Bares y tiendas tiemblan ante la llegada del otoño
Casi el 20% de los establecimientos de hostelería no reabrieron tras el confinamiento. Y en septiembre se esperan más cierres
El centro de Madrid, semidesierto, se parece poco estos días a las calles comerciales de una gran ciudad europea. Y no por estar en los últimos días de verano, sino por el golpe silencioso de la crisis del coronavirus que amenaza con dar un nuevo puñetazo este otoño. La capital no es una excepción y la imagen se repite en otras ciudades del país. Como Sevilla. “La recepcionista del hotel nos avisó de que estaban casi todos los bares cerrados. En pleno centro y solo hemos encontrado dos abiertos para cenar”, explica una clienta del Eurostars Sevilla Boutique, a solo 200 metros de La Giralda. Imposible de imaginar hace solo seis meses.
Los expertos se temen que la situación económica vaya a empeorar al final de año. Los rebrotes, la no recuperación del turismo, el retraso de la vuelta a las oficinas con el teletrabajo y la llegada del mal tiempo, que acabará con las terrazas, serán golpes a los que muchos negocios no podrán responder. “Hay cuatro variables que determinarán cómo acabará esto: la evolución de la pandemia; el cambio de hábitos por el que ahora se consume más en casa; cuántos afectados por ERTE acabarán sin empleo, y si se pierde el turismo de negocios”, resume Pedro Valdés, socio del área de consultoría de EY, uno de los autores del informe para la patronal Hostelería de España. Entonces, en abril, el estudio apuntaba a una pérdida del 40% de la facturación y la destrucción de unos 680.000 empleos del sector.
En Madrid, en la calle comercial de Preciados, la plaza del Callao y Gran Vía, pintan bastos. Abundan los carteles de locales disponibles. Persianas bajadas desde hace meses. Casas de cambio de divisas cerradas por la falta de turistas. Y solo parecen crecer las tiendas de compra de oro. Un mal presagio de una crisis que ha llegado muy rápido a pie de calle, a la economía real.
Abundan los locales libres. Persianas bajadas. Solo crecen las tiendas de oro
En las zonas más turísticas, los negocios sufren por la falta de viajeros y unos gastos fijos muy altos que no han conseguido renegociar. “Nuestro cliente principal es el turista y como no hay, la facturación se resiente. Las ventas se han reducido un 70%”, relata la encargada de una de las tiendas de calzado Camper en el centro de Madrid. “No sorprende que hayan cerrado negocios en la zona, sobre todo si no han conseguido rebajar el alquiler”, añade.
En la misma tesitura, o incluso peor, están los hosteleros. “Hemos perdido a los turistas. Ahora solo nos quedan los residentes, pero con eso no da”, reconoce Félix Malaquez, propietario del bar Preciados 38. En su caso, llega a otoño al límite, sin más colchón que soporte más pérdidas: “Lo veo muy difícil. He acumulado mucha deuda estos meses. Puede llegar el momento en el que haya que cerrar”.
Álvaro Bonastre, socio director de Foqus y uno de los responsables de otro estudio sobre el embate de la covid en la hostelería, pone negro sobre blanco el panorama hasta el 15 de agosto. “Casi dos de cada diez establecimientos de la hostelería en España no han vuelto a abrir, según la Federación española de empresas de distribución a hostelería y restauración”. Y las ventas, afirma, siguen sin recuperarse, con grandes caídas en Madrid y Baleares. “En septiembre prevemos más cierres de establecimientos que no van a poder ser rentables con la bajada de ventas que observamos”, opina Bonastre.
“Damos un 40% de menús. Doy por perdido incluso las cenas de navidad”, dice el propietario de un bar
Entre los pequeños comerciantes el precipicio también da vértigo. La Confederación Española de Comercio calcula que hasta un 20% no llegará a 2021. La travesía del desierto para el tejido productivo será larga. De hecho, un 62% de las empresas creen que la facturación no se recuperará, al menos, hasta 2022, según un estudio de KPMG y la CEOE.
Pese a la que está cayendo, en la mayoría de negocios tratan de ser optimistas e intentan el milagro cada día. Pero por ahora la moneda solo les sale cruz. “Los hoteles nos dicen que no hay muchas reservas, así que el final de año se espera muy difícil”, afirma David Alonso, encargado de una tienda de Salvador Bachiller en Gran Vía. Alrededor, el clima empresarial responde a esas perspectivas con decenas de locales cerrados. “La mayoría ni ha vuelto a abrir tras el confinamiento”, señala Alonso.
Menos capacidad de gasto
Tras las semanas de parón para contener la epidemia, hubo varios parachoques que amortiguaron el golpe de la depresión económica. Una especie de oasis que ya se ha desvanecido. Por ejemplo, después del confinamiento muchos salieron desesperados en busca de las terrazas de los bares. “Las tres primeras semanas tuvimos todo reservado, pero después se ha notado el bajón”, afirma Bea Santamaría, copropietaria del bar Santa Canela.
Eso en las zonas céntricas y residenciales, porque en los entornos de grandes empresas y edificios de oficinas el vacío aún sigue. Y amenaza con prolongarse este otoño por el teletrabajo. “Estamos dando un 40% de los menús que servíamos. Quiero ser positivo, pero la cosa está bastante mal. Doy por perdido incluso las cenas de navidad, que eran el momento más fuerte del año”, cuenta Jorge Chen, propietario de Tomaté el placer, un bar rodeado de empresas y oficinas que se ha quedado casi sin clientes.
Otro de los mecanismos que ha mantenido algo el consumo tras el estado de alarma han sido los ERTE. Todavía quedan unos 700.000 afectados y existe el riesgo de que parte de ellos acabe engordando las listas del paro. “Viene una crisis que todavía no se ha sentido en su totalidad. Muchos ERTE pasarán a ser ERE y eso se traducirá en menor consumo”, incide Valdés.
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