Aluminio jienense multiusos

Se acaban de cumplir 110 años desde que Álvaro Figueroa, conde de Romanones (que fuera primer ministro de Alfonso XIII), y su hermano Gonzalo, conde de Mejorada del Campo, crearan en Linares (Jaén) la sociedad de San Gonzalo para la elaboración de objetos de aluminio, plomo y derivados. Desde entonces, la fábrica ha vivido numerosas vicisitudes y cambios de propiedad, pero en todo este tiempo no ha cesado en su producción. Durante la Guerra Civil, de aquí salieron las carcasas de las balas y otra munición para el Ministerio de Defensa, y años después también se hicieron los cospeles o formatos para la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre. Once décadas después, la hoy denominada Alucoat, que desde 2001 pertenece al Grupo Alibérico, es un referente europeo en el lacado de bobinas de aluminio de entre 20 y 500 micras de espesor.

“Nos hemos convertido en una empresa esencial porque suministramos a los sectores sanitario y farmacéutico y también a la alimentación y al transporte”, subraya Clemente González, presidente de Alibérico, un grupo familiar que emplea a más de 1.200 personas en 35 filiales ubicadas en siete países. La planta de Linares, que supone el 15% del volumen de negocio de Alibérico, es, junto con la de Sabiñánigo, la más antigua de la compañía.

Amor a primera vista

El idilio del empresario gallego Clemente González con la fábrica de San Gonzalo se remonta al año 1972, cuando llegó a Linares como ingeniero aeronáutico en prácticas con la antigua Empresa Nacional de Aluminio. Ya entonces quedó sorprendido por el potencial de este centro, aunque nunca llegó a imaginar que acabaría comprándolo tres décadas después, cuando la empresa pertenecía a la antigua SEPI. “Sufrimos mucho los primeros años porque las pérdidas duplicaban los costes laborales, pero nunca dudé de que podíamos enderezar el rumbo”, recuerda González. Y así fue, en 2020, y a pesar de la pandemia, Alucoat batió sus cifras de facturación, con 38 millones de euros con la producción de más de 8.000 toneladas de aluminio fino. De ella, un tercio se vende en España y los otros dos tercios se exportan a medio centenar de países.

El aluminio lacado que sale de la planta linarense llega a diario a hospitales y farmacias a través de viales para los inyectables, cierres de jarabes o en el embalaje de las marcas de antibióticos más reconocidas. En el sector de la alimentación, las principales empresas de fabricación de postres lácteos, como flanes, cuajadas y cremas de chocolate, utilizan los productos de Alucoat al valorar las altas propiedades anticorrosivas y antihumedad de sus envases. En el plano industrial, las bobinas de aluminio lacadas se usan para la construcción de centros sanitarios por sus revestimientos antibacterianos. Y también se pueden encontrar en el aislamiento térmico interior de cubiertas o la fabricación de conductos de ventilación, como es el caso del aire acondicionado del metro de Washington.

En el mismo complejo de Alucoat en Linares existe otra fábrica para la producción de nido de abeja de aluminio, un material con extraordinarias propiedades en cuanto a rigidez y ligereza, diseñado exclusivamente para productos de última generación, para uso en arquitectura, industria y transporte de masas.

Pero más allá del componente tecnológico, González resalta la valía de los recursos humanos: “Apostamos mucho por los territorios cuando sentimos la cercanía de las administraciones locales, aunque, a veces, estas no son conscientes de lo que tienen”. Una constante de la compañía son los acuerdos de colaboración con los institutos de FP y con la Universidad para la incorporación de jóvenes, primero en prácticas y más tarde a la plantilla de Alucoat. La empresa linarense cuenta con una plantilla de 73 trabajadores (el 94% de ellos con contrato fijo) y genera otra docena de empleos en empresas auxiliares de logística.

Alucoat es uno de los principales referentes de Alibérico. En otras fábricas se han producido los revestimientos para obras tan singulares como la torre Agbar de Barcelona o la torre Vela del BBVA de Madrid, y también en los autobuses eléctricos del grupo Irizar o en los trenes de alta velocidad Talgo. De igual modo, Alibérico pone su sello en los paneles antirruido, las señalizaciones de viales, los revestimientos de los túneles o también en las estaciones de servicio.