Cuando todo vale y nada sirve
Del éxito o fracaso de la transformación de nuestro sector educativo, depende en gran medida el futuro del desarrollo económico y social del país
La pandemia de la covid-19 ha provocado numerosos cambios en la forma de relacionarnos, en la forma de trabajar, impactando en mayor o menor medida en todos los sectores. En este sentido, la digitalización ha supuesto un aliado a las restricciones de movilidad, de presencialidad y de proximidad de las personas.
El sector de la formación no ha sido ajeno a estos cambios, y las instituciones que tenían un modelo más tradicional se vieron obligadas a migrar a un formato digital para poder seguir desarrollando su actividad. ¿Pero se ha llevado a cabo una verdadera transformación digital, un cambio hacia un modelo de aprendizaje disruptivo?
La respuesta en numerosas ocasiones es clara: “Generalmente, donde antes había una pizarra, ahora, verás una pantalla digital, y tus compañeros habrán dejado de estar a tu lado sentados, para pasar a estar en línea conectados. Tu profesor —como mejor puede o sabe— continúa dando sus lecciones”.
Este cambio no supone el desarrollo de un nuevo modelo, de una nueva forma de hacer las cosas, de un modelo de aprendizaje acorde con las necesidades de los niños y jóvenes actuales. Nunca como ahora, había habido una brecha tan grande entre la forma de asimilar conocimiento de las nuevas generaciones, y la forma en que se les enseña en las instituciones educativas.
La tecnología ha dejado de ser una ventaja competitiva para convertirse en una commodity. Tener un campus virtual, utilizar sistemas de videoconferencia o asistentes virtuales, es un estándar necesario. Pero es que, en educación, lo importante no es el continente (la tecnología), lo importante es el contenido, y sobre todo la metodología de aprendizaje que se utiliza para que los alumnos asimilen dicho contenido.
¿Ustedes consideran que se presta más atención a un (vídeo) juego o a un adulto exponiendo temas en una clase monólogo? Por qué no usamos entonces los mecanismos que están hoy en día a nuestro alcance, para hacer que la asimilación de contenido sea más divertida, más real, similar al entorno diario en el que niños y adultos se relacionan.
Es importante no dejarse llevar por este falso espejo de “tecnologizar” aspectos del conocimiento, pues estaremos cayendo en el grave error de adaptar el medio y no la forma. Es fundamental incidir en el uso de metodologías activas y ágiles que hagan a nuestros estudiantes hacer (motivación) y ser (aptitud).
Porque no olvidemos que, del éxito o fracaso del avance y la transformación de nuestro sector educativo, depende en gran medida el futuro del desarrollo económico y social de nuestro país.
Sandra Valera y Mónica Guardado son responsable de ‘e-learning’ y Socia-Directora de Afi Escuela de Finanzas, respectivamente.
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