El año de los objetivos 20-20-20 llega repleto de incertidumbres

A lo largo de la década los responsables no se han dejado de poner objetivos para 2020. Por ejemplo, la UE se había propuesto que el 75% de la población de entre 20 y 64 años tuviera empleo en esa fecha; que el 3% del PIB se invirtiera en I+D; que, para luchar contra el cambio climático y facilitar la sostenibilidad energética, se redujera un 20% (o un 30% si se dieran las condiciones) las emisiones de gases de efecto invernadero y aumentar un 20% las energías renovables y un 20% la eficiencia energética (el 20-20-20), entre otros objetivos.

A todo eso hay que añadir las llamadas “iniciativas emblemáticas”, consistentes en actuaciones prioritarias para impulsar la innovación, la economía digital, el empleo, la juventud, la política industrial, la lucha contra la pobreza y el uso eficiente de los recursos. Es decir, se han quedado sin completar y obligan a planes para impulsar la economía. En el caso español se plantearon reformas en el sector financiero y el mercado laboral y planes integrales en disciplina fiscal y para mejorar la competitividad e impulsar el crecimiento.

Pues bien, alcanzado el año-objetivo 2020 se agolpan las incertidumbres tras no haber sido posible cumplir con todo, pese a los avances. Ni en banca, ni en la transición ecológica, ni en reivindicaciones sociales (pensiones), ni en fiscalidad, ni en industria, ni incluso en tecnología. No obstante, tranquilizadas las masas por las mejores perspectivas en la economía (Luis de Guindos dixit), toca plantear nuevas tareas para el próximo año-objetivo, el 2030.

El panorama mundial se presenta con una guerra comercial en vías de solución entre China y Estados Unidos, país que entra en año electoral con todo lo que eso repercute en las decisiones económicas. Estos dos países están enfrascados además en un pulso, en el que también está Europa, por el 5G, que entra en el año clave. También se abre una brecha importante en el sector del automóvil por la imparable marcha del vehículo eléctrico y que hace que viva una etapa de integraciones.

Aunque afecta principalmente a la industria alemana, también impacta sobre la española. Ello obliga al Gobierno a no descuidar las medidas para los próximos años en los que, como han reclamado los sindicatos, Administración y empresas deben impulsar la innovación en el tejido productivo. Para el Ejecutivo se presentan otras actuaciones pendientes como las reformas de las pensiones y la de la financiación autonómica. Ya se verá si entra a corregir las últimas reformas laborales y eleva el salario mínimo, como piden los sindicatos y rechazan los empresarios, y si introduce la tasa Google y el impuesto a las transacciones financieras. Sigue en el alero el sempiterno pacto de Estado en educación y formación.

Quedan pendientes reformas como las pensiones y la financiación autonómica

El sector financiero mantiene la expectativa sobre operaciones transfronterizas

Mientras tanto, en el sector financiero no ha dejado de hablarse de que se iban a producir fusiones transfronterizas entre grandes entidades de los diferentes países de la UE. Sin embargo, se da la circunstancia de que nadie se mueve. Ni siquiera se han encauzado las previstas dentro de un mismo país. Quizá ocurra porque el sector está a la expectativa de los cambios que se están produciendo por la transformación digital y los cambios de usos que les han hecho moverse hacia posiciones más sociales.

En España, en este caso, se ha hablado de operaciones en las que estarían involucradas entidades medianas procedentes de las antiguas cajas (Abanca, Unicaja, Liberbank, Ibercaja, Kutxabank) y bancos como Sabadell y Bankinter (Liberbank y Unicaja siguen con contactos). Caso aparte es Bankia, de mayoría estatal y sobre la que Podemos pide no reprivatizarlo, y el Popular, que acabó en manos del Santander cuando ya estaba en caída libre. Este banco es, junto al BBVA, de los llamados a protagonizar esas fusiones continentales. Quizá por eso el BCE ha pedido información a la Justicia española sobre la situación del BBVA en el caso Villarejo, algo que precisamente no es un buen inicio de negociaciones.

El cambio climático es otro frente que marca la actuación económica. Es necesario, como quedó patente en la reciente cumbre de Madrid, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Eso significa descarbonizar la economía y exige cambios estructurales en los hábitos de generación y consumo de los usuarios. Para lograrlo es necesario que los sectores consumidores (transporte, industria y edificación) se electrifiquen. Ahí juega un papel clave el sector eléctrico para integrar las energías renovables y conseguir el menor coste. En ese proceso, la digitalización resulta indispensable, ya que permite a los consumidores adecuarse a las nuevas posibilidades de usos, como el autoconsumo, la generación distribuida y la gestión de la demanda.

Una presa de película

La presa de Aldeadávila, propiedad de Iberdrola, se ha convertido en escenario de la sexta entrega de ‘Terminator’, ‘Destino Oscuro’. Esta instalación hidroeléctrica, en la que se rodearon también escenas de ‘Doctor Zhivago’ y ‘La cabina’, está enclavada en el cañón del tramo inferior de los Arribes del Duero, a su paso por la provincia de Salamanca, cuenta con 140 metros de alto por 250 de ancho y puede embalsar 115 hectómetros cúbicos en una superficie de 368 hectáreas, equivalente a casi 97 estadios como el Bernabéu.