La posibilidad de una isla: el futuro económico de China descansa en Hainan
El Gobierno planea hacer del territorio un punto clave del comercio global y punta de lanza para avanzar en la apertura de su sistema
Agua cristalina, fina arena blanca, palmeras, muchas horas de sol. Hainan, la provincia china más meridional, una isla del tamaño de Bélgica a 30 kilómetros de distancia del continente, tiene todo lo que puede pedir a un paraíso tropical. Sus encantos no son un secreto: en 2019 recibió 83 millones de visitantes nacionales y extranjeros, pues nada representa el refugio ante la adversidad como una playa paradisiaca. Por eso, el Gobierno chino ha recurrido a ella. Ante un escenario internacional cada vez más hostil y sacudido por la pandemia, sus planes pasan por hacer de la isla un punto clave del comercio global.
Así lo desvelaron el mes pasado el Comité Central del Partido y el Consejo de Estado por medio de un documento conjunto que anunciaba la futura conversión de Hainan en un “puerto de libre comercio” (FTP, por sus siglas en inglés). La elección de este término evidencia una magnitud mayor que las “zonas de libre comercio” (FTZ) tradicionales, orientadas en gran medida hacia el tráfico de bienes. Este programa detalla, en cambio, una serie de facilidades normativas en todos los ámbitos –fiscalidad, inversión y propiedad extranjera, operaciones comerciales– con las que potenciar el tránsito de capital, datos y personas. Wang Yang, quien fuera viceprimer ministro hasta 2018 e impulsor del modelo de desarrollo de Cantón, se ha referido a él en un artículo de opinión como “la zona económica especial con el mayor grado de apertura del mundo”.
Según los tiempos adelantados por la Administración, el proyecto será una realidad a partir de 2025 y alcanzará su plenitud como “centro de gran influencia internacional” para 2035. Sin embargo, algunas medidas como la exención de aranceles a las importaciones o la mejora de las condiciones fiscales para empresas registradas y operativas en la isla “pueden implementarse en los próximos meses”, estimaba la consultora Trivium en su boletín. “Todavía no hay acción substancial sobre el terreno”, apunta por teléfono Xu Bin, profesor de Economía y decano adjunto de la escuela de negocios CEIBS. “No es un plan a corto plazo, sino a largo. Tiene el propósito de señalar que China seguirá abriéndose”.
El objetivo gubernamental consiste en que Hainan se convierta en la “vanguardia” de una mayor apertura de su modelo económico e integración en el mercado internacional. Este es un mensaje en el que el Partido incide a menudo y que el primer ministro Li Keqiang repitió durante su rueda de prensa al término de la reunión anual del órgano legislativo a finales de mayo. “Es imposible para cualquier país lograr éxitos con la puerta cerrada”, proclamó el mandatario. “China no se escabullirá de sus compromisos. Al contrario: seguiremos desarrollando nuestra cooperación con el resto del mundo”.
Este es un proceso, no obstante, que el régimen comunista aborda con cautela. “Durante la implementación del FTP de Hainan es normal que algunas industrias presenten ciertos riesgos”, exponía He Lifeng, director de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma, en un texto publicado en el Diario del Pueblo. Sobre el papel, este proyecto excede con mucho los atributos de otras zonas económicas especiales con las que China ha experimentado a lo largo de las últimas décadas. Los límites, en cualquier caso, son incuestionables. “No se pueden tolerar riesgos sistémicos”, concluía He. El texto oficial, además, establece que la isla seguirá rigiéndose de acuerdo a “valores socialistas”. Esto implica, por ejemplo, que a diferencia de Macao y Hong Kong, el juego continuará siendo ilegal.
Laboratorio de ideas
Hainan tiene tradición como laboratorio de ideas. El territorio formó parte de la provincia de Cantón hasta 1988, cuando Deng Xiaoping lo convirtió en la mayor zona económica especial del país. Pretendía de este modo replicar el éxito de Shenzhen, el pueblo de pescadores al otro lado de la frontera con Hong Kong transformado hoy en una metrópolis de 12 millones de habitantes, y servir como receta de prosperidad de cara a una futura incorporación de Taiwán. El modelo no fructificó: más que la riqueza, se multiplicaron los contrabandistas y especuladores, quienes contribuyeron a hinchar una burbuja inmobiliaria cuyo estallido en los años noventa supuso uno de los mayores reveses a la reforma diseñada por Deng. En la actualidad, los ingresos per cápita en la isla siguen siendo un 10% menores que la media nacional.
Fue precisamente durante la ceremonia en conmemoración del 30º aniversario del establecimiento de la zona económica especial, celebrada en abril de 2018, cuando Xi Jinping adelantó sus planes de elevar el estatus de Hainan al de FTP. El plan para convertir la isla en un centro mundial del comercio ha sido “diseñado, organizado y promovido personalmente por el secretario general”, remarcaba el documento oficial, el cual iba acompañado de unas palabras del líder en las que subrayaba que se trata de “una cuestión de gran importancia para el progreso de la reforma y la apertura de China en la nueva era”.
“Tiene el apoyo explícito de la cúpula del Partido, por lo que se trata de un proyecto importante”, razonaba la consultora Trivium. Otros expertos, en cambio, no lo tienen tan claro. Alicia García-Herrero, economista jefe para Asia del banco de inversión Natixis, opina que “la idea de utilizar Hainan como FTP es poco creíble, no tiene un puerto del tamaño de Shanghái o Shenzhen, por lo que creo que solo es una reacción a la terrible situación de los grandes centros turísticos”.
Muchas voces han interpretado este movimiento como una respuesta de China ante otros centros financieros globales como Hong Kong y Singapur, a los que Hainan aventaja tanto en tamaño como en habitantes. También como preparación ante las consecuencias que podría acarrear un hipotético decoupling o desconexión con Estados Unidos. La relación entre las dos potencias se encuentra en caída libre. Uno de los frentes más tensos es la situación de la excolonia británica. Después de que el Partido puenteara al legislativo local para imponer desde Pekín su Ley de Seguridad Nacional, la cual fue recibida por las fuerzas prodemocracia como un golpe fatal a los derechos y libertades del territorio; EE UU amenazó con retirar las ventajosas condiciones mercantiles que otorga a Hong Kong, derivadas de su reconocimiento como región cuasi-autónoma. Por este motivo, el anuncio de los planes oficiales para Hainan apenas una semana después se antoja una estocada de vuelta.
“China es considerada una amenazada por los países occidentales, en especial por EE UU, cuyos dirigentes temen que su poder económico se transforme en poder político y, en última instancia, en militar. Ni siquiera una victoria de Joe Biden [candidato demócrata a las elecciones presidenciales de 2020] va a cambiar eso”, anticipa Xu. “Debemos entender el FTP de Hainan dentro de esta gran perspectiva. China está preparándose para lidiar con un entorno internacional más hostil. Muchas otras medidas en marcha apuntan en la misma dirección. Por ejemplo, la veintena de áreas de libre comercio establecidas por todo el país, el impulso a los mercados financieros de Shanghái y Shenzhen o la internacionalización del yuan a través de Londres y Singapur”.
Xu señala una segunda tendencia. “A mi modo de ver, el mundo después del coronavirus estará marcado por el regionalismo más que por el multilateralismo. Esto quiere decir que los países formarán grupos, no necesaria pero sí mayoritariamente geográficos. China se desconectará de EE UU y, hasta cierto punto, de la Unión Europa y Japón para volcarse en una nueva y pujante área de integración asiática”. “Si miras el mapa, Hainan es el punto central”, concluye.
Esta posición geoestratégica permitiría conectar la industria manufacturera de Cantón con los mercados financieros de Hong Kong y Shenzhen, todos ellos núcleos urbanos que el gobierno pretende aunar en otro gran proyecto conocido como el Delta del río de la Perta. Esta tesis encuentra apoyo, además, en la creación de bases navales en islas artificiales del Mar de la China Meridional, así como en la tradición histórica de China como primera potencia asiática con el continente como espacio de influencia. Solo el tiempo hará de los planes realidad o fantasía. Hasta que ese día llegue, Hainan seguirá ofreciendo agua cristalina, fina arena blanca, palmeras y muchas horas de sol.
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