Las aerolíneas rechazan bajar la ocupación de los vuelos y avisan de que les puede llevar a la quiebra
Las compañías están a favor de medidas como la toma de temperatura o el pasaporte sanitario, pero avisan de que dejar asientos libres supondría subir un 50% los billetes o su quiebra
Frente a los escenarios distópicos que pintan algunos futurólogos, los vuelos tras el confinamiento serán muy similares a los de antes de la pandemia, pero con más incomodidad y muchas más esperas. Los viajeros deben acostumbrarse al uso obligatorio de mascarilla, la eliminación de servicios a bordo y medidas como los controles de temperatura o un pasaporte de inmunidad. Pero las aerolíneas se niegan en redondo a dejar asientos libres como piden algunos Gobiernos. Avisan de que la medida supondría la quiebra de la mayor parte de las compañías o subir los billetes un 50%. La UE intentará pactar el miércoles una norma común.
A la espera de que los Gobiernos y los reguladores pacten esa norma común europea, compañías como Iberia, American Airlines, Air France o Lufthansa ya han adelantado un protocolo de seguridad en los primeros vuelos de esta era pospandemia. De acuerdo a ese modelo, los viajeros tienen que acostumbrarse al uso obligatorio de mascarilla, la eliminación de la mayor parte de los servicios a bordo y la demora para cualquier trámite, tanto en el aeropuerto como en el avión, por la aplicación de medidas extra de higiene y distanciamiento social. Antes de embarcar, también se implantarán controles de temperatura o incluso se baraja la introducción del pasaporte sanitario de inmunidad para certificar que los pasajeros son inmunes a la enfermedad.
Unas medidas que están lejos de que los vuelos comerciales se conviertan en un claustrofóbico vuelo espacial como apuntan varios expertos. No habrá filas de asientos vacíos, ni capsulas de metacrilato para los pasajeros de primera clase ni mamparas separadoras entre filas de la clase turista, ni menos aún los diseños futuristas de los que se ha hablado como la disposición de las butacas mirando alternativamente enfrente y a atrás (en la disposición conocida como Jano en honor al dios grecolatino).
El miedo instintivo al contagio en un espacio cerrado choca con el mensaje que están lanzando machaconamente las aerolíneas de que el avión es el medio más seguro para viajar. Varios pasajeros de un vuelo de Iberia Express entre Madrid y Gran Canaria mostraban su airada protesta a través de las redes sociales por las condiciones en las que el pasado domingo efectuaron ese trayecto, alegando que el avión iba “casi lleno” y sin que pudiera mantenerse la distancia de seguridad entre pasajeros. La Guardia Civil ha presentado una denuncia. Iberia recordó que, por el momento, ninguna norma obliga a dejar asientos vacíos.
“El avión es probablemente una de las mejores formas de viajar en un mundo poscovid-19 porque el sistema de ventilación de las cabinas ya está diseñado para purificar el aire, que circula de arriba a abajo, no de adelante hacia atrás o de izquierda a derecha. Durante el vuelo, el aire de la cabina se recicla cada 2 o 3 minutos. Nuestros aviones están equipados con los mismos filtros que se utilizan en los hospitales”, señalaba el consejero delegado de Airbus, Guillaume Faury en una entrevista en EL PAÍS.
En la misma línea, la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), que agrupa a la mayor parte de las aerolíneas comerciales de todo el mundo, apunta que ese sistema de filtros, conocido como HEPA, limpia el aire del interior de la cabina capturando partículas que puedan contener el virus con una eficiencia del 99,97%, garantizando que el aire se mantenga limpio y estéril. Por eso, se opone completamente a cualquier solución que pase por dejar asientos vacíos. “La evidencia, aunque limitada, sugiere que el riesgo de transmisión del virus a bordo de un avión es bajo, incluso sin medidas especiales”, señala Alexandre de Juniac, director general del lobby aéreo.
La asociación calcula que obligar a mantener asientos vacíos como los de la fila central en los vuelos podría reducir la capacidad de pasaje a un 62%, cuando la industria requiere actualmente para ser rentable una ocupación del 77%. Los costes se dispararían y los precios de los billetes aéreos tendrían que subir entre un 43% y un 54% dependiendo de la región. Solo cuatro aerolíneas de una muestra de 122 serían capaces de sobrevivir si se aplica esa medida de distancia social, calcula IATA.
“Afortunadamente, las aerolíneas tienen experiencia y saben que ya existe un riesgo muy bajo de transmisión de virus a bordo. Cualquier forma de distanciamiento físico es innecesario, ineficaz y simplemente impracticable dado que se puede lograr el mismo resultado deseado usando máscaras faciales en un ambiente de cabina ya esterilizado”, señala Thomas Reynaert, director gerente de Aerolíneas para Europa (A4E).
“Hay mucha incertidumbre. Los vuelos se han interrumpido porque hay indicios de transmisión en los aviones. Sabemos que el virus se transmite por unas gotitas que se forman al toser, hablar o estornudar y que se desplazan hasta un metro. En una distancia menor de dos metros, la mascarilla ayuda. Además, en un avión la renovación del aire es limitada”, explica el doctor Joan Ramón Villalbí, de la junta directiva de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (Sespas), informa Antonio Maqueda.
La apuesta del sector para reducir el riesgo de contagio es el uso obligatorio de mascarillas por parte de los pasajeros y la tripulación, y el control de temperatura de pasajeros, trabajadores del aeropuerto y viajeros. Unos controles que, por ejemplo, ya ha implementado Air France desde el lunes en todos sus vuelos utilizando termómetros de infrarrojos sin contacto. A los clientes con una temperatura superior a 38 °C se les deniega el embarque y su reserva se le cambia gratuitamente para otra fecha.
“Los controles de temperatura, los test de la covid-19, que el pasajero esté provisto de la mascarilla a la que obliga la normativa, sin descartar otras medidas como el pasaporte de inmunidad, de tal modo que el pasajero que atraviese o supere dicho control pasaría a una zona estéril en el propio aeropuerto, son suficientes. Ello haría innecesario, por ejemplo, medidas como la supresión de asientos en el interior del avión”, insiste Javier Gándara, presidente de la Asociación de Líneas Aéreas (ALA).
Los máximos responsables de las aerolíneas españolas defendieron este lunes ante el Rey las medidas de higiene y prevención frente al coronavirus que las diversas compañías han puesto en marcha y se han mostrado convencidos de que con ellas se garantiza un viaje seguro en avión. Precisamente Javier Gándara, que es además director general de easyJet; Luis Gallego, presidente ejecutivo de Iberia, y Javier Hidalgo, consejero delegado de Air Europa, trasladaron por videoconferencia a Felipe VI su preocupación por el hecho de que el tráfico aéreo se haya reducido en un 95%, lo que ha obligado a dejar en tierra a la mayor parte de sus aviones y a pone en riesgo 900.000 empleos ante una caída de ingresos de alrededor de 15.000 millones de euros por la pérdida de casi 114 millones de pasajeros.
Otras medidas más drásticas como la que ha decidido el primer ministro británico de aplicar una cuarentena de 14 días para los pasajeros de los vuelos internacionales que lleguen al Reino Unido pueden ser mortales para la viabilidad de muchas aerolíneas. Willie Walsh, consejero delegado de IAG, grupo al que pertenece también Iberia, avisaba en el Parlamento británico de que es posible que ya se hayan agotado todas las vías de liquidez posibles para hacer frente a la quema de efectivo que ha supuesto la pandemia, y que los planes de cuarentena solo empeorarán aún más la situación.
España es partidaria de que haya una regulación europea común, similar a la que ahora existe para prevenir actos terroristas. Para ello, la Comisión Europea ha fijado una reunión el próximo miércoles, día 13 de mayo, para establecer un protocolo a nivel europeo que recoja las directrices sanitarias y de seguridad de los vuelos y defina las pruebas recomendables a aplicar a los pasajeros de barcos y aviones entre los países miembros.
Un protocolo europeo que se antoja difícil ya que unos países intentan pactar con otros bilateralmente. La ministra de Infraestructuras y Transportes italiana, Paola De Micheli, anunció este lunes que el Gobierno italiano está en contacto con España, Alemania y Francia para elaborar un protocolo de seguridad conjunto para permitir este verano los vuelos entre estos países “sin estar sometidos a cuarentena recíproca”. Se sigue así la iniciativa de París y Londres que han acordado un puente aéreo sin restricciones tras el acuerdo al que han llegado el presidente francés, Emmanuel Macron, y el primer ministro británico, Boris Johnson.
Condiciones para viajar con Iberia
Por su parte, Iberia está informando a los pasajeros que vayan a volar en los próximos días sobre la necesidad de llevar su mascarilla, a la que obliga el decreto del Gobierno en todos los medios de transporte públicos, y la obligación de usarla en el embarque y durante todo el vuelo. Sin ella no podrán viajar. Antes de volar, se han reordenado las filas de facturación, embarque y de todos los puntos de atención al cliente en aeropuertos, se han colocado mamparas en los mostradores de facturación y se está priorizando el embarque y desembarque por pasarela.
A bordo, se ha reforzado la limpieza de los aviones con un tratamiento especial en superficies, aseos y espacios de las tripulaciones. Para reducir el contacto, se ha suprimido la venta a bordo, así como la entrega de revistas y catálogos. En vuelos de menos de cuatro horas, se ha eliminado el servicio de comidas y se han retirado mantas y almohadas, y en los de largo recorrido, se utilizan materiales fungibles y todos los objetos reutilizables se higienizan después de cada uso.
Además, la aerolínea española ya ha comenzado con los test que, durante el mes de mayo, se realizarán a unos 2.500 empleados de aeropuertos, mantenimiento y tripulaciones. Y se continuará durante todo el año, a medida que se vaya incorporando el resto de la plantilla, cerca de 17.000 empleados.
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