La recesión en Argentina será la mayor entre los países del G20
La OCDE vaticina un derrumbe del 12,9% en 2020, superior al de España y el Reino Unido. México caerá 9,2% y Brasil un 6%
La crisis derivada de la pandemia se cebará con Argentina. El país sudamericano se dejará este año en el camino el 12,9% de su PIB, más que cualquier otro país del G20 —aunque seguido, a no mucha distancia, por España y el Reino Unido—, según las proyecciones publicadas este martes por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Las restricciones de la pandemia harán estragos sobre un escenario que ya apuntaba a números rojos en el primer trimestre, producto de dos años de recesión, una deuda externa en default y una inflación que sigue disparada. Las restricciones de la pandemia cerraron el círculo de un 2020 negro, incluso más que aquel 2002 de la crisis del corralito, cuando la actividad se hundió un 10,9%.
La recuperación, además, no será tan rápida como el resto de los países incluidos en el análisis de la OCDE: Argentina crecerá un 3,7% en 2021 y un 4,6% en 2022. A cierre de ese año, el PIB quedará a 3,5 puntos porcentuales del nivel precrisis. México y Brasil, las dos mayores economías latinoamericana, también caerán en 2020, pero ambas quedarán por debajo del doble dígito: se dejarán, respectivamente, un 9,2% y un 6%. Como Argentina, ambos países llegarán a 2022 sin haber recuperado los valores previos a la pandemia.
El capítulo de la OCDE sobre Argentina está cargado de advertencias. Reconoce el trabajo “oportuno y audaz” del Gobierno para asistir a empresas y trabajadores (con recursos públicos equivalentes al 1,5% del PIB) durante el cierre de la economía decretado a partir de marzo. Pero dice que la emisión monetaria para financiar el alto déficit fiscal producido por las ayudas aporta una presión adicional a la inflación, en estos momentos cercana al 40% interanual. “Los crecientes desequilibrios macroeconómicos (…) pesan sobre la demanda interna y limitan el ritmo de la recuperación, a pesar de una reestructuración exitosa de la deuda pública con acreedores privados. El empleo ha caído con fuerza. Y el financiamiento monetario del déficit presiona aún más la inflación y la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo” del peso, superior al 100% a mediados de octubre.
El día después de la pandemia pondrá en evidencia, anticipa el organismo, la fragilidad argentina. A la reapertura de la economía, que se ha iniciado con medidas de distanciamiento social, seguirá el fin de las ayudas de Estado, lo que provocará un aumento de “las quiebras y la pérdida de puestos de trabajo”. “Esto se sumará aún más al alto desempleo y debilitará la demanda interna. Las presiones inflacionarias se intensificarán una vez que se relajen los estrictos controles de precios y se recupere la demanda interna”, dice el informe.
Para revertir la caída y acelerar la recuperación, el organismo económico insta a establecer “una estrategia fiscal creíble a mediano plazo”, centrada en mejorar la eficiencia del gasto público —al tiempo que se reducen las exenciones tributarias regresivas y los regímenes especiales—, para “reducir los desequilibrios macroeconómicos”. Solo así, entiende la OCDE, Argentina podrá recuperar la confianza de los inversionistas y el acceso a los mercados de capital, a los que hoy tiene vedado el acceso, a la espera de un acuerdo con el FMI sobre el dinero que adeuda al organismo tras el rescate.
Recuperación lenta en México y Brasil
Más allá de Argentina, América Latina apunta a una recuperación desigual y mucho más tardía que la media mundial, que para finales de 2021 ya habrá superado el nivel de PIB precrisis. En la región hará falta, en el mejor de los casos, dos años más. Pese a algunas excepciones, la tónica general será la lentitud en el regreso a la vida de la economía: solo uno de los seis países analizados por la OCDE —Chile— volverá al nivel de actividad económica previo a la crisis antes de que termine 2022. Y lo hará por poco: en el tramo final del año tras perder el 6% de su PIB en 2020 y crecer un 4,2% y un 3% en los dos próximos ejercicios.
Colombia y, sobre todo, Costa Rica se quedarán cerca de restituir todo lo perdido tras la enorme dentellada de 2020. Pero no lo lograrán: la primera rebotará un 3,5% el año que viene y un 3,7% el próximo tras dejarse un 8,3% este año, el peor de toda su historia; la segunda crecerá un magro 2% en 2021 para acelerar un 3,8% en 2022. También quedarán lejos las dos mayores potencias económicas regionales, Brasil y México: el primero cerrará 2022 aún 1,5 puntos por debajo del nivel de actividad previo a la crisis —tras dejarse un 6% este año y recuperar solo un 2,6% y un 2,2%, respectivamente, en los dos siguientes— y el segundo quedará a casi tres puntos de esa cota, tras registrar un retroceso de un 9,2% en 2020 y recuperarse a un ritmo del 3,6% y el 3,4% los dos próximos ejercicios.
En el capítulo de observaciones y recomendaciones, el organismo con sede en París cree que Chile se beneficiará no solo del tirón del consumo de los hogares —gracias, dice, a la mejora del mercado de trabajo al calor de los subsidios públicos y las retiradas anticipadas de los fondos de pensiones, que añadirán un grado adicional de vigor al consumo—, sino al tirón de la demanda externa. Y llama a no descuidar la inversión pública, sobre todo en educación, políticas activas de empleo e infraestructuras, un eterno pendiente del país sudamericano. En el caso de Colombia —un país en el que casi la mitad de los empleados se desempeña sin un contrato de trabajo formal y, por tanto, sin acceso a los seguros sociales básicos—, los técnicos de la OCDE animan a su Gobierno a “fomentar” la formalización con “impuestos más bajos sobre el trabajo”.
De Brasil, la OCDE pone en valor la “fuerte” respuesta tanto fiscal como monetaria para hacer frente a una crisis sin precedentes y para evitar males mayores con programas de gasto social dirigidos a los colectivos más damnificados por la recesión. Pero advierte, sin embargo, de que la recuperación tardará tiempo en quedar completamente asentada y que “algunos trabajos podrían no regresar”, e insiste en la necesidad de reformas estructurales que mejoren la productividad, eterna asignatura pendiente no solo del gigante sudamericano sino de todo el bloque.
Más duro se muestra el organismo presidido por Ángel Gurría en su mención a México, uno de los países del mundo que ha puesto sobre la mesa una respuesta fiscal más tímida frente a la pandemia, la OCDE alerta del “aumento significativo de la pobreza, la desigualdad y la brecha de género” que está provocando la crisis sanitaria y económica. “Las políticas macroeconómicas deben fomentar la recuperación”, sentencia con rotundidad. “El espacio fiscal es limitado, pero la gravedad de la recesión justifica intensificar el apoyo a la política fiscal”, remarca. Es un mensaje que lleva repitiéndose meses en los análisis de los principales organismos internacionales, pero que no termina de encontrar acomodo en las políticas del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
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