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La crisis del coronavirus
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Crédito y empleo

Atacar a la banca en esta crisis es como escupir con el viento en contra

José Carlos Díez
La oficina de empleo de Moratalaz, en Madrid.
La oficina de empleo de Moratalaz, en Madrid.VICTOR SAINZ

El paradigma antes de la pandemia era que la banca era un negocio que generaba beneficios millonarios y que había que ponerle un impuesto extraordinario para recuperar las ayudas públicas que se dieron al sector en la anterior crisis. Tras el tsunami del virus, ahora empezamos a ver los destrozos. Hay un millón de personas que han perdido su puesto de trabajo, eliminando el efecto estacional, y un millón en expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE). El consumo de agua en julio sigue muy por debajo del de julio del pasado año, lo cual anticipa que la recuperación será muy lenta.

Uno de cada tres hogares, según la encuesta de condiciones de vida, no tenía capacidad de afrontar imprevistos. Si han perdido el empleo y tenían créditos o hipotecas impagarán. La banca, con buen criterio, ha renegociado las condiciones de decenas de miles de familias con problemas durante la pandemia. Pero si su situación no mejora no podrán pagar, incluso aunque reciban el ingreso mínimo vital.

La situación financiera de las empresas antes del confinamiento era muy vulnerable, especialmente en el caso de las pymes y sobre todo de las micropymes de menos de 10 trabajadores, que son la inmensa mayoría. Los préstamos del Instituto de Crédito Oficial (ICO) les han aliviado la situación de liquidez. Pero cuando en abril del próximo año tengan que devolver el principal del crédito muchas no podrán pagarlo si sus ventas no mejoran. Especialmente dramática será la situación de buena parte del sector turístico, restauración, ocio y cultural.

Alemania, que gestionó mejor la pandemia y concedió ayudas como los ERTE, fue el país con menor caída del producto interior bruto en el segundo trimestre. España ha copiado el modelo alemán. El Gobierno de Angela Merkel ha dado ayudas masivas a sus empresas, incluidos sus bancos, para sostener el aparato productivo y evitar su cierre, que acabaría en el despido de todos sus trabajadores.

En España se está preparando un fondo de ayudas a sectores estratégicos similar al alemán. Pero el sector bancario sigue estigmatizado. El supervisor y el regulador bancario europeo acaban de confirmar que la solvencia de la banca española es superior a la de 2008, no así en el caso de la banca alemana. Si alguna entidad necesita capital serán instituciones europeas las que lo decidan, como sucedió con el Banco Popular.

Sería recomendable dejar de estigmatizar al sector en España, ya que para recuperar el empleo y reducir el impacto provocado por la pandemia es condición necesaria que evitemos una restricción del crédito. La banca, en esta ocasión, no es la causa de la crisis, sino víctima de ella. Igual que muchas familias y empresas. Las pérdidas en créditos al sector hotelero van a ser millonarias, pero nadie podía prever que la llegada de turistas caería el 100% durante cuatro meses, como ha sucedido.

La mayoría de entidades registrarán pérdidas, pero no necesitarán ayudas públicas. Bastaría con dejar de tomar decisiones que les aumenten los costes, lo que se traduciría en menos crédito. Atacar a la banca en esta crisis es como escupir con el viento en contra.

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