Botín justifica el rechazo a Orcel por la posible reacción de los accionistas y los daños reputacionales
Se suspende el juicio del directivo italiano contra el Santander al que le reclama 76 millones por renunciar a su fichaje tras anunciarlo
El juicio de Andrea Orcel contra el Banco Santander por su el fichaje fallido como consejero delegado ha quedado suspendido para que puedan declarar dos testigos del banquero italiano que no se encontraban en la sala. El juicio contra el Banco Santander por el fichaje fallido de Andrea Orcel como consejero delegado ha quedado suspendido para posibilitar la declaración de dos testigos propuestos por la defensa del banquero italiano que no se encontraban en la sala.
La vista oral se produjo en el salón de actos de los Juzgados de Plaza de Castilla, de Madrid, en medio de un gran interés mediático. Está en juego una inusual demanda multimillonaria de una estrella de la banca de inversión europea que iba a ser el fichaje más sonado del Santander. Todo ello ha terminado en un enfrentamiento descarnado incluso para el hostil mundo financiero. Orcel empezó reclamando 112 millones al Santander, aunque después de fichar como consejero delegado de UniCredit ha reducido su demanda a 76 millones.
Botín y Orcel estaban sentados en la misma fila, a solo cuatro asientos de diferencia, aunque no pasaron de un saludo de la banquera al llegar. Esta ha defendido que la oferta que le hizo la entidad no era un contrato y que la retiró por el coste reputacional que podría tener.
El caso se remonta a septiembre de 2018, cuando el Santander anunció que fichaba a Orcel como número dos de la entidad. Sin embargo, tras no ponerse de acuerdo en el sueldo, y en quién le debía pagar el bonus acumulado en el banco en el que trabajaba, UBS, en enero de 2019 el Santander anunció que renunciaba al fichaje “por su coste inaceptable”.
Al poco tiempo, Orcel demandó al banco porque había dejado UBS y porque entendió que la situación le causó daño reputacional; reclamó 112 millones y su reincorporación al Santander. En enero de este año se anunció que Orcel fichaba como consejero delegado del italiano UniCredit y rebajó su demanda a 76 millones. La clave del juicio es si una carta de oferta de cuatro páginas redactada por el Santander se puede considerar un contrato de trabajo vinculante o una oferta inicial no vinculante. Orcel incluso demandó al Santander por estafa, demanda que fue rechazada por el tribunal.
La argumentación de Botín ha sido que toda la negociación estuvo basada en dos principios: la confianza absoluta que tenían en Andrea Orcel (Roma, 57 años) por las décadas que llevaba trabajando con el Santander, y el convencimiento absoluto de que UBS pagaría al menos la mitad del bonus acumulado por el ejecutivo por sus más de siete años de trabajo, que superaba los 50 millones. Botín creyó que la entidad suiza le pagaría parte de la retribución variable pendiente porque no se iba a un banco competidor, algo que rechazó UBS.
Se rompió la confianza con Orcel
Con esta premisa, dijo la banquera, el Santander anunció en septiembre de 2018 el fichaje de Orcel a toda plana, convencidos de que llegarían a un acuerdo económico que supondría una rebaja considerable respecto a lo que cobraba el italiano en UBS “porque los bancos comerciales no pagan lo mismo que los bancos de inversión”, apuntó Botín. Pero pasados los meses, y al ver que UBS se resistía a pagar el bonus, el Santander se negó a asumir la factura que reclamaba el italiano.
El ejecutivo pedía 35 millones por el bonus perdido de UBS y los 17 millones acordados con el Santander como prima de contratación: 52 millones en total. Posteriormente, UBS le abonó 13,5 millones de su bonus acumulado, pero, según Botín, Orcel se negó a rebajar esa cantidad de lo que reclamaba al Santander, algo que hizo romper la confianza.
Botín ha asegurado que nunca le contrataron “porque de hecho mientras negociábamos seguía trabajando para UBS” y ha aducido que no hubiera podido presentar esta cantidad tan alta “ante la junta de accionistas porque socialmente y reputacionalmente era un riesgo que nos podía causar un rechazo del 40%, como ha ocurrido hace poco”, en velada alusión al rechazo que ha tenido el salario del propio Orcel en la junta de accionistas de UniCredit, en la que recibió el voto negativo del 42,66% tras anunciar que ganaría 7,5 millones anuales. Entre los que votaron en contra estaban el Santander, BBVA y CaixaBank, así como grandes fondos de inversión, según publicó Expansión.
“No es posible firmar un contrato si no lo aprueba la junta de accionistas”, ha explicado Botín, que en todo momento ha insistido en que la oferta presentada no se trataba de un contrato, sino de un documento que se puede calificar como “carta-oferta”. La responsabilidad del consejo era crucial, y el nombramiento “estaba sujeto a una serie de condiciones”, que no se dieron y por ello “no hubo contrato de servicios”, según la presidenta del banco.
“Soy la presidenta de un banco con 190.000 empleados”
En algunos momentos, el tono del abogado defensor de Orcel ha sido duro sobre las opiniones de Botín, llegando a decirle que sus afirmaciones eran falsas. En tono tranquilo, la banquera le ha recordado que era “la presidenta ejecutiva del Santander, que tiene 190.000 empleados” y que todo lo que hicieron fue transparente y de buena fe.
Quizá para rebajar la tensión, el letrado ha respondido que no dudaba del buen hacer del banco, “que es en el que tengo mi dinero y soy accionista desde los tiempos de mi abuelo”. Entonces el juez, que ha mantenido un tono cordial con Botín, ha confesado que él también tiene sus ahorros en el Santander, provocando las risas en el salón de actos donde se celebraba el juicio.
“Durante décadas Orcel ha pilotado las operaciones más relevantes del Santander porque nos parecía el mejor y por eso queríamos que viniera al banco. Sin embargo, después, tras ver que no se reducía las retribuciones y no conseguía que le pagara UBS, como nos había dicho, en el consejo empezó a haber dudas sobre si era la persona adecuada para confiarle la entidad”, añadió Botín en claro reproche.
Los ocho días de enero
Incluso ha descrito que desde el 7 enero de 2019 hasta el consejo del 15 de enero, en el que se decidió rechazar su llegada, Botín trató de buscar un acuerdo porque le dijo que sus pretensiones eran imposibles para el Santander. “Le dije que en ese contexto, en el que ya habíamos planteado las salidas del Banco Popular, recién comprado, había riesgos de reputación y la cifra no era aceptable, no podíamos seguir adelante, y él lo entendió. Lejos de ofrecer una cifra menor, insistió en que todavía le faltaban otros tres millones en su reclamación y que no podía ofrecer una cifra menor”.
Todas las cuestiones técnicas y los detalles de las conversaciones con los jefes de UBS han quedado pospuestos para la siguiente cita, pendiente de fecha.
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