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La OIT prevé una caída de horas equivalente a 300 millones de empleos esta primavera

El impacto económico del coronavirus afecta al 76% de trabajadores informales en todo el mundo

Manuel V. Gómez
Un hombre delante de una oficina de empleo en Madrid.
Un hombre delante de una oficina de empleo en Madrid.Marta Fernández Jara (Europa Press)

El golpe del coronavirus a la economía y al mercado laboral se agranda con cada nuevo informe y estudio que se conoce. La Organización Internacional del Trabajo ha publicado tres, y cada uno de ellos ha empeorado las previsiones del anterior. El último apunta a una caída en todo el mundo de las horas trabajadas del 10,5%. Eso equivale a 305 millones de empleos a tiempo completo con una semana de 48 horas, señala el organismo que dirige el británico Guy Ryder.

A comienzos de abril los números que adelantaba OIT eran malos, pero menos que los publicados este miércoles. Entonces hablaba de una caída de horas trabajadas del 7% en este trimestre, lo que equivalía a 195 millones de puestos de trabajo a tiempo completo si se tomaban semanas de 48 horas. La cuenta subía hasta 230 millones si se reduce la jornada a 40 horas semanales. Ahora todos estos cálculos se han incrementado hasta ese 10,5% y los 305 millones de empleos equivaldrían a 365 millones si la jornada fuera de 40 horas.

La organización dependiente de Naciones Unidas no detalla el impacto que prevé país a país, aunque sí lo hace por regiones continentales. Y siguiendo esa perspectiva, el mayor golpe lo espera en América, Europa y Asia Central. En la primera, cifra la contracción del empleo en un 12,4% y en la segunda, en el 11,8%.

“Esta es la foto es del último trimestre, de lo inmediato. En las últimas tres semanas la situación se ha deteriorado de forma notable. ¿Por qué? Las restricciones en vigor impiden a la gente trabajar. No permiten a las empresas funcionar normalmente. El día que se levanten estas restricciones, poco a poco, en España, en Francia o en Suiza, esta cifras pueden evolucionar de forma muy rápida”, apunta el director general de la OIT, Ryder, en conversación telefónica con EL PAÍS.

El antiguo sindicalista británico recuerda que el primer informe que emitió la organización sobre el impacto de la epidemia preveía un aumento del paro a final de este año de 25 millones de personas en todo el mundo. En los dos siguientes, la OIT se ha centrado más en fijar una “foto” de lo que está sucediendo en el presente más inmediato, este segundo trimestre de 2020.

Que esa contracción prevista en las horas de trabajo se transforme en un incremento del desempleo depende, según la OIT, de la evolución de la economía mundial en la segunda parte del año “y de la eficacia de las medidas políticas para preservar los empleos”. Con estas medidas, el organismo se refiere a mecanismos como los ERTE o la ayuda extraordinaria a los autónomos que en España y otros países han servido para suspender durante un tiempo el puesto de trabajo de decenas de millones de personas.

“La cuestión es saber si estas restricciones van a llevar a la destrucciones de empresas que son rentables en principio o si se va romper la relación entre el empresario y el trabajador”, explica Ryder. “Poco a poco estamos saliendo de la primera etapa [de lucha contra la pandemia] y pasamos a la segunda”, describe en relación a las medidas de desescalada que ahora anuncia Europa y ya avanzó Asia. “No estamos dando cuenta de la asimetría de la situación, y vemos que la salida es progresiva y compleja. Todo el debate es hasta qué punto tenemos que dar la prioridad a las cuestiones sanitarias y hasta dónde podemos estar motivados por los imperativos de la economía. Esto no es contradictorio. Proteger depende de la prioridad y eficacia de la sanidad. La prioridad es proteger la salud y la vida de la gente, responder al virus”, abunda.

Sin entrar en detalles de cómo deben ser las medidas de ayuda para esa segunda etapa, sí que repite dos argumentos reiterados por la OIT. El primero es “diálogo” entre Gobierno, sindicatos y empresarios. Con el segundo, pide que se tengan en cuenta las lecciones aprendidas en la salida de la Gran Recesión: “Lo importante es que no se apliquen rápidamente las recetas de austeridad de la crisis de 2008 y 2009. Si se hace, la salida será más lenta y difícil”.

El informe divulgado este miércoles también pone el acento en la economía informal y el impacto del coronavirus en estos trabajadores, los más desprotegidos. En todo el mundo, habría unos 2.000 millones de personas empleadas en la economía informal, y de ellos, el 76% habría sufrido de alguna manera el impacto de la covid-19. Para ellos, la caída de ingresos se estima en un 60%.

Para evitar que los más pobres sufran más en los países donde este tipo de empleo es muy abundante, Ryder pide solidaridad internacional y coordinación en los esfuerzos. “Necesitamos un esfuerzo internacional mucho más importante. El FMI y el Banco Mundial se han decidido por algunas ayudas, que no tengan que reembolsar sus deudas es algo. Pero falta un esfuerzo común, que no se ve en el G20”, lamenta.

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Sobre la firma

Manuel V. Gómez
Es corresponsal en Bruselas. Ha desarrollado casi toda su carrera en la sección de Economía de EL PAÍS, donde se ha encargado entre 2008 y 2021 de seguir el mercado laboral español, el sistema de pensiones y el diálogo social. Licenciado en Historia por la Universitat de València, en 2006 cursó el master de periodismo UAM/EL PAÍS.

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