Nik Storonsky, el milmillonario que fue aprendiz en Lehman
El fundador de Revolut es el primer británico del área tecnológica que acumula una fortuna de más de 1.000 millones de euros
El primer milmillonario nacionalizado británico surgido de una start-up tecnológica no nació en Londres, sino en los alrededores de Moscú. Nik Storonsky, director ejecutivo y cofundador de la fintech Revolut, lleva 14 años en el Reino Unido pero aún conserva un marcado acento ruso. A sus 36 años, lidera una empresa valorada en 5.500 millones de dólares (4.600 millones de euros) que en un lustro le ha granjeado una fortuna equivalente a 1.000 millones de euros, según la revista Forbes. Casado y con dos hijos, se confiesa admirador de Elon Musk, aunque en su caso, prefiere dedicar “menos tiempo a la imagen pública” y más a construir lo que define como una “superapp financiera”.
“En la práctica, significa que te damos en una aplicación todos los servicios que necesitas para tu vida financiera”, explica Storonsky por videoconferencia. Revolut suma 15 millones de usuarios en 37 países que incluyen los del Espacio Económico Europeo, Reino Unido, Australia, Canadá, Singapur, Suiza, Japón y Estados Unidos. Empezó en 2015 como una combinación de aplicación y tarjeta prepago que los viajeros podían usar para cambiar divisas a precios de mercado, hacer compras y sacar efectivo de un cajero. Pero ahora, dependiendo del país de residencia, se puede usar para ahorrar en diferentes monedas, invertir en Bolsa o materias primas, comprar 21 tipos de criptomonedas, dividir entre amigos la cuenta de la cena, contratar un seguro o, en la versión para negocios, cobrar mediante códigos QR.
Aficionado a los números y la ciencia, Storonsky estudió Física en el prestigioso Instituto de Física y Tecnología de Moscú (MIPT por sus siglas en inglés). A los 22 años se fue a Londres como becario de Lehman Brothers, donde le pidieron que se quedara “porque era muy bueno”, afirma. Trabajó como trader durante dos años hasta que el histórico banco de inversión se declaró en quiebra, en 2008. “No me iba a quedar sin empleo porque nuestra división había sido comprada por Nomura e, incluso antes de eso, Credit Suisse me había hecho una oferta”, dice. “No estaba preocupado porque era joven y no perdí mucho dinero. Pero recuerdo a varios directores de área comprando acciones de Lehman porque estaban muy baratas y creían en la empresa… Mala suerte para ellos, perdieron gran parte de sus ahorros y, además, en esa época, nadie necesitaba banqueros tan costosos”.
De semblante serio, el único momento de la entrevista en que sonríe llega con la pregunta de qué aprendió de lo ocurrido con Lehman Brothers. “Métodos de gestión de riesgo”, responde. “Me volví muy cauto y reacio al riesgo, particularmente en los mercados financieros”. Pero cinco años después, tomaría una decisión osada: “Siempre quise empezar algo por mi cuenta, así que el mismo día que recibí mi pasaporte británico, renuncié a Credit Suisse y comencé mi propio negocio”.
El antiguo trader se asoció con un excompañero del banco suizo, Vlad Yatsenko. De la experiencia en inversión de Storonsky y las habilidades de ingeniería de software de Yatsenko, surgió Revolut, considerado hoy uno de los mayores neobancos, entidades 100% digitales, de Europa. Su objetivo: abaratar y facilitar operaciones que involucraran intercambios de divisas, una necesidad que él como ruso y Yatsenko como ucranio sentían en carne propia.
Una confianza esquiva
Hoy, la firma da empleo a 2.500 personas en el mundo y quiere contratar a otras 1.000 este año en España y otros seis países. Sus 650.000 clientes españoles utilizan la aplicación, sobre todo, para pagos en comercios electrónicos, aunque otros servicios como la adquisición de criptomonedas han crecido bastante durante la pandemia, según la compañía.
Revolut opera en Europa del Este como un banco con sede en Lituania, un programa piloto que aspira a extender al resto de la UE. Mientras tanto, está a la espera de que le concedan licencias de banco en el Reino Unido y Estados Unidos, este último, “el premio número uno” para Storonsky.
“Yo no diría que hayamos conquistado ninguna gran meta”, comenta, sin embargo, el empresario. Su visión es erigir en el próximo lustro una “institución financiera global” que se sitúe entre las tres mejores de cada país en el que tenga presencia. Un objetivo especialmente ambicioso para un sector que aún no genera confianza. En el Reino Unido, el país con más bancos digitales del mundo según la consultora Exton, una encuesta de Accenture hecha a 3.000 consumidores en julio arrojó que solo el 45% creía que los neobancos sobrevivirían los 12 meses siguientes. Pese a que los usuarios han crecido en los últimos años, convencerlos de depositar mayores cantidades de dinero resulta complicado. Según el Rastreador de Bancos Digitales de Accenture, los ingresos promedio por cliente de los neobancos fueron de apenas nueve libras (10,3 euros) en 2019 frente a las 270 libras (31,10 euros) de los bancos tradicionales.
Storonsky insiste en que Revolut tiene mejores datos, pero admite que los consumidores “se acostumbran a sus bancos y es difícil lograr que cambien a otro”. Para él, los escépticos de las fintech están “claramente equivocados”. “Si echas un vistazo a nuestras finanzas, verás que son muy robustas. No puedo decir lo mismo de otros bancos digitales, pero nuestro modelo de negocio definitivamente está funcionando”.
Revolut aún no ha conseguido un año fiscal positivo. En 2019, sus ingresos se triplicaron en solo un año hasta alcanzar 163 millones de libras (188 millones de euros). Y lo mismo ocurrió con sus pérdidas, multiplicadas por tres, hasta 123 millones de euros. Storonsky prefiere destacar que la firma dejó de registrar pérdidas mensuales a finales de 2020: “Nuestro enfoque en 2021 no se centra en ser rentable. Para mí, lo importante es el margen neto, siempre que esté entre +20% o -20%, me parece bien. Lo que importa es el crecimiento y los fundamentos económicos del negocio, es decir, el margen bruto, que en estos momentos es del 80%. Así que, como negocio, Revolut es fuerte y saludable”.
Pero si algo se le critica a Revolut, son las condiciones laborales. Wired y Financial Times han publicado testimonios de empleados quejándose de largas jornadas, presiones y grandes dificultades para conciliar la vida laboral con la familiar. En Glassdoor, el sitio web que recopila opiniones de empleados sobre empresas, Revolut tiene una puntuación de 3,2 sobre 5 e incluso quienes le pusieron la evaluación más alta mencionan el intenso ritmo de trabajo como un punto en contra de la firma.
Storonsky no oculta el problema, aunque no lo cree tal: “Hay que entender que trabajar en una start-up es muy diferente a trabajar en un ambiente corporativo. Las exigencias y los compromisos son distintos, siempre estás limitado en recursos y detrás de competidores ya establecidos. Así que tienes que alcanzarlos”. Para él, que enumera la búsqueda de talento como una de las tareas más difíciles de la firma, la cultura laboral de Revolut es de “emprendimiento”, “innovación”, “empuje” y “ambición”, y carece de eso que tanto le disgusta de la banca tradicional: “No tenemos intrigas ni ese tipo de gente adormilada que finge estar trabajando en vez de estar construyendo algo nuevo”.
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