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Crisis del coronavirus
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La crisis como sinónimo de oportunidad

El proyecto de presupuestos de la Comisión puede sentar las bases para una política fiscal común

La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen habla con el presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli.
La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen habla con el presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli.Etienne Ansotte/European Commiss (Europa Press)

El proyecto presentado esta semana por la Comisión Europea para el presupuesto del período 2021-27, que retoma la reciente propuesta franco-alemana sobre el Fondo de Recuperación, tiene dos lecturas, y ambas son positivas. Una tiene que ver con la aportación de fondos comunes para ayudar a superar la crisis en la que ya estamos inmersos. Otra se relaciona con los cambios que se apuntan sobre el futuro de la política fiscal en la eurozona.

La Comisión propone un fondo de estímulo fiscal equivalente al 5,4% del PIB de la Unión Europea. Se ha criticado que puede no ser suficiente para afrontar la magnitud de la recesión este año, pero no es insignificante si tenemos en cuenta que complementa un paquete anterior relevante (fondo de empleo, préstamos al Mede, apoyo del BEI) y, no lo olvidemos, el soporte del BCE a través de un potente programa de compra de bonos que posiblemente se expanda en la reunión de junio. Todo ello complementa esfuerzos nacionales importantes, una vez que se han suspendido las reglas fiscales europeas, aunque los estímulos han sido desiguales dada la distinta capacidad fiscal; es el coste de no haber reducido la deuda pública en los años de crecimiento. En conjunto, la respuesta fiscal a esta crisis en Europa ha sido mayor, más rápida y más coordinada que en la pasada.

La segunda lectura es más interesante, pues la nueva iniciativa, aunque en teoría sea temporal, puede sentar las bases para una política fiscal común. La propuesta viene avalada por Francia, que siempre va a estar ahí cuando se requiera avanzar hacia un gobierno económico en Europa, y sobre todo por Alemania, cuyo respaldo político fue también clave para hacer creíble el “whatever it takes” de Mario Draghi en 2012. El apoyo se pone de manifiesto también en el fuerte componente redistributivo de la propuesta: Alemania aportaría una contribución neta de un 3,8% de su PIB; Francia, de un 2,2%.

El nuevo fondo se financiaría con emisiones de deuda directas de la UE, se devolverían con impuestos propios europeos o con mayores contribuciones al presupuesto comunitario, y estaría gestionado directamente por la Comisión Europea. Todo ello tiene implicaciones evidentes para varios elementos del debate siempre aplazado de una unión fiscal: un activo común europeo libre de riesgo, impuestos europeos y armonización de bases fiscales. Y, aunque no se menciona, una política fiscal contracíclica a nivel europeo.

Es posible que en la negociación que se inicia ahora la previsible oposición de los países “frugales” diluya algunas de las características del fondo. O quizá se compense con mayor condicionalidad para los proyectos, dado que serán controlados desde Bruselas. Lo que, con un buen diseño, no sería necesariamente negativo.

Miguel Jiménez, de BBVA Research

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