Terremotos personales sacuden el FMI y el BM
La economista jefa del Banco Mundial dimite en medio de la polémica por un informe mientras Georgieva despide a su ‘número dos’ para controlar más la gestión del Fondo
Unas cuantas cartas han sacudido en las dos últimas semanas las dos grandes instituciones multilaterales con sede en Washington: el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM). Dos de los correos estaban firmados por sus máximos dirigentes, y en ambos se anunciaba la marcha de algunos de sus pesos pesados. Todos estos ceses están rodeados de polémica.
Altos directivos del Banco Mundial bloquearon la publicación de un artículo que alertaba de que la ayuda al desarrollo que da el organismo va a las élites de los países
David Malpass, presidente del BM, anunciaba el 5 de febrero su pesar por decir adiós a Penny Goldberg, la primera mujer economista jefa de la institución tan solo un año y tres meses después de su llegada. En el segundo correo, del 7 de febrero, la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, afirmaba —sin demasiados rodeos— que había decidido prescindir del número dos del organismo, David Lipton. El Fondo también prescinde de su directora administrativa, Carla Grasso, tan solo unos días después de haber sino renovada.
La tormenta es más intensa en el Banco Mundial. El adiós de Goldberg ha coincidido con la aparición de un informe firmado por un investigador del propio organismo que relacionaba el flujo de ayuda internacional de esta organización con la salida de dinero a paraísos fiscales. La idea de que los fondos que el BM distribuye vayan a parar a las élites del país necesitado, y no a los supuestos receptores de las ayudas, es material explosivo para un organismo que se dedica precisamente a asistir a países en vías de desarrollo. Y más si lleva la firma de un economista de la casa. The Economist detallaba esta semana cómo la publicación de este artículo científico había sido bloqueado por altos cargos del Banco Mundial.
"¿Capturan las élites la ayuda al desarrollo? Documentamos que los desembolsos a países muy dependientes de la ayuda internacional coinciden con un importante aumento de los depósitos bancarios en centros financieros de baja fiscalidad conocidos por su secreto bancario y su gestión de la riqueza privada", escriben los investigadores Jorgen Juel Andersen (de la Escuela de Negocios de Noruega), Niels Johannesen (de la Universidad de Copenhague) y Bob Rijkers (del Banco Mundial) en un artículo fechado el pasado 13 de diciembre. La versión de este artículo disponible online especifica que se encuentra todavía pendiente de aprobación por parte del departamento de investigación del BM.
"El borrador del artículo Élites que capturan la ayuda internacional fue sometido a varias revisiones en las que se mejoró su resultado. El texto revisado aborda varios comentarios que surgieron durante el proceso de revisión", terció el BM en la polémica con un comunicado hecho público el martes.
Con Lipton, se va el hombre que llevó el día a día del Fondo durante nueve años
Goldberg no es la primera en abandonar el BM antes de tiempo. Su predecesor, Paul Romer, se quedó sin su puesto en enero de 2018 dos semanas después de admitir en una entrevista que el Chile presidido por la socialista Michelle Bachelet había sido castigado por motivos políticos en el índice del BM Doing Business. Romer dejó el organismo tan solo 15 meses después de su aterrizaje en Washington, un récord que ahora igual su sucesora.
"Ha sido una decisión difícil, pero siento que este es el momento adecuado para volver a mi trabajo en Yale", escribió Goldberg a sus compañeros en un email al que ha tenido acceso este periódico.
Pero más correos han sacudido estas semanas los despachos alrededor de la 19 de Washington DC, la calle que separa las sedes de los dos organismos. El 7 de febrero, solo dos días después del email de despedida de Goldberg, la jefa del FMI anunciaba a su plantilla la marcha de David Lipton. "He decidido hacer algunos cambios en el equipo que lidera el Fondo", escribió Georgieva a sus subordinados, sin ocultar que la marcha de Lipton era decisión suya.
A las pocas horas, el afectado envió otro correo en el que tampoco se andaba por las ramas, y reconocía irse sin otro proyecto profesional. Además de llevar nueve años como director adjunto gerente, este estadounidense que trabajó en la Administración Obama llevaba el día a día del organismo y era respetado por su conocimiento de la economía internacional. Para la anterior directora gerente, Christine Lagarde, más volcada en llevar el mensaje del Fondo —y su proyección propia— fuera del organismo, esto no pareció ser un problema. Pero Georgieva ha dejado claro que la reorganización es cosa suya y que quiere tener una interacción más directa con los directores de departamento. Ni ella estaba cómoda con Lipton, ni Lipton lo estaba con ella. Su marcha fue una sorpresa incluso para los más altos dirigentes del Fondo.
La duda ahora es qué equipo dirigirá el FMI. Lagarde se apoyó en su prestigioso economista jefe, Olivier Blanchard, y en Lipton. Ahora, los dos están fuera. En el puesto de Blanchard se sienta Gita Gopinath, una economista potente pero sin la influencia del francés. Y se especula con que el sustituto de Lipton —con una amplia carrera política, profesional y académica— sea el subsecretario interino del Tesoro Geoffrey Okamoto, un exconsultor de KPMG de 35 años sin gran experiencia en finanzas internacionales antes de haber sido fichado en 2017 por el equipo de Donald Trump.
De forma sorprendente, el presidente de EE UU no tocó a Lipton pese a su pasado en una Administración demócrata. Pero la reorganización impulsada por Georgieva es una oportunidad de oro para que Trump meta a uno de los suyos en la cúpula del FMI.
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