¿V, L o W?
El mayor riesgo sería si el Gobierno tuviera que decretar otro confinamiento forzoso y generalizado en España
España está inmersa en una segunda ola de la pandemia y la luz al final del túnel de la recuperación es otro tren que viene a arrollarnos. El mayor impacto sobre la economía fue el confinamiento completo de marzo, abril y mayo. La Agencia Tributaria publica mensualmente las ventas de las empresas que facturan más de seis millones de euros anuales, el mejor indicador disponible. Las ventas entre febrero y abril cayeron 33% y entre abril y junio crecieron un 28%. Esto contradice las previsiones en L. Pero en junio seguían siendo un 14% inferiores a febrero. Por eso para medir las recuperaciones conviene hacerlo en niveles y no en tasas.
Con la hipótesis de que las ventas de las empresas se mantuvieran constantes en julio, agosto y septiembre, en el tercer trimestre aumentarían un 13% respecto al trimestre anterior. Las tasas darían una falsa señal de recuperación, pero las empresas en septiembre seguirían vendiendo un 14% menos que en febrero. Darían pérdidas, tendrían que destruir empleo y no podrían hacer frente a sus deudas.
Los datos de afiliaciones y ERTE indicaron en julio que la recuperación continuó, aunque los vuelos en aeropuertos fue un 73% anual inferior. En agosto, el rebrote frenó en seco el turismo extranjero y la imagen de España como destino no seguro afectará negativamente en otoño. Seguramente la recuperación se ha frenado. Esto descarta una recuperación en V. ¿Cuál es el riesgo de una recaída y una W?
Los indicadores adelantados anticipan que la recuperación del comercio mundial, liderada por China, y de la industria europea y española continúa su curso. El Banco Central Europeo continúa con éxito su programa de compras, el euro se aprecia contra el dólar por la mayor confianza de los inversores internacionales, la prima de riesgo de la deuda pública española está en mínimos y la Bolsa española ha dejado de caer. Por lo tanto, el riesgo de una recaída por una perturbación exterior en este momento es reducida.
El mayor riesgo sería si el Gobierno tuviera que decretar otro confinamiento forzoso y generalizado en toda España. Ese escenario hoy también parece poco probable. Cataluña y Aragón han tenido un aumento de contagios muy intenso en agosto y han conseguido controlar la curva con medidas restrictivas pero sin llegar a cerrar todo su territorio. El sistema de salud ha podido atender a todos los enfermos, había UCI y respiradores para todos los casos graves y la tasa de mortalidad ha sido mínima. Si además se usase la aplicación de rastreo de manera obligatoria sería mucho más eficaz, se reducirían las muertes y el impacto económico.
El riesgo de recaída es bajo, pero la recuperación es desesperadamente lenta y los fondos europeos tardarán meses en llegar. Los parados y afectados por ERTE desde marzo cobrarán en octubre solo el 50% de su sueldo. Y la gente más vulnerable aún no ha empezado a cobrar el ingreso mínimo vital. La mejor medida económica sería una vacuna que parece que podría ser una realidad en 2021.
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