Inteligencia Artificial
España lleva mucho retraso en este campo y sin una política tecnológica bien diseñada la distancia con los países más avanzados seguirá aumentando
El nuevo Gobierno tiene pocos cambios en el equipo económico, salvo en el Ministerio de Empleo y Seguridad Social. Nadia Calviño mantendrá la Comisión Delegada de Asuntos Económicos que controla la agenda del Consejo de Ministros. La prioridad a corto plazo será aprobar el Presupuesto y superar el sudoku de conseguir los apoyos necesarios en el parlamento y cumplir con los compromisos de ajuste con Bruselas. La intensa desviación de déficit en 2019 y la debilidad del crecimiento de los ingresos públicos al inicio de 2020 aumentan la complejidad del mismo.
Pero lo más esperanzador del nuevo Gobierno es la incorporación de Carme Artigas en la secretaria de Estado de Digitalización y, a la que se añade explícitamente, de Inteligencia Artificial. Las dos grandes disrupciones tecnológicas de las últimas décadas han sido en energía, principalmente fotovoltaica, y en inteligencia artificial.
En fotovoltaica, España acumuló un enorme retraso durante los Gobiernos de Rajoy. Pero con más horas de sol que nuestros socios europeos, el mercado y la iniciativa privada se encargarán de su desarrollo, especialmente en autoconsumo. Mucho se tendría que equivocar el nuevo Gobierno para impedirlo.
Pero en inteligencia artificial España también lleva mucho retraso y sin una política tecnológica bien diseñada y decidida la distancia con los países más avanzados seguirá aumentando. En 1990 digitalizar todos los libros existentes en el mundo en discos duros habría costado 5.000 millones de dólares. Hoy cuesta menos de 3.000 dólares. Los dispositivos para gestionar un teraflop en la nube hace 30 años habrían costado 70.000 dólares y es lo que hace hoy una videoconsola estándar que cuesta 300 dólares.
La primera complejidad es la dificultad de definir la tendencia tecnológica dentro de cinco años, como la misma secretaria de Estado explicaba magistralmente en sus conferencias. Por lo tanto, es un gran acierto que la responsable para diseñar ese plan sea una experta en inteligencia artificial. Pero su mayor riesgo es su desconocimiento de cómo funciona la Administración y lo complejo que es cambiar las cosas.
La otra dificultad es que, con un ajuste de déficit pendiente, el plan de inteligencia artificial contará con escasos fondos públicos. Cuando los recursos son escasos hay que meter más inteligencia; artificial pero sobre todo humana y natural. El gobierno de Ximo Puig en la Comunidad Valenciana es un ejemplo. En el desastre de la Ciudad de Luz, donde el PP tiró 600 millones de euros a la basura durante la burbuja, creo el Distrito Digital. Ante la falta de recursos públicos involucró al sector privado. Andrés Pedreño, líder de Alicantec y fundador de 1 Millionbot empresa de chatbots e inteligencia artificial, ha sido determinante en el éxito del proyecto. Y Nuria Oliver, experta en inteligencia artificial con un perfil muy similar a la nueva secretaria de estado, lidera el plan de la Generalitat.
Es necesario mapear el resto de ecosistemas que ya existen en España, crear dinámicas colaborativas para conectarles, reforzarlos y que crezcan, atrayendo nómadas digitales europeos a generar empleo en España. Que la fuerza la acompañe.
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