El sector de las reformas celebra el desconfinamiento pero pide mayor concreción
El Gobierno permite las obras en edificios habitados cuando se garantice la separación con los vecinos
El Gobierno modificó este domingo la orden ministerial que regula las obras de construcción para permitir algunas reformas. Las nuevas reglas para la fase cero del desconfinamiento permiten las labores en edificios habitados si la zona de trabajos se puede acotar de manera que no haya tránsito de personas. Cuando la entrada de operarios y materiales deba hacerse por espacios comunes, habrá que adoptar “todas las medidas oportunas para evitar, durante el desarrollo de la jornada, el contacto con los vecinos del inmueble”. La flexibilización ha sido bien acogida por el sector y los agentes sociales, aunque demandan una mayor concreción en las normas y en el calendario futuro.
“La reanudación de las obras en edificios habitados no solo es conveniente, sino necesaria”, valora Alfredo Sanz, presidente del Consejo General de la Arquitectura Técnica (CGATE). “Desde el punto de vista de la recuperación económica, no cabe duda de que esto contribuirá a la ayuda de un sector que ha sufrido en primera persona los efectos más devastadores del parón: los autónomos”, añade Sanz, quien recuerda que todo debe realizarse siempre con “la utilización de los EPI [equipos de protección tales como mascarillas, guantes, etc.] adecuados y la necesaria sectorización de las áreas de trabajo”. Así lo recoge específicamente la norma aprobada por Sanidad, que señala la obligación de adoptar “las medidas de protección e higiene” establecidas por las autoridades frente a la epidemia.
La orden también habla de sectorizar la obra (el argot que se usa para referirse a aislar la zona impidiendo el acceso de personas ajenas), pero permite que los obreros entren por áreas comunes evitando el contacto con los habitantes del inmueble. También especifica que la entrada y salida de operarios y materiales debe hacerse a primera o última hora. Y que se puede acceder a zonas comunes para labores puntuales relacionadas con suministros (por ejemplo, cortar el agua). Para el CGATE, en este punto la normativa es ambigua porque no especifica las medidas para evitar ese contacto con los vecinos. Es decir, si basta con usar el ascensor individualmente o si, por ejemplo, habría que usar las escaleras salvo que se disponga de un ascensor exclusivo.
Enrique Fernández, asesor de Arquitectura del Colegio de Administradores de Fincas de Madrid (CAFMadrid), coincide en que “puede haber problemas de aplicación directa en las fincas y de difícil solución”. “Hay aspectos que son difíciles de cumplir y difíciles de controlar”, añade. Como ejemplo, pone la necesidad de habilitar un aseo para los obreros, máxime cuando se pide que no salgan de la zona de trabajos. También por la propia situación que viven las comunidades de vecinos, donde a falta de poder reunir a la junta de propietarios, deberían ser el presidente o un representante quienes pactasen con la empresa constructora las horas de inicio de jornada o de entrada de materiales y el procedimiento para el desescombro. “Ya hemos visto casos de empresas que han dicho que recibían materiales y entrarían los operarios de 9 a 13, lo que no es posible porque implicaría que ningún vecino pueda salir a zonas comunes en ese horario”, explica.
Microempresas y autónomos
Para Sebastián Molinero, secretario general de Andimac, la orden “deja espacio a ciertas ambigüedades o dudas”, aunque cree que facilita bastantes trabajos en locales comerciales o viviendas deshabitadas. En la patronal de fabricantes de cerámica y materiales de construcción valoran la medida como “un primer paso” e insisten que su máxima preocupación es ”tener claro el calendario de desescalada”. Molinero destaca que eso permitiría planificar mejor los trabajos y recuerda que el de las reformas es “un sector de microempresas y pymes”. “Cerrar a cal y canto, como ya se vio en marzo y se va a ver en abril, supone una destrucción de empleo enorme”, añade.
Según una encuesta reciente del CGATE, más de cuatro de cada diez obras que se realizan en España corresponden a empresas que cuentan con entre una y cinco personas. Lorenzo Amor, presidente de la Federación Nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos (ATA), destaca que pese a las nuevas reglas “hay muchas reformas que siguen encontrando dificultades y no van a poder trabajar”. Por eso reclama una mayor flexibilización conforme avance la desescalada de la epidemia: “No parece muy lógico que se pueda ir a realizar trabajos de peluquería a las viviendas y no se pueda ir a hacer una pequeña reforma. Siempre, atendiendo por supuesto, a las máximas medidas sanitarias", valora.
Juan Carlos Barrero, secretario sectorial de Construcción de UGT, cree que el nuevo paso es “bastante positivo”. “Había miles de personas en situaciones de despido temporal y seguramente algunos de esos ERTE (expedientes de regulación temporal de empleo) se podrán levantar”, indica. Para Barrero, la reactivación de esas pequeñas empresas tendrá también efecto tractor sobre el sector de fabricación de materiales de construcción. Pero insiste, como todos los consultados, en la importancia de las medidas de protección: “Los EPI son necesarios puesto que, en las pequeñas reformas, el ámbito de los trabajos implica que no siempre se pueda mantener la distancia de metro y medio o dos metros”, concluye.
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