La escasez de obra nueva amenaza la recuperación en la construcción
Los promotores asumen que este año se iniciará hasta un 40% menos de viviendas
La actividad de la construcción es una de las que mejor han reaccionado desde el final del estado de alarma, con un empleo que está ahora a niveles similares a los de antes de la pandemia. Pero en el horizonte también hay nubarrones. Los visados para edificar nuevas viviendas marchan mal y eso, avisa el sector, supone una amenaza para el empleo en un futuro próximo. Empresarios y sindicatos creen que aún hay tiempo para reaccionar; y apuntan a los planes europeos de recuperación como palanca para que la construcción sume puestos de trabajo en lugar de empezar a destruirlos.
Salvo en las dos semanas de máximo confinamiento a principios de abril, las obras en edificios de nueva planta fueron posibles durante todo el estado de alarma. Y con la desescalada, se sumaron las reformas y otras actuaciones en edificios habitados, lo que ha impulsado el empleo, tanto de trabajadores por cuenta ajena como autónomos.
En septiembre, la afiliación a la Seguridad Social en el sector alcanzó 1,25 millones de trabajadores, solo 2.404 menos que en el mismo mes de 2019. Los 861.647 afiliados en el régimen general suponían un 1% menos que 12 meses antes, pero los 389.438 autónomos fueron un 0,5% más. Y también ha ido mejor la evolución de los ERTE (despidos temporales) durante lo más duro de la pandemia. “Nueve de cada 10 trabajadores de la construcción se han reincorporado, frente a siete de cada 10 a nivel global”, detalla Paloma Vázquez, secretaria de Empleo de CC OO de Construcción y Servicios, citando cálculos del sindicato.
“La actividad de construcción tiene una inercia”, dice Michel Elizalde, consejero delegado de la constructora ACR, resumiendo la causa de las cifras positivas. Las obras de antes de la pandemia siguen en marcha hasta que se acaben y por eso el ejecutivo cree que “el efecto en el empleo no se va a notar en el corto plazo”. Pero añade: “Debería notarse algo, si se produce un recorte de la producción, en todo caso el año que viene”.
Inquietud por el futuro
Esta última puntualización es la que inquieta al sector. El empleo va bien, la actividad futura no tanto. “Hay muchos indicadores, como el Barómetro del Observatorio de Hipotecas, el consumo de cemento o el informe del Observatorio Industrial de la Construcción para valorar el estado de salud de nuestro sector. Todos revelan un descenso moderado en el primer semestre del año”, señala Alfredo Sanz, presidente del Consejo General de la Arquitectura Técnica.
Entre todas las estadísticas es precisamente la que sale de los arquitectos técnicos de España la más fiable para medir la evolución futura de la construcción. También la menos halagüeña: de enero a julio se visaron en España permisos para construir 46.513 viviendas nuevas. Es un 32,1% menos que en el mismo periodo de 2019, según los últimos datos publicados por el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana. En julio, tradicionalmente de los mejores meses del año, los 6.143 visados suponen una caída interanual del 48,7%.
“Nos preocupa mucho el descenso de inicio de obra”, valora sin paños calientes Daniel Cuervo, de la Asociación de Promotores Constructores de España (APCE). En línea con otras previsiones, el secretario general de la patronal puntualiza que a final de año “el ajuste puede ser del 35% o 40%”. “Esto significa que en 2019 se inició la construcción de 106.000 viviendas y este año serán unas 70.000”, añade.
En el otro puntal de la construcción, la obra pública, las sucesivas prórrogas presupuestarias han limitado la inversión y el coronavirus ha dado la puntilla. Según la Fundación Laboral de la Construcción, la licitación entre enero y agosto de este año ha sido de 8.263 millones, un 36,8% menos que en los ocho primeros meses de 2019.
“Es el sector privado el que está tirando”, constata Juan Carlos Barrero, secretario sectorial de Construcción de UGT-FICA, quien destaca que el empleo en el tajo se caracteriza por una “estacionalidad líquida”. Muchos contratos acaban con la obra en curso, pero “la realidad es que vuelves a encontrar empleo rápido”, describe. El problema llegará si las obras actuales se acaban sin reemplazo porque la construcción empezaría entonces a destruir empleos.
Ayudas europeas
“Probablemente la licitación de obra pública repunte con fuerza en el segundo semestre gracias a las condiciones favorables de la política monetaria y a la inyección de fondos europeos”, indica Borja García-Egotxeaga, consejero delegado de la promotora Neinor Homes. “Sin embargo, no esperamos una mejora significativa en el comienzo de obras de construcción residencial”.
García-Egotxeaga confía en que la ayuda europea traiga medidas “enfocadas a proyectos cada vez más sostenibles y avanzados tecnológicamente”. Coincide Elizalde, de ACR, en la necesidad de “poner en el mercado mayor número de viviendas, más asequibles y más sostenibles”, para lo que ve “tareas pendientes” como la industrialización del sector. Y remacha Cuervo, de la patronal, quien pide reenfocar las políticas de vivienda “considerando que puede generar mucho empleo y mucha recaudación a las Administraciones”.
Cuervo propone planes de accesibilidad para los jóvenes, lo que requeriría levantar más vivienda y dar avales para financiar su compra. Y apunta a otra de las posibilidades para atraer fondos europeos a la construcción: “La Administración está poniendo foco en la rehabilitación”. Esa es la principal apuesta de sindicatos y arquitectos técnicos. Estos destacan los beneficios no solo para la actividad del sector o el conjunto de la economía, sino también sobre el medioambiente por la mejora de la eficiencia energética.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.