Makro pide poder abrir al público en general ante el cierre de bares y restaurantes

El impacto de la crisis del coronavirus fuerza a Makro a renunciar a su principal seña de identidad. La cadena de supermercados, exclusivamente dedicada a los minoristas (hostelería y pequeños negocios de alimentación), ha pedido a las autoridades competentes que temporalmente permitan que se convierta en un supermercado normal, donde pueda comprar cualquier cliente, ante el cierre de bares y restaurantes, su principal vía de ingresos, decretada por el Gobierno a mediados de marzo para contener la extensión de la pandemia.

En una nota, la cadena de establecimientos cash & carry, ha informado este martes de que “ha solicitado a las autoridades la posibilidad de abrir sus establecimientos al consumidor final, temporalmente y de manera excepcional”. Makro señala que toma la iniciativa para “ayudar a garantizar el abastecimiento y poner a disposición de la sociedad general sus espacios y su surtido de productos de alimentación”. No obstante, a continuación señala que sus 37 centros en España “se dedican principalmente a la venta a profesionales de la hostelería, sector que en estos momentos se ve gravemente afectado por el cierre de los establecimientos y el decreto del estado de alarma”. Añade que medidas de este tipo (permitir su apertura para el público en general) “ya ha sido aprobada y recibida con gran entusiasmo en países como Portugal, Austria o Países Bajos”.

La empresa enumera una serie de ventajas que podría conllevar su apertura al público, como sus grandes espacios, que ayudan a mantener la distancia de seguridad y los tiempos de espera para hacer la compra, y su surtido de productos de alimentación, que además tienen formatos grandes que pueden interesar a las familias que se encuentran confinadas y reducir sus salidas a la compra.

Peter Gries, director General de Makro España, destaca la adaptación de la cadena a este “tiempo sin precedentes” y la responsabilidad de la empresa de llevar a cabo “iniciativas que ayuden a la sociedad a mitigar el impacto de esta crisis”, como la apertura al público general de sus centros, que ayudaría a “garantizar el suministro y la seguridad de los ciudadanos”, al tiempo que ayudaría a pequeños agricultores y ganaderos a dar salida a sus producciones ante el cierre de los bares y restaurantes.

El cierre de estos espacios, decretado en muchas comunidades incluso antes de que el estado de alarma lo ordenase para todo el país, constituye un torpedo en la línea de flotación de Makro, que se dedica a abastecer a pequeños comerciantes y, sobre todo, a los propietarios de bares y restaurantes de productos frescos (carne, pescado, fruta y verdura) y envasados. Recientemente, había intensificado sus esfuerzos en este sector, iniciar un servicio de reparto a estos profesionales, sin que tuvieran que acudir a sus centros. Entre las compras clásicas de los hosteleros y el nuevo servicio de reparto, los bares, cafeterías y restaurantes constituyen tres cuartas partes de los ingresos de la empresa, que en 2019 facturó 1.256 millones de euros. En marzo, Makro presentó un ERTE para la mayor parte de sus trabajadores con suspensiones de contratos y reducciones de jornada y salario ante la reducción de sus horarios comerciales, pues unos centros pasaron a abrir solo por la mañana y el resto adelantó a las 18.30 el cierre por la tarde. Para los que vieran suspendido su contrato, anunció que complementaría el salario al 100% hasta el 20 de abril.

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