Las infraestructuras sanitarias siguen lejos de recuperar los niveles máximos de 2011 pese a la pandemia
La inversión en I+D y tecnologías de la información solo experimentó una ligera caída el pasado año
Las secuelas de la crisis financiera de 2008 dejaron a España mal preparada para encarar la covid. La dotación de infraestructuras sanitarias sigue por debajo de 2011 a pesar de la inversión por la pandemia. Con datos de 2018 era todavía un 10% inferior valorado en euros. Y dado el aumento de la inversión total de las administraciones que hubo en 2020, del 6,7%, aunque buena parte de este fuera a sanidad, es imposible que pueda haberse recuperado.
“La brecha es de tal magnitud que es imposible cerrarla por mucho que se desembolsara en 2020 para hacer frente al virus. Estamos aún muy lejos. Hablamos de bienes de inversión, no de medicamentos”, explica Matilde Mas, catedrática de la Universidad de Valencia y uno de los autores de un estudio sobre la evolución de la inversión en España elaborado por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie) y la Fundación BBVA.
Durante una década, la inversión en sanidad ha sufrido caídas anuales del 10%, del 20% y hasta del 30%. Se trata por tanto de unas magnitudes frente a las que una mejora de un 6,7% en un año es del todo insuficiente para recobrar lo perdido.
El ajuste que se aplicó a las cuentas públicas a partir de 2010 se centró sobre todo en la inversión de las administraciones, que permanece prácticamente congelada y que en 2020 todavía fue un 43% de la que se realizaba en 2009. Unos niveles tan bajos acumulados durante una década han tenido un fuerte impacto en especial sobre los servicios sanitarios, reduciendo su dotación y equipamiento. Y esto ha agravado los problemas de congestión hospitalaria padecidos durante la pandemia, señala el informe.
Estos datos se calculan con euros una vez restada la inflación y la depreciación de los activos. Y no hay estadísticas comparables en la UE en euros sobre el stock de inversiones en sanidad. Pero si se toman cifras como el número de camas disponibles por paciente afectado de coronavirus, España se encuentra en una peor situación que sus pares europeos.
Y este mismo fenómeno ha ocurrido también en la educación. Según los cálculos del estudio, en 2018, último año del que hay datos desagregados, la inversión anual en educación todavía estaba cerca de un 20% por debajo de la de 2011 y el stock de equipamiento, era un 15% inferior. En infraestructuras de transporte los volúmenes de gasto anual son casi un 60% menores y el stock está igual que en 2011. El patrimonio acumulado en inversiones llegó a estar en sus máximos en unos 30.000 millones en sanidad en 2011, en unos 25.000 millones en educación en 2010 y en unos 330.000 millones en infraestructuras de transportes en 2013.
En todos los capítulos la inversión pública no ha sido suficiente ni siquiera para ir compensando el deterioro que van sufriendo los activos, salvo en las redes viarias y ferroviarias. Aunque una parte haya ocurrido en infraestructuras que fueron excesos de la burbuja como algunos aeropuertos, polígonos o polideportivos, el menoscabo ha sido generalizado y afecta de manera muy importante a los servicios públicos.
“España tiene una oportunidad en los fondos europeos para aumentar los niveles de inversión pública que sirvan para cubrir el mantenimiento de las infraestructuras y equipamientos sociales actuales y permitan que la inversión neta, una vez restada la depreciación de los activos, vuelva a ser positiva para ampliar y mejorar las dotaciones”, subraya el documento.
La pandemia provocó el año pasado una caída de la inversión total en España del 11,4%, un desplome mayor que el del PIB, que cayó un 10,8% y que el del empleo, que retrocedió un 4,2% gracias al freno de los ERTE. A pesar de que la parte pública se disparó un 6,7% para contrarrestar la covid, la inversión del sector privado se desplomó un 14% al estar muy afectado por las restricciones.
En 2020 la inversión en material de transporte se hundió un 25% respecto al año anterior; en vivienda un 18%; en construcción no residencial, que incluye las infraestructuras públicas, un 11%, y en maquinaria y equipo, un 8%. En cambio, la inversión en activos inmateriales (software e I+D+i, entre otros) se vio menos lastrada con una disminución del 1,9%. Y la adquisición de TIC (hardware y comunicaciones) solo descendió un 3%. En parte estas partidas se vieron beneficiadas porque las empresas que pudieron pusieron a sus plantillas a teletrabajar.
“Es un tipo de inversión mucho más resiliente, menos volátil y que mejora la productividad de la empresa”, señala Matilde Mas. España solo está por delante de Grecia en Europa en inversiones en intangibles. La buena noticia es que la economía española está recortando y crece en este capítulo más que el resto. Pero la mala es que no solo hace falta eso: para absorber mejor la tecnología también hay que invertir en formar al personal y reorganizar la empresa. Y en esto, según apunta Matilde Mas, España está muy retrasada: “Los fondos europeos son una gran oportunidad para corregir estas deficiencias que no se puede desperdiciar”, dice.
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