Un variopinto grupo de fondos y firmas de inversión, las dueñas de AstraZeneca
Entidades como BlackRock y Goldman Sachs son accionistas de la empresa anglosueca, cuya propiedad está muy atomizada
Muchas de sus fábricas están en Europa, como su sede, situada en Cambridge (Reino Unido), pero un vistazo a la identidad de los dueños de AstraZeneca, nacida en 1998 de la fusión de la sueca Astra y la británica Zeneca, lleva las miradas al otro lado del Atlántico. BlackRock, el mayor fondo de inversión del mundo, es uno de los principales accionistas, entre los que también está el banco de inversión estadounidense Goldman Sachs, Bank of America o el gigante Fidelity, que gestiona en torno a cinco billones de dólares en activos.
La propiedad del fabricante europeo de la vacuna contra el coronavirus está fuertemente atomizada. Nadie posee más de un 2%. El fondo de inversión californiano Primecap, con un 1,91% y Wellington, con sede en Boston y más de un billón de dólares bajo gestión, con un 1,85%, figuran como los mayores accionistas de una larga lista que abarca hasta 851 firmas. Primecap asegura tener una filosofía de inversión a largo plazo, basada en un horizonte de tres a cinco años, y dado que varias de sus compras las realizó en 2016 y 2017, cuando la empresa cotizaba prácticamente a la mitad de lo que lo hace hoy, sus inversiones le están reportando pingües beneficios.
La capitalización bursátil de la compañía ronda los 109.000 millones de euros. Y su consejero delegado es el francés Pascar Soriot, que llegó al cargo en 2012 procedente de la farmacéutica suiza Roche. Sustituyó en el puesto al estadounidense David Brennan, que salió de la compañía presionado por sus malos resultados. La gestión del nuevo mandatario está siendo sometida a un intenso escrutinio después de los continuos incumplimientos de sus compromisos de suministro de la vacuna a los países de la UE, a los que entregó 30 millones de dosis en el primer trimestre, un tercio de las 90 millones que contemplaba el contrato inicial, y un 25% menos de lo acordado en febrero.
La economía europea depende en gran parte del éxito de la campaña de vacunación, por lo que infringir lo pactado puede salirle caro a Soriot. Su compatriota, la ministra francesa de Industria, Agnes Pannier-Runacher, aseguró el mes pasado que Soriot estaba “en la cuerda floja” tras los repetidos retrasos en la entrega de viales. “Creo que es consciente de ello”, añadió la ministra sobre la posibilidad de que el choque entre AstraZeneca y la UE acabe costándole el puesto a su máximo ejecutivo.
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