El FMI advierte de que la pandemia aumenta la brecha entre regiones ricas y pobres de Europa
El organismo presidido por Georgieva alerta de que la recuperación pierde impulso en el cuarto trimestre por la segunda ola
Un puñado de regiones españolas y griegas lleva años copando la lista de las diez más golpeadas de la UE por el desempleo, con incorporaciones puntuales de territorios italianos y franceses de ultramar. El Fondo Monetario Internacional no tiene buenas noticias para ellas: cree que la pandemia hará crecer la brecha entre las regiones pobres y ricas, no solo dentro de la UE, sino dentro de un mismo país. “A pesar del apoyo político excepcional desplegado por las autoridades, las regiones europeas con un PIB per cápita más bajo y un desempeño económico discreto antes de la pandemia parecen estar más expuestas a los efectos de la crisis”, asegura este martes en un informe sobre la situación económica de la zona euro.
Los expertos del Fondo explican que las regiones más rezagadas cargan con una pesada maleta de problemas estructurales, a los que suman los específicos de la pandemia: se caracterizan por una dependencia “desproporcionadamente mayor” de sectores en los que el contacto social es habitual, como el turismo; disponen de menos ocupaciones donde es posible teletrabajar —lo cual puede marcar la diferencia para que una empresa siga funcionando y sus empleados recibiendo una nómina—; cuentan con un tejido productivo con más pymes —dotadas de menos músculo financiero para aguantar la crisis—, y suelen ser menos productivas.
Por eso, llama a los Estados a tener en cuenta la disparidad territorial desencadenada por el virus. “Se necesitarán políticas específicas para salvaguardar las regiones vulnerables, prestando especial atención a los jóvenes y desfavorecidos para evitar el aumento de la desigualdad”, insiste el informe correspondiente al artículo cuarto del FMI para la zona euro. La brecha es también entre Estados. Algunos se muestran más incapaces que otros a la hora de evitar que las distorsiones afecten a los más vulnerables. Mientras en España e Italia los que más ganan han resultado afectados en una proporción veinte puntos menor respecto a los que menos, en Alemania y Francia las diferencias son mínimas, del 5%, y el impacto ha sido mucho más homogéneo.
La entidad constata una triple desigualdad: geográfica, intergeneracional y de género. Señala que los jóvenes tienen más probabilidades de trabajar en sectores muy afectados en los que no es posible teletrabajar (como por ejemplo, el turismo), y su nivel de ingresos y riqueza está entre los más bajos. “Esta falta de amortiguadores, sin duda obstaculizará su capacidad para capear la crisis, especialmente si la recuperación se retrasa”, advierte. Esos desequilibrios están a veces interconectados. “Las mujeres, especialmente las de 25 años o menos, experimentaron una pérdida de empleo mayor a la de los hombres, pese a que varios indicadores de riesgo laboral sugieren que no eran más vulnerables antes de la crisis”.
El crecimiento pierde impulso
En un escenario volátil, que cambia prácticamente semana a semana, el FMI reconoce que sus perspectivas de octubre han podido quedar caducas. Y apunta a una recuperación más lenta por las restricciones derivadas de la segunda ola. “A menos que la dinámica de la pandemia cambie significativamente en los próximos meses, la actividad económica se recuperará más gradualmente”, augura.
Las previsiones se han convertido en un ejercicio arriesgado. En España, mientras los servicios de estudios y el Banco de España auguran una caída del PIB en su escenario central, el Gobierno sigue pensando que la actividad repuntará. En el caso de la zona euro, el consenso parece mayor: tanto el Banco Central Europeo como el FMI han detectado el retroceso en un entorno lastrado por las nuevas restricciones en Holanda, Bélgica o Alemania, el motor económico del continente. “Los indicadores de alta frecuencia sugieren que la recuperación económica ha perdido impulso en el cuarto trimestre”, señala el Fondo. Para apoyar su tesis cita la caída de los indicadores de movilidad, la debilidad de los de sentimiento económico y confianza del consumidor, y la entrada en negativo del índice PMI compuesto debido al deterioro del sector servicios. Ni la mejora de las ventas minoristas ni la expansión de la actividad industrial, que ha resistido mejor durante la crisis, podrá contener ese retroceso, según sus cálculos.
Como mayores riesgos, el FMI cita el resurgimiento de los contagios, posibles retrasos en la distribución de vacunas, nuevos brotes en socios comerciales clave que golpeen la demanda externa y socaven el crecimiento, y una crisis más prolongada que aumente los despidos y la quiebra de empresas, haga caer los precios de la vivienda, aumente las desigualdades y la pobreza y haga emerger el descontento social. En el terreno geopolítico cita un Brexit a las bravas, las tensiones comerciales con EE UU, la amenaza de la desglobalización, y posibles divergencias con China ante la amenaza de que sus ayudas públicas a empresas distorsionen el mercado. Algunos de esos riesgos están ahora más presentes que nunca. El documento se cerró el 15 de diciembre, antes de que se detectara la nueva cepa en Reino Unido y de que la negociación entre el Reino Unido y la UE superara los plazos acordados sin un acuerdo comercial sobre la mesa.
Como contrapeso, las prometedoras noticias sobre la vacuna, y el uso de los fondos europeos, que beneficiarán especialmente a los países del Este y el Sur de Europa, entre ellos España, contribuirán a acelerar la actividad siempre y cuando se utilicen para inversiones de alta calidad.
Los Gobiernos deben seguir gastando
Desde su último informe, la UE ha superado el veto de Polonia y Hungría a aprobar el fondo de recuperación, los Veintisiete han cerrado el pacto para reducir las emisiones contaminantes y el BCE ha reforzado su artillería. El FMI aplaude esos pasos, pero tiene varias peticiones: a Fráncfort le solicita que estudie la puesta en marcha de nuevos instrumentos si la inflación sigue por los suelos, como brindar apoyo directo a las empresas no financieras, y que considere objetivos más ambiciosos que ahora quedan fuera de su mandato, como el empleo y la estabilidad financiera. A los Gobiernos les demanda que sigan gastando y resistan las presiones para retirar los estímulos demasiado pronto “ya que se correría el riesgo de hacer descarrilar la incipiente recuperación”, y que si las perspectivas se deterioran pongan en marcha estímulos adicionales. Y a Bruselas le reclama que mantenga suspendida las reglas fiscales hasta que la recuperación sea firme.
Si sus predicciones se cumplen, ese momento todavía tendrá que esperar. A una caída del 8,3% del PIB este año en la zona euro le seguirán cinco años de crecimiento ininterrumpido y cada vez más moderado: del 5,2% en 2021, del 3,1% en 2022, del 2,2% en 2023, el 1,7% en 2024 y 1,4% en 2025, un aterrizaje suave donde la pandemia debe haber quedado como un mal recuerdo.
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