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El sector turístico español teme una ola de cancelaciones de los viajeros extranjeros

El avance de la variante delta pone en jaque a la industria, que tiembla ante una posible vuelta de las restricciones a la movilidad internacional

Grupos de turistas a su llegada al puerto de Barcelona, el 26 de junio.
Grupos de turistas a su llegada al puerto de Barcelona, el 26 de junio.Albert Garcia

El turismo se la juega en las próximas semanas. “La variante delta impulsa la tasa de contagios de covid de España a la más alta en Europa continental”, titulaba este miércoles el diario económico británico Financial Times poniendo a España en el centro de la diana. De esta forma explicaba cómo la pandemia parece que se vuelve a ir de las manos por el impacto de la nueva cepa india y la rápida propagación de infecciones entre personas menores de 30 años, lo que deja al sector turístico tiritando ante una posible vuelta de las restricciones a la movilidad internacional. La amenaza de una nueva ola alejaría la posibilidad de que lleguen 17 millones de visitantes extranjeros este verano, como espera el Gobierno. Sin esas llegadas, las reservas ya realizadas se convertirían en cancelaciones en cuestión de días. Y las cancelaciones ensombrecerían un verano que se presumía hasta hace poco más luminoso.

El peor escenario ha pasado de esbozo preliminar a convertirse en una amenaza real. El futuro lo marcarán el Reino Unido, en función de si mantiene su reapertura (todavía mínima con España) o si da marcha atrás, y Alemania. El mayor miedo del sector turístico es que Berlín siga el rumbo fijado con Portugal: cuarentena obligatoria para los no vacunados que regresen del país vecino por el avance de la variante delta. Si ocurren estos supuestos, la industria de viajes quedaría en el alambre tras 16 meses de exigua facturación. Y también trastocaría la ansiada recuperación, que empieza a tomar cuerpo. “La variante delta representa un riesgo especial para las economías más expuestas al turismo”, apuntaba este miércoles Axel Botte, estratega global en Ostrum Asset Management, la gestora de activos de Natixis.

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El empeoramiento de la situación se debe principalmente a un incremento de la incidencia acumulada de contagios (este miércoles escaló hasta los 252 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días), al daño reputacional causado por el macrobrote de Baleares y al avance de la variante delta —ya es mayoritaria al menos en cuatro comunidades: Madrid, Cataluña, Comunidad Valenciana y Navarra—. Un cóctel explosivo, sobre todo al recogerse con crudeza en la prensa internacional. Unas informaciones que se han acogido con cierto estupor por el sector turístico, atemorizado por las consecuencias políticas que pueda tener: “Es dramático, lo peor que nos podía pasar. Es muy preocupante que se esté transmitiendo esta imagen del país. Parece cuestión de tiempo que vuelvan a llegar medidas restrictivas”, asegura José Luis Zoreda, vicepresidente de Exceltur.

Por el momento, las cancelaciones no se dejan sentir, aunque sí se percibe ya una ralentización en el ritmo de reservas. Según los datos del portal SiteMinder, las ventas hoteleras se sitúan actualmente en el 99,27% con respecto a niveles de 2019. “Se mantiene prácticamente igual que en la semana previa”, apuntan portavoces del sitio web. Así, la progresión vertiginosa de las reservas (llegaron a superar los niveles prepandemia el 26 de junio, un hito que también constató eDreams el pasado lunes) desde el final del estado de alarma se ha frenado en seco. Ahora, o no se crece o se hace a un menor ritmo.

Mal julio

Fuentes de Meliá aseguran que este cambio de tendencia en el número de ventas se experimenta desde el macrobrote de Baleares. “Sigue habiendo reservas, pero menos que en los primeros días tras el anuncio de la inclusión de Baleares en la lista verde del Reino Unido”, explican estas fuentes. En Riu ocurre algo similar: “Hay menos reservas que semanas anteriores, pero sigue habiendo ventas, no cancelaciones. Aunque la situación es muy volátil”. En el caso de esta hotelera, entre el 7 y el 13 de julio se creció un 8% en el número de reservas respecto a la semana anterior, mientras que la semana pasada se retrocedió un 10% en el volumen de esos días, según la compañía.

La situación es también variable por comunidades. Por ejemplo, en Cataluña, el incremento descontrolado de contagios por coronavirus ha hecho saltar por los aires las expectativas que barajaba el sector para el arranque de la temporada estival. “Es necesario dar mensajes de confianza al exterior”, manifiesta Santiago García-Nieto, presidente de la Confederación Empresarial de Hostelería y Restauración de Cataluña (ConfeCat). Los hoteleros de la región son conscientes de que sin posibilidad de cortar la escalada de casos positivos a corto plazo en la población más joven la situación es dramática.

Ante esta tesitura, muchos ya apuntan a un julio que no será bueno en la comunidad y casi en ninguno de los mayores destinos turísticos de España, salvo contadas excepciones. “Llegamos tarde a la temporada”, dicen desde la ConfeCat. Así, las empresas se centran ya en tratar de salvar agosto y septiembre, y exigen un mayor trabajo diplomático y de promoción exterior para explicar que España es un destino seguro.

Nuevas métricas

El sector entra así en los meses clave del año con temor a que se repita el varapalo del verano pasado, el peor de siempre para esta industria. Entre julio y septiembre, el Gobierno todavía mantiene la previsión de que lleguen 17 millones de viajeros (esto es un 45% de los que lo hicieron en ese periodo en 2019 y casi tres veces más de los que visitaron España el verano pasado) y que se recupere la mitad del turismo en el ejercicio (la cifra referencia son los 83,5 millones de 2019). Un objetivo que se complica cada vez más, sobre todo por la brecha abierta en la primera mitad del año: hasta mayo llegaron 3,2 millones de viajeros extranjeros, 26 millones menos de los que lo hicieron en ese periodo del año previo a la pandemia.

Por si fuera poco, Alemania (segundo mercado emisor más importante) se ha mostrado férrea y es partidaria de restringir la movilidad si es necesario para que la recuperación no se tuerza de nuevo. De hecho, reclamó sin éxito en el seno de la UE imponer cuarentena a los viajeros británicos. Tras ese intento fallido, mandó un aviso para navegantes: impondrá restricciones o incluso vetará la entrada a los nacionales de países que no sean capaces de contener los contagios, algo que ya hace con Portugal. Una decisión que inquieta al sector turístico, ya que si sucede en España tendría un efecto devastador.

En este contexto cada vez con más incertidumbres en el horizonte, el sector ensalza las métricas que muestran una mejora ostensible del control de la pandemia para tratar de salvar el verano. En especial, la menor tasa de mortalidad gracias al avance de la vacunación (un 42,1% de la población ya tiene la pauta completa). “No puede ser que nos ocurra lo mismo del año pasado por una lectura errónea de la situación. Los contagios se dan en personas por debajo de 30 años que apenas ingresan en el hospital. No creo que se deban utilizar las mismas métricas que hace un año”, reclama Zoreda.

La incidencia acumulada se convirtió en octubre en el termómetro de la pandemia para el común de los ciudadanos una vez que se aumentó considerablemente el número de pruebas que se realizaban. Pero ahora, con la gran mayoría de la población vulnerable vacunada, esta cifra ya no se puede leer de la misma manera. Los expertos apuntan que se debería prestar más atención a otros indicadores como la presión asistencial en los hospitales o la tasa de mortalidad, donde España está entre los que tienen menor incidencia de la Unión Europea. Eso sí, que se complemente con otras métricas no hará desaparecer el problema del aumento de los contagios, un aviso a tener muy en cuenta.

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