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El sueño de los calvos da enormes réditos a una industria que florece en España

La industria de los microinjertos capilares despega en los últimos años con la apertura de numerosas clínicas

Cristiano Ronaldo, durante la inauguración de una de sus clínicas de transplante capilar en Madrid, el pasado 18 de marzo.
Cristiano Ronaldo, durante la inauguración de una de sus clínicas de transplante capilar en Madrid, el pasado 18 de marzo.Ofa / Zoj

Los españoles parecen cada vez más convencidos de que los microinjertos capilares (trasplante del pelo de la nuca a la zona frontal) dan buenos resultados y que lo de seguir calvos ya no es una condena sin remedio. Estas intervenciones, minoritarias hace poco, “se han multiplicado por tres en tres años” afirma la doctora Lourdes Moreno Carbonell, directora médica de Neo Injerto Capilar, con centros, en Zaragoza y Madrid. “Cuando abrimos la clínica, en el 2005 hacíamos 35 trasplantes al año, ahora 250”, dice. ¿Un caso excepcional? No. Más bien es la tónica dominante. En la Clínica Tufet, en Barcelona, su fundador, Jaime Tufet, vocal de la SEME (Sociedad Española de Medicina Estética) cuenta que “hacíamos dos trasplantes a la semana hace ocho años, y ahora dos diarios”. El interés por los microinjertos es tal que en Svenson, una empresa española, con 38 centros en España, acudieron a informarse el año pasado 30.000 personas. “Hemos doblado el número intervenciones en cuatro años”, apunta Emma Iglesias, directora médica de la empresa, presente también en Alemania, Suiza y Portugal.

Estamos ante un fenómeno de masas, imposible de vaticinar hace 10 años y que se ha disparado gracias a la mayor facilidad y comodidad de las intervenciones, sus buenos resultados, un boca a boca creciente, la fuerte bajada de los precios y la creciente competencia entre clínicas. “Cuando empecé hace 10 años había unas 10 empresas, ahora son más de 40”, explica Javier Pedraz, director médico de Insparya, la clínica en la que participa Cristiano Ronaldo que ha abierto sus puertas recientemente. Así que, aun cuando Estambul sea la meca mundial de los injertos capilares (con 400 centros), Madrid es la capital del sector en Europa. “Somos el segundo mercado del mundo en alopecia, con un 62% de hombres que la sufren” asegura Pedraz.

La primera razón de este boom es que el coste se ha abaratado mucho. Un grupo de nuevas clínicas, algunas low cost, muchas inauguradas entre el 2018 y 2019, están ofreciendo precios similares a los de Turquía. Y es que el éxito de este país por sus tarifas reducidas ha hecho que muchos españoles no estén dispuestos a pagar mucho más aquí. Además, reconoce Moreno Carbonell, la moda de ir a Estambul a hacer trasplantes “ha acabado por socializar y popularizar el tratamiento”. También los costes se han recortado. Equipos e instrumentales valen una fracción de lo que costaban hace 10 años, además de que la mayor parte de las clínicas han industrializado sus procesos.

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Pese a que, según recuerda Francisco Jiménez Acosta, vicepresidente de ISHRS (International Society of Hair Restoration Surgery), “la ley prescribe que estos trasplantes los haga un médico”, hay una presencia creciente de técnicos, algo que se debe a que los actuales trasplantes, realizados según el sistema FUE, son más fáciles que los de hace 10 años cuando imperaba el método FUSS. Este cambio de metodología permite que varias de las fases de la intervención puedan ser delegadas en no cirujanos. Así, mientras que en Estambul se ofrecen trasplantes por menos de 2.000 euros (con viaje y estancia), algunas clínicas low cost españolas tienen promociones de 2.500 euros. En este contexto, también las clínicas de más prestigio han tenido que bajar precios. Moreno Carbonell, de Neo Injerto, conocida como la “clínica de los famosos” reconoce que los han rebajado “a la tercera o cuarta parte”. En Insparya, los precios medios están entre los 4.000 a 6.000 euros, lo habitual entre las clínicas más reconocidas y lo habitual para un trasplante en una calvicie algo avanzada.

La realidad es que los precios dependen de la severidad de la alopecia y del número de unidades foliculares (cada una con 2,5 pelos) que hay que trasplantar para cubrir la zona despoblada. La mayoría de las clínicas trasplantan entre 2.500 y 3.500 folículos (6.000 a 8.000 cabellos). En calvicies más severas es necesario trasplantar más de 4.000, incluso 6.000 o 7.000. “En ese caso”, explica Dorian González, cirujano capilar de Planas, “se hace una segunda intervención, unos meses después, para no dañar la zona donante”, lo que acaba, en ese caso, doblando el precio. Cada folículo, en resumen, viene a costar, en las buenas clínicas, entre dos y tres euros. En Mediteknia el doctor Jiménez Acosta cobra por un microinjerto de 2.000 folículos unos 4.000 euros; en la Clínica Planas, entre 5.500 y 6.000 euros por el trasplante de 2.500 a 3.000 unidades; y en Neo Injerto cobran 5.000 euros por 3.500 folículos. Claro que hay opciones más baratas: Man Medical Institute ofrece un trasplante sin límite de folículos por 2.985 euros.

El auge anti calvicie se ha beneficiado también del avance de la técnica FUE (Follicular Unit Extraction), nacida hace 20 años pero que ha cogido velocidad en los últimos 10. Se trata de una técnica menos quirúrgica e invasiva que su antecesora, la FUSS (Follicular Unit Strip Surgery). Mientras que en esta última había que extraer una tira de pelo con 15 centímetros de largo, lo que obligaba a aplicar anestesia, coser los puntos y dejaba cicatrices y obligaba a un postoperatorio, con numerosos incidentes, en la FUE se extrae folículo a folículo: es indolora y no deja cicatrices. Además, pese a que resulta más laboriosa, y larga, la FUE se ha ganado a los pacientes porque es menos invasiva. Para el sector ha sido como un maná. “En la FUSS”, dice la doctora Mónica Rolando, directora de Unidad Médica Serrano (la clínica que cambió a José Bono), “se necesitaba formación quirúrgica y un equipo más grande”.

Otra explicación es que la gente ha empezado a ver resultados. Los que veían hace 15 no gustaban. A principio primaba la técnica del punch, que daba un resultado conocido como pelo de muñeca. Las técnicas han logrado tal nivel de perfección que “es imposible ver la diferencia entre el pelo nuevo y el natural”, según Moreno.

La gente se ha enterado de estos cambios por el boca a boca y los programas del corazón. Muchos famosos han ido a la tele a presentarse con su nuevo look. “Esto fue decisivo y generó efecto-imitación”, reconoce Tufet. “La gente vio cómo Rafa Nadal o muchos futbolistas cambiaban su aspecto, sin sufrir”. Los potenciales pacientes perdieron el miedo. La profusión de nuevas clínicas ha completado el círculo. Una de las que ha abierto este año, en marzo, ha sido la del futbolista Cristiano Ronaldo, Insparya, una empresa portuguesa que tiene el 80% del mercado vecino. La de Madrid se distribuye en varias plantas, tiene 18 quirófanos y aspira a realizar 18 trasplantes diarios.

También ha ayudado a su masificación el que la FUE sea una cirugía menor, lo que ha provocado que estén entrando más médicos estéticos que nunca. “Es una cirugía ambulatoria, que da pocas complicaciones y es muy rentable”, reconoce Jiménez Acosta. Es de prever, además, que la creciente apertura de nuevas clínicas siga presionando los precios de los trasplantes a la baja, lo que ha llevado a algunas asociaciones médicas a denunciar que algunos de estos centros adolecen de malas prácticas. “En varias de ellas están trasladando los métodos de Turquía y han perdido el criterio médico de elección de pacientes”, se queja Mónica Rolando. En algunas, a los pacientes no les recibe un médico sino asesores comerciales, que cobran a comisión y recomiendan el trasplante, incluso cuando no está indicado. Se trata de hacer caja”, dice Rolando.

En Planas, Dorian González, aclara que “cuando la alopecia es muy fuerte no hay siquiera zona donante para el microinjerto. Y si lo haces, sustituyes una calva por otra”. Dados estos problemas potenciales, se recomienda a los pacientes que, antes de firmar un trasplante, se informen y tengan en cuenta una serie de criterios entre los que destacarían, apunta Juan José Gómez, director de marketing de IMD. Instituto Médico Dermatológico (con 13 clínicas) “la experiencia real del cirujano, una buena relación calidad-precio y que se garantice tratamiento pre y postoperatorio y seguimiento de los pacientes en clínica”. De todos modos, los médicos consultados coinciden en que el sistema en España es bastante fiable. “No estamos teniendo incidencias importantes ni denuncias”, asegura Tufet, de la SEME. Y esto es solo el principio. España no es el único país en el que los microinjertos están creciendo. Según el IRSHS el 2016 se realizaron en el mundo 635.000 trasplantes de pelo, un 60% más que en 2014, con un coste total de 4.170 millones de dólares. En Europa y en España el recorrido es muy largo. “Hasta la fecha solo el 8% de los españoles con problemas de pelo han hecho un trasplante”, señala Moreno Carbonell.

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