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De caja andaluza a gigante nacional

Unicaja, que nació en 1991 tras la unión de las cajas de Ronda, Antequera, Málaga, Cádiz y Almería, será tras su fusión con Liberbank el quinto mayor banco español

Una mujer pasea ante la sede de Unicaja en Málaga.
Una mujer pasea ante la sede de Unicaja en Málaga.EFE

En el año 1891, el alcalde de Ronda (Málaga), Juan Antonio Pérez, estaba preocupado. La ciudad se hallaba estancada en una crisis económica y social y el regidor escribió una carta al filósofo Francisco Giner de los Ríos para pedirle consejo. El rondeño, uno de los creadores de la Institución Libre de Enseñanza, animaba en su respuesta a la creación del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Ronda, una de esas iniciativas, decía, “planteadas en pequeño con resultados muy grandes”. Probablemente jamás imaginó que la entidad financiera -que nació años después, en 1904, gracias a un capital inicial de 10.000 pesetas aportadas por la marquesa de Moctezuma, María Teresa Holgado- llegaría a ser la más importante de Andalucía y el pilar más resistente sobre el que se asentó Unicaja. Tampoco que ésta se convertiría, ya en el siglo XXI y con la fusión con Liberbank, en el quinto banco español con un volumen de activos superior a 109.000 millones de euros. Este miércoles Unicaja y Liberbank celebran sus respectivas juntas de accionistas para aprobar la unión. La operación, no obstante, aún deberá contar con el visto bueno de los supervisores.

La entidad, que mantendrá su nombre y su sede en Málaga, nació en 1991 con el firme objetivo de capitanear el sistema financiero andaluz. Lo hizo con la unión de cinco cajas andaluzas: las de Ronda, Málaga, Antequera, Almería y Cádiz. La más antigua es la gaditana, nacida en 1884. Su principal meta entonces era “acabar con la usura”, según explica el historiador David Molina en el libro Unicaja 125 años, publicado en 2009. En sus inicios, todas las cajas buscaban, especialmente, dar servicio a las clases más bajas de las poblaciones a través de su importante obra social, pero también servir de revulsivo a la economía. Las de Almería y Antequera destacaron por su labor tras la Guerra Civil. La malagueña, por ejemplo, participó en la creación de comedores sociales o en proyectos que sirvieron para levantar barriadas populares. Eran “creadoras no sólo de riqueza, sino impulsoras tanto de igualdad social como de prosperidad”, subraya Molina. Hoy la labor social sigue siendo relevante -aunque venida a menos- y, entre muchas iniciativas, mantiene su patrocinio a equipos profesionales de baloncesto (Málaga), voleibol (Almería) o atletismo (Jaén).

En la creación de Unicaja hubo ciertas reticencias iniciales y mucha maniobra política, pero el proceso sirvió para echar fuertes raíces. Sobre todo, gracias a Caja de Ronda, que ya entonces se había expandido y crecido. Estaba dirigida entonces por Braulio Medel, quien luego pasó a liderar Unicaja (lo haría durante 25 años, hasta 2016). “La integración fue un proceso largo, de dos años, pero lógico y fluido”, destaca Gumersindo Ruiz, que entonces era presidente de Caja Antequera y más tarde uno de los máximos responsables del grupo financiero de la entidad, que contaba con una gestora de fondos de inversión, una sociedad de valores y compañía de seguros. “Eso hizo despegar a Unicaja”, dice Ruiz, quien destaca que la unión también impulsó la informatización de la entidad con un nuevo sistema desarrollado por IBM. No demasiados años antes, los ingresos eran apuntados con bolígrafo azul y los reintegros con rojo, todo en papel.

Crecimiento cimentado en Andalucía

Ha sido en Andalucía donde Unicaja se ha hecho fuerte y cimentado su crecimiento en el resto de España. En 2004 ya contaba con 813 oficinas repartidas por una docena de provincias del país y representaciones en varios estados europeos. En 2010 se unió al equipo Caja Jaén y un año más tarde se convirtió en banco, sorteando la crisis inmobiliaria con cierta suficiencia, lo que le granjeó una imagen de confianza. “Que superara tan bien esos tiempos en un territorio como Andalucía con tanto ladrillo, dice mucho a su favor”, subraya Antonio Garrido, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Barcelona.

En cambio, el objetivo de crear una caja única andaluza siempre fracasó. Hubo tanteos para la unión con Cajasol, pero el escaso interés y la vieja rivalidad entre Málaga y Sevilla hicieron que la operación nunca se completase. La administración pública fomentó también el crecimiento de la mano de CajaGranada, que tampoco se concretó. La que más cerca estuvo fue Cajasur. Todo parecía hecho para la integración y el nacimiento de Unicajasur en una maniobra apoyada por la Junta de Andalucía y el Banco de España, que terminó interviniéndola tras la marcha atrás a última hora de la entidad cordobesa, finalmente adquirida por BBK. Tampoco funcionaron los acercamientos a Caja Castilla-La Mancha a petición del Banco de España. “No se trata únicamente de hacer fusiones, sino de hacerlas bien, con sentido estratégico, espíritu integrador y adaptadas a las exigencias de cada tiempo”, explicaba Braulio Medel en un artículo en los medios del Grupo Joly el pasado fin de semana.

Más allá de Caja Jaén, un gran paso fue el de 2013 con la absorción de Ceiss -banco surgido de la fusión de Caja España y Caja Duero- y que duplicó el tamaño de la entidad. En 2017, salió a bolsa. Y, ahora, con más de 1.100 oficinas por todo el país, va a dar un importante salto con su fusión con Liberbank. No ha sido un camino de rosas porque las negociaciones arrancaron en 2018 y, a pesar de haber llegado a un consenso poco después, las conversaciones se rompieron en mayo de 2019. No por demasiado tiempo: en octubre de 2020 ambas entidades admitían haber retomado los contactos para la fusión y se disparaban en bolsa. Finalmente, se espera que sus juntas de accionistas aprueben este miércoles el proyecto común de fusión, que se cerrará a lo largo del año para aupar a Unicaja como el quinto banco más potente de España y el único con sede en Andalucía.

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