticos del PP que pasaron a ocupar puestos en la esfera privada, en muchos casos sin esperar ese tiempo considerado de cuarentena.
No obstante, el PSOE se desmarcó de inmediato de la operación, en un contexto en el que los elevadísimos costes del gas, el petróleo y la luz amenazan con truncar las expectativas económicas. “[Carmona] es un militante de base que hace tiempo no representa ni al PSOE ni a su militancia. Y nunca ha representado a la actual dirección”, cargó este lunes Eva Granados. “Sus decisiones son a título individual; si nos hubiera consultado le habríamos dicho que no. El Gobierno ya tiene interlocución fluida con las eléctricas antes, durante y después de este nombramiento. No es ningún tipo de interlocutor de nada”, zanjó la portavoz del comité organizador del 40º Congreso del PSOE, que este martes tomará posesión de su acta como nueva referente de los socialistas en el Senado.
Más tajante aún fue el presidente de Asturias, Adrián Barbón. “Me parece una vergüenza, siento vergüenza ajena. Lo que está claro es que ni representa al PSOE ni obedece a su dirección política”, arremetió el barón socialista. Más templado, el secretario de Organización de los socialistas, Santos Cerdán, fue el primero en marcar el paso al partido: “No tengo nada contra Iberdrola ni contra Carmona. Pero si se confirma la noticia de su fichaje, me parece un mal mensaje el que emiten ambos”, se pronunció el domingo en redes sociales.
Las explicaciones no convencen a Unidas Podemos. El socio minoritario del Ejecutivo ha pedido que le expulsen del partido. Jaume Asens, presidente del grupo confederal en el Congreso, opina que “lo coherente” sería que Ferraz le suspendiera como militante o que el propio Carmona “se fuera”. “En medio de la guerra con la ofensiva de las eléctricas, que alguien como Carmona se pase al lado de Iberdrola es una indecencia”, sentenció Asens. Las fuentes consultadas del PSOE trasladan que ese extremo no es posible ya que la contratación de Carmona es legal, se ajusta a derecho y no incumple los estatutos del partido.
El PP tampoco ha dejado pasar la ocasión para arremeter contra el Gobierno. “Convendría reflexionar en cómo desde la izquierda demonizan actuaciones cuando las realiza alguien de la derecha y cómo desde la izquierda se justifica cuando las hacen ellos. Esta izquierda de caviar, que no entienden los españoles, tiene que empezar a cambiar”, observó Enrique López, secretario de Justicia e Interior de los populares y consejero de Presidencia de la Comunidad de Madrid.
Caída en desgracia
La contundencia, por no decir crudeza, con que el PSOE ha salido a criticar al vicepresidente de Iberdrola España ha devuelto a la actualidad su caída en desgracia en el partido. Carmona no apoyó a Sánchez en dos momentos decisivos de la trayectoria del presidente del Gobierno y secretario general de los socialistas. Fiel a Susana Díaz en las primarias de 2017 en que Sánchez fue reelegido por la militancia, Carmona se mantuvo leal hasta el final a Tomás Gómez cuando fue defenestrado en febrero de 2015 como líder del partido en Madrid, tres meses antes de las elecciones autonómicas de 2015.
La izquierda se quedó, con Ángel Gabilondo de candidato, a un escaño de gobernar la Comunidad, bastión del PP desde 1995. Peor le fue a Carmona en la capital, donde firmó su defunción política tras cosechar el peor resultado del PSOE. La candidatura de Carmona fue la tercera más votada tras el PP y Ahora Madrid, la plataforma de Manuela Carmena, con el 15,28% de los votos (249.152) y nueve concejales. Jaime Lissavetzky, en 2011, fue segundo con el 23,93% (364.600 papeletas) y 15 ediles. El 3 de agosto la primera decisión de la nueva secretaria general del PSOE de Madrid, Sara Hernández, era la destitución de Carmona como portavoz en la alcaldía de Madrid.
El consuelo le llegó a Carmona cuando ya era un militante de base. Pepu Hernández, apuesta personal de Sánchez para el Ayuntamiento en 2019, hizo buenos sus números. El exseleccionador de baloncesto quedó relegado al cuarto puesto con 224.074 y ocho concejales. Dos años después, la apuesta de alto voltaje de Iberdrola por Carmona le ha devuelto al disparadero de la arena política. Pese al torbellino en que se ha visto envuelto, no se arredra. Como su Atleti.
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