Falta una política industrial y tecnológica

En la cátedra Orfin de la Universidad de Alcalá hemos publicado un informe sobre el impacto de la covid-19. El PIB caerá un 13% este año, la tasa de paro, cuando finalicen los ERTE, subirá al 26%, el déficit público será del 14,5% del PIB y la deuda pública escalará hasta el 122%, su máximo histórico desde 1901. La crisis afectará especialmente al turismo y al sector del automóvil, los dos sectores que nos sacaron de la crisis de 2008. Por esta razón, esperamos tan solo un crecimiento del 3% en 2021.

El escenario está basado en las medidas de política económica aprobadas tanto en Europa como en España. ¿Cómo se podría aumentar el crecimiento de 2021? La economía española no resistiría otro confinamiento masivo. La clave para evitarlo es el uso de tecnología que permita la detección rápida de los nuevos contagios y rastree las personas que han estado en contacto. Con test se localiza a los contagiados y se les confina. Tres meses después de comenzar la pandemia seguimos sin plan.

Las medidas aprobadas han evitado el cierre de cientos de miles de empresas, pero solo los ERTE cuestan unos 6.000 millones al mes y no se podrán soportar mucho tiempo más. Por eso también hay que pasar a medidas selectivas para minimizar el impacto. El turismo está siendo la prioridad con buen criterio. Pero la covid-19 pasará, los hoteles y las playas continuarán y los turistas volverán. En el automóvil, Merkel, Macron y Conte ya han aprobado planes millonarios de apoyo al sector para ayudarle a ser competitivo en movilidad eléctrica con China. En España no solo no hay plan industrial de movilidad eléctrica, sino que amenazamos a las multinacionales con sanciones si cierran las fábricas y aprobamos un proyecto de ley del clima cuyo mensaje sigue siendo contra los coches de combustión que nosotros producimos. Una fábrica que cierra no volverá a abrir, la ciudad enfermará y pronto veremos chalecos amarillos en Madrid, como ha sucedido en Francia.

El plan de reconstrucción de Merkel y Macron que ha validado la Comisión Europea puede ser la solución. España, igual que consiguió Felipe González, debe ser el principal aliado de Alemania y Francia para conseguir que la mayor parte de esos fondos vengan a nuestro país. Debe presentar un plan ambicioso de política industrial y tecnológica para conseguirlo. Y eso requerirá la colaboración público-privada, especialmente para los fondos del Banco Europeo de Inversiones (BEI).

España se la juega en sus Presupuestos de 2021. Deberán incluir un plan de consolidación fiscal a medio plazo con medidas concretas y creíbles, principalmente en el sistema público de pensiones. Tras cuatro recesiones, nuestra tasa de paro volverá a superar el 20%, el único país del mundo en el que sucede. España necesita una regulación laboral del siglo XXI con flexiseguridad nórdica y no volver a las leyes fracasadas del pasado milenio.

Y sobre todo necesitamos que nuestros políticos salgan menos en la televisión y trabajen mucho más y mejor.

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