Ebro Foods tira su lastre
La venta de parte de sus divisiones de pasta en EE UU y Canadá responde a su renuncia a operar en mercados donde domina la marca barata del fabricante
“Uno tiene cariño por sus empresas, por sus marcas, pero nunca se pueden tener reparos a vender lo que no aporte valor o que no sea el núcleo del negocio; y si además tienes la suerte de acertar en invertir en sectores con futuro, pues tienes más posibilidades para lograr unos resultados favorables”. Esta es una de las reglas de Antonio Hernández Callejas, presidente y uno de los principales accionistas de Ebro Foods, para la construcción del mayor grupo agroalimentario de capital español. La ha seguido al pie de la letra en las últimas décadas hasta la reciente venta de parte de sus divisiones de pasta en Estados Unidos y Canadá, al desprenderse de las marcas ubicadas en el segmento bajo de los precios por su escasa aportación al grupo.
Fruto de esta filosofía fue su decidida apuesta desde el inicio por operar básicamente en los sectores del arroz y de la pasta. No le tembló el pulso en deshacer el grupo “heredado” y desprenderse de Azucarera con su venta a British Sugar, cuyo control se habían disputado años antes diferentes empresas. Una situación que se repitió en el caso de Puleva, con quien otros grupos lácteos como Pascual y Central Lechera manejaron su fusión y al final la colocó al mejor postor, a los franceses de Lactalis. Tampoco para vender su participación del 10% en el actual Deoleo, no escuchando las sugerencias sobre una posible fusión con la aceitera para formar el gran grupo agroalimentario español. Tanto en el caso de la leche como del azúcar, Hernández Callejas consideraba que eran sectores maduros y, sobre todo, que era imposible crear una compañía líder ante la existencia de grandes grupos mundiales. En el caso del aceite sí asumía la posibilidad de formar un líder mundial, pero le frenó la existencia de un mercado a degüello en el segmento de los bajos precios con escasa rentabilidad.
Por contra, respondiendo a su apuesta por la construcción de un gran conglomerado de arroces y pastas, el presidente de Ebro Foods desarrolló una progresiva carrera de compras en ambas actividades, comenzando por la española SOS, para seguir con empresas en Italia, Francia, Estados Unidos y el pasado año en Reino Unido con la adquisición de Tilda, en el sector de la pasta y en el segmento alto de calidad y precio, por más de 300 millones de euros. Fiel a su apuesta por operar en ese segmento, renunció en su día a presentar una oferta por Gallo al creer que no aportaba nuevos valores a su porfolio.
Hernández Callejas tampoco ha tenido dudas en desandar un camino y reconocer fallos de cálculo, como ocurrió con su apuesta con la división Alimentación Santé para el sector de los productos bio, donde en 2017 iniciaba el camino con la compra de la catalana Vegetalia, a la después sumaría otras como la francesa Celnat, líder en cereales ecológicos, y Satoki con una inversión que ya rondaba los 60 millones de euros. La dificultad para llegar a construir un grupo líder mundial en ese segmento de actividad y a unos precios razonables ante el peso de los grandes competidores le llevó el pasado año deshacer posiciones y vender la división a la sueca Midsona por una suma igual a la invertida.
En este tejer y destejer mirando la evolución y las perspectivas de cada empresa y el comportamiento de los productos en los mercados, en la revisión del portfolio del pasado año centró las miradas en el negocio de la pasta en Estados Unidos y Canadá, tras los cambios en la oferta y en la demanda en ambos países. “En el mercado norteamericano se ha producido un fuerte avance de la marca blanca de la gran distribución y de la marca barata de fabricante, lo que lleva consigo una guerra en la parte baja de los precios y, a la vez, fuertes desembolsos de grandes grupos en promoción. El grupo nunca ha estado interesado en jugar en esa división y esta situación nos ha impulsado a desprendernos de marcas con escaso valor añadido y seguir apostando por esos mercados con nuestras mejores marcas en valor y prestigio. En el último año, el ebitda cayó de 100 a solamente 40 millones de euros por ese cambio en los mercados y seguir en ese contexto no tenía sentido”, declara el presidente de Ebro.
En la estratega histórica del grupo de quitarse el lastre cuando no se ven claros los resultados, en el caso de Canadá se procedió a la venta a la italiana Barilla de su negocio de pasta seca Castelli y varias marcas más en ese segmento, así como la planta de Montreal por 105 millones de euros. En el caso de Estados Unidos, procedió igualmente a la venta de marcas de pasta seca y de tallarines y de las plantas en Fresno y Winchester por 204 millones de euros a American Italian Company. Sin embargo, en ambos mercados, Ebro Foods mantiene el negocio de la venta de pasta con las marcas de referencia en el segmento de calidad y precio: Tilda, Garofalo o Ronzoni.
Grandes inversiones
Hernández Callejas tiene clara su estrategia para los próximos dos años: “Vamos a seguir trabajando en la redefinición de nuevas ofertas en base a la innovación con la inversión de 60 millones de euros en la planta de Rinconada, en Sevilla, para productos de última generación, y la permanente puesta al día de las plantas del grupo, donde destinamos anualmente más de 150 millones”.
Tras la compra de Tilda por unos 300 millones, el presidente de Ebro no tiene en perspectiva acometer adquisiciones importantes en los próximos dos años, por lo que ha procedido a repartir un dividendo de 300 millones en este ejercicio, montante que coincide con los ingresos logrados con la venta de parte de las divisiones de pasta americanas.
“Los recursos son de los accionistas y, como no tenemos a la vista ninguna inversión importante, nos ha parecido lo más justo que vayan a dividendos de nuestros accionistas y más en estos momentos. Si a corto plazo surgiera una operación de compra muy interesante, pues para eso están los préstamos y más ahora que se pueden lograr en buenas condiciones”, asegura.
En los nueve primeros meses del año Ebro Foods ha logrado unos excelentes resultados fundamentalmente por dos razones íntimamente ligadas a la pandemia. La primera, por la fuerte demanda de pasta, arroz y legumbres en los hogares. En segundo lugar, por la escasa exposición de sus ventas a los canales de hostelería y sí a la gran distribución. En este contexto, las ventas en la división de arroces han crecido un 20,4% hasta 1.366 millones de euros y un incremento del ebitda en un 27% hasta los 177 millones. A su vez, el negocio de la pasta aumentó un 18% hasta 1.120 millones y el ebitda creció un 48,6% hasta 159 millones. Las previsiones del grupo en el ejercicio apuntan a unas ventas de unos 3.200 millones de euros y un endeudamiento de 900 millones.
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