¿Y si se pudiesen fabricar grandes barcos sin acero?
Cuatro firmas y organismos españoles participan en un consorcio internacional para sustituir el material del casco
Se anuncia como uno de los proyectos de investigación de mayor alcance financiado por la Comisión Europea, y sus promotores creen que es el germen para crear un nuevo mercado de construcción naval que mantenga la competitividad perdida de Europa. Se llama Fibreship y pretende superar el desafío técnico que significa sustituir el acero que se utiliza en la construcción naval convencional por materiales compuestos, polímeros reforzados con fibra, mucho más ligeros. Ahora mismo no se construyen barcos con estos materiales de más de 50 metros de eslora, explica Alfonso Jurado, coordinador del proyecto. "Queremos demostrar en la Organización Marítima Internacional (OMI, organismo de la ONU), a la Marina Mercante española y al resto de países, que es viable".
Trabajan en tres prototipos: un portacontenedores de 240 metros, un buque de transporte de pasajeros o mercancías rodadas de 230 metros y un oceanográfico de 85. "La reducción de peso es muy significativa, lo que al final implica un ahorro en combustible y emisiones". Además, cuanto menos pesa un barco, más capacidad de carga tiene hasta conseguir el mismo calado. "En cuanto al mantenimiento, no tiene problemas de corrosión, ni genera tanto ruido como el acero, lo que reduce la contaminación acústica marina que afecta a muchos mamíferos", subraya Jurado.
En el consorcio participan 18 empresas e instituciones de 11 países: la española TSI lo lidera junto al consorcio público catalán Cimne, la empresa Compass Ingeniería y Sistemas; el Instituto Español de Oceanografía, y el centro tecnológico Soermar.
Un paso desconocido
Julio García Espinosa, coordinador de ingeniería del proyecto, destaca que las posibilidades técnicas actuales permiten dar el salto a los materiales compuestos en la construcción de barcos de gran eslora, pero, como en cualquier descubrimiento, todavía quedan muchos aspectos que investigar para garantizar la seguridad a bordo. "Estamos trabajando en desarrollar las metodologías de diseño y construcción, y ese es el mayor desafío. Definir los pasos que quiera hacer en el futuro cualquier ingeniero, y que tengan en cuenta los costes". Ahí está el aspecto más delicado de todos: un barco de este tipo es mucho más caro. Porque más allá de la mejor flotabilidad, la piedra filosofal está en conseguir una fórmula que abarate la producción. "Lo que se plantea conceptualmente es un cambio de metodología en la producción en el astillero. Estamos compitiendo contra un material que tiene un problema grave, se oxida. El mantenimiento a la larga va a ser menor". El Fibreship será presentado en breve en la Organización Marítima Internacional.
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