La paz petrolera entre Rusia y Arabia Saudí también tiene un coste
El impacto del tijeretazo en los bombeos y la volatilidad del crudo causará un impacto en la economía de Moscú y Riad
Cuando dinamitó el acuerdo con la OPEP, liderada de facto por Arabia Saudí, para reducir la producción de crudo el pasado marzo, Rusia no anticipó el colapso que se avecinaba y los efectos en su economía. Ahora, tras el nuevo pacto por el que Riad y Moscú aceptan reducir sus bombeos en hasta 10 millones de barriles diarios, y al que han sumado a otros países, Rusia debe recortar su producción a 8,5 millones de barriles de petróleo por día, tras haber estado reportando 11,3 durante la guerra de precios con Arabia Saudí. Si lo cumple, sería su producción más baja desde 2004; algo que distintos analistas consideran un pequeño fracaso fruto de un error estratégico del presidente ruso, Vladímir Putin, que no supo anticipar los efectos añadidos globales de la pandemia de coronavirus.
El mayor recorte artificial en la oferta global de crudo supone que Rusia debe dejar de bombear más de 2,5 millones de barriles al día. Y las empresas de la industria rusa analizan ahora cómo abordarlo en un país en el que los ingresos por hidrocarburos representan más del 40% del presupuesto federal y casi la mitad del gasto total del Gobierno. De momento, el desplome en la demanda de crudo ha provocado ya la caída del rublo –ahora más o menos estable en unos 74 rublos por dólar y 80 rublos por euro, gracias a las ventas de divisas—. Y ello unido a la epidemia de la covid-19, que ha obligado a un buen número de regiones rusas a imponer medidas de confinamiento e hibernación económica que están teniendo ya altísimos costes en la economía, dejan al país euroasiático en una posición muy complicada.
Mientras, Arabia Saudí, que según el acuerdo también debe recortar sus bombeos hasta los 8,5 millones de barriles por día, afronta la inusitada volatilidad del crudo --su principal fuente de ingresos-- con instrumentos de recorte de gasto, endeudamiento y reservas de divisas. Antes de la saturación del mercado, por su guerra de precios con Rusia justo cuando la demanda mundial se hundía a causa de la pandemia, el crecimiento del reino ya era además renqueante.
“Esto no hay economía que lo aguante, pero Arabia Saudí se encuentra en mejor situación que otros, ya que su bajo nivel de deuda y sus reservas de divisas le dan margen de maniobra”, resume un observador.
En teoría, los 500.000 millones de dólares en que se estiman en las reservas saudíes le permitirían mantener el nivel de gasto actual durante dos años. No necesita llegar a ese extremo. El mayor exportador de petróleo anunció el mes pasado que una reducción del gasto público en un 5% y que estaba dispuesto a subir su techo de deuda del actual 30% hasta el 50%. Algunos analistas prevén que el recorte pueda alcanzar hasta el 15%. De hecho, algunos departamentos ya se les ha pedido que reduzcan gastos un 20%.
En Rusia, mientras tanto, están reescribiendo el presupuesto al hilo de esta nueva realidad y precios medios de unos 20 dólares por barril. Los analistas estiman que el país perderá alrededor de 165.000 millones de dólares en ingresos por exportaciones de hidrocarburos.
El nuevo acuerdo no ha traído la tranquilidad esperada al mercado ruso. El FMI ha pronosticado que la economía del país euroasiático podría contraerse un 5,5% este año. El Banco Central de Rusia advirtió el viernes que la caída puede ser de hasta un 6% en 2020. Un declive que sería mayor al de la crisis de 2014, pero todavía menor al de 2008. Además, el Banco Central adelantó que espera déficit en cuenta corriente durante dos años consecutivos. “Algo que nunca ha sucedido en la historia moderna de Rusia”, apunta Tatiana Evdokimova, economista jefe para Rusia del banco Nordea.
El impacto en la economía rusa es más que solo los ingresos de las ventas de petróleo y el impacto del tipo de cambio, remarca Anton Pokatovich, analista senior de BCS Premier. "Debido a las peculiaridades de la tecnología petrolera rusa, la implementación de este nivel de recortes puede derivar en pérdidas reales para la base de recursos de Rusia. Y eso conducirá a pérdidas directas para la industria petrolera rusa", describe el analista en una nota de investigación. El impacto podría afectar a la producción industrial total de Rusia para 2020 hasta en un 12%, estima. Esto agravaría el daño económico que Rusia enfrenta en otras partes de la economía.
“No hay necesidad de darle a esto un tinte apocalíptico”, comentó el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, el martes, tras el caos en los mercados cuando los contratos de futuros de EEUU se derrumbó a precios negativos. Antes había defendido el acuerdo: “No hay perdedores, solo hay ganadores”. El Gobierno ruso asegura que el Estado tiene suficientes recursos para amortiguar el golpe.
Moscú cuenta con un fondo de riqueza nacional de unos 170.000 millones de dólares, procedente de los ingresos del petróleo en los tiempos de bonanza (se ingresaba el excedente cuando el crudo superaba los 42 dólares el barril). Una cantidad que debía bastar para completar la brecha en su presupuesto durante unos ocho años. Esta semana, cuando la volatilidad de los precios de crudo continúa, el titular de Finanzas ruso, Anton Siluanov, reconoció que a ese ritmo, el fondo solo duraría hasta 2024. Otro argumento del Kremlin, que hasta ahora ha mantenido una política de ahorro severa y se ha negado a usar ese fondo para paliar el impacto del coronavirus.
Riad ha planteado un abordaje contrario. Ha dejado claro que sus planes no incluyen sacar dinero del fondo soberano, PIF. Al contrario, el PIF, valorado en 320.000 millones de dólares, está aprovechando la caída de los precios para hacer compras. En las últimas semanas ha adquirido participaciones en varios grupos petroleros (Shell, Total, Repsol, Equinor y Eni), el operador de cruceros Carnival y el club de fútbol Newcastle (pendiente de que la Liga inglesa apruebe la inversión).
Aunque la situación actual sí va a frenar, o al menos retrasar, muchos planes, en especial los megaproyectos de la Vision 2030 con los que el príncipe heredero saudí, Mohamed Bin Salmán, quiere modernizar la economía del país. Pero de momento, no se ha especificado dónde o cómo se va a repartir el recorte.
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