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Florentino Pérez no tiene quien le suceda

El presidente de ACS recupera todo el poder en el grupo constructor tras dejar caer a su heredero Marcelino Fernández

Florentino Pérez (izquierda), junto a Marcelino Fernández Verdes.
Florentino Pérez (izquierda), junto a Marcelino Fernández Verdes.Pablo Monge

El 9 de marzo de 2014, Florentino Pérez anunciaba en el programa Salvados de La Sexta que ya tenía un sucesor para hacerse cargo de ACS. El presidente del grupo constructor confesaba al periodista Jordi Évole que no quería cumplir 70 años ―entonces tenía 67― con tanta carga de responsabilidad, y que la persona ideal para hacerse con los mandos de la empresa era Marcelino Fernández Verdes. Prefería dedicarse al Real Madrid, club del que lleva siendo presidente 17 años en dos etapas y, sobre todo, a la Fundación ACS.

Siete años después, y recién cumplidos los 74, el fundador de ACS vuelve a la casilla de salida y asume todo el poder en el grupo constructor, tras dejar caer a su heredero, Marcelino Fernández, que anunció este miércoles que dejaba el cargo como consejero delegado de la firma y abandonaba también el consejo. Lo hacía “por voluntad propia”, según el comunicado oficial, aunque esa expresión suele significar justamente lo contrario en la mayor parte de las renuncias de los altos ejecutivos.

También en esta ocasión la despedida se parece más a un cese encubierto. Pérez no ha podido perdonar al que era su mano derecha hasta hace poco la responsabilidad en las fuertes pérdidas ocasionadas por las inversiones realizadas en Oriente Próximo a través de la filial australiana Cimic, de la que Fernández Verdes era presidente. La participación a través de Cimic en un 45% en BIC Contracting, la sociedad mediante la cual se llevaron a cabo estas inversiones, dejó un agujero de 1.000 millones de euros, que han obligado a la constructora a realizar una provisión de 400 millones en sus cuentas de 2020.

Los malos negocios de la australiana Cimic

La tormenta se veía venir cuando en noviembre pasado Fernández Verdes cedía la presidencia en Cimic después de ocho años a Juan Santamaría. Según la prensa australiana, había tratado de suavizar sus problemas financieros recurriendo al factoring (pidiendo el dinero adelantado a los bancos por cobros a corto plazo) y retrasando la contabilización de sus pérdidas en Oriente Próximo, donde Cimic terminaría cortando toda exposición en la región vendiendo el 45% de su participación en la empresa BIC Contracting a un grupo de Emiratos Árabes.

Con Verdes al frente, Cimic también fue muy agresiva en la licitación de proyectos, ofreciendo rebajas de precio importantes para proteger su mercado. A eso se añadió, quizá, la mala suerte de otros proyectos, como el de Gorgon LNG Jetty and Marine Structure ejecutado por CPB, una filial al 100% de Cimic, para la compañía Chevron en Australia. Esa obra llevaba años de tiras y aflojas y estaba en manos de un tribunal arbitral. La disputa se centraba en que ACS incluía dentro de sus activos contratos por cobrar de 694 millones por la construcción para Chevron de una estructura para gas natural licuado. El fallo arbitral, conocido a finales de febrero, le dio la razón a Chevron, y condujo a la filial de ACS a descontar de su balance esos 694 millones de euros, un apunte “meramente contable” que no impactó en su caja, pero que dio al traste con la histórica reclamación.

“Si por la gestión de Fernández Verdes, ACS se come el beneficio de uno o dos ejercicios, lo normal es que termine apartándolo, porque por mucho que confíe en él, su gestión va a repercutir en el accionista”, deslizaba un analista tras la presentación de resultados. Banco Sabadell, en su último informe, hablaba de un impacto global en la caja de ACS de 844 millones por las pérdidas del negocio de Cimic en Oriente Próximo.

Un fiel escudero

En la rueda de prensa de resultados el pasado 26 de febrero, Pérez se cuidó mucho de escenificar la distancia que le separaba ya de su hasta hace poco delfín, no dejándole apenas intervenir, cuando en presentaciones anteriores Marcelino Fernández se llevaba todo el protagonismo. Atrás quedaban más de dos décadas de trabajar codo con codo para crear la primera constructora española, y de bregar con negociaciones tan difíciles (y turbias) como el acuerdo con Atlantia para hacerse con Abertis. Es sabido que Fernández Verdes desconfiaba del consejero delegado de Atlantia, Giovanni Castelluci, hoy apartado del grupo italiano y tratando de eludir la cárcel por el derrumbe de un puente en Génova que causó la muerte a 43 personas el 15 de agosto de 2018. Pero Pérez le impuso a su lugarteniente que mantuviera las negociaciones hasta el final y este cumplió a rajatabla sus órdenes. En la foto del acuerdo el 2 de abril de 2018 estaban los tres protagonistas. Dos años después solo sobrevive en su puesto Florentino Pérez.

Todas las miradas apuntan ahora como sucesor a José María Castillo Lacabex, actual consejero delegado de Cobra y máximo responsable de la venta de esta filial de servicios industriales a la francesa Vinci por 4.900 millones de euros. Pero se antoja difícil aventurar un sustituto al omnipresente y casi siempre omnipotente Pérez. Es prácticamente el último empresario histórico del Ibex que permanece al frente de la empresa que fundó en 1997, tras el abandono de otros pesos pesados como Francisco González (BBVA), César Alierta (Telefónica), Isidro Fainé (Gas Natural y La Caixa) o su colega de sector Juan Miguel Villar Mir (OHL).

Buena sintonía con todos los gobiernos

Además de su longevidad empresarial, Pérez puede presumir de llevarse bien con todos los gobiernos, sean del color ideológico que sean. No en vano, fue capaz de firmar en 2001 con Alberto Ruiz-Gallardón, por entonces alcalde Madrid por el PP, la recalificación de terrenos de la Ciudad Deportiva del Real Madrid para alzar cuatro rascacielos, en la mayor operación inmobiliaria sobre terrenos de uso deportivo de Europa. No contento con ello, también selló en 2019 con la alcaldesa Manuela Carmena (Podemos y Más Madrid) el plan urbanístico para la remodelación del estadio Santiago Bernabéu, proyecto que se les había resistido a todos sus predecesores en la presidencia del Real Madrid y que incluso había sido echado para atrás por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM). Carmena rompió su promesa de no pisar el palco del Real Madrid y hasta los actuales líderes de Podemos prefieren eludirle en sus diatribas contra la patronal y dirigir sus ataques hacia otros empresarios como el máximo accionista de Inditex, Amancio Ortega.

Su buena sintonía con el universo político también le ha servido para afrontar operaciones de compraventa de empresas estratégicas como Unión Fenosa, con beneficios multimillonarios en apenas unos años. O a solventar asuntos espinosos como la indemnización por el almacén de gas Castor construido por ACS, que ha supuesto un desembolso para las arcas del Estado de 1.350 millones.

Florentino Pérez renovó a comienzos de 2019 como presidente de ACS por un periodo de cuatro años. Entonces, se aventuró que no cumpliría su mandato. Hoy está más cerca de cumplirlo y hasta de ampliarlo. La búsqueda de un sucesor se antoja tarea ardua, dada la capacidad de trabajo del empresario y sus pocas mañas para delegar en los acuerdos decisivos. Eso sí, la gratificación para el nuevo heredero que resulte elegido aunque no llegue a ocupar el trono de ACS está garantizada. Marcelino Fernández fue el ejecutivo español mejor pagado en 2018, tras embolsarse 20,46 millones de euros por sus distintos cargos en Hochtief, Cimic y la propia ACS. Florentino Pérez seguirá al frente de ACS. Y, por si fuera poco, acaba de convocar elecciones a la presidencia del Real Madrid, donde no parece tampoco tener rival. Puede que sea eterno.

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