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La OCDE estudiará cómo implantar la ‘mochila austriaca’ en España

El organismo elaborará simulaciones de cómo podría funcionar una cuenta en la que la empresa abona al trabajador una parte del despido por anticipado

El Ministerio de Economía ha pedido a la Comisión Europea que le asista con la implementación de la llamada mochila austriaca, una cuenta personal del trabajador en la que la empresa abonaría una parte del despido por adelantado. El asalariado podría llevarse este dinero a otro empleo, destinarlo a su jubilación o usarlo al ser despedido. Bruselas ha accedido a sufragar un estudio aprovechando un servicio que tiene para ayudar a desarrollar reformas estructurales. Y ha encargado el trabajo a la OCDE. El organismo con sede en París hará simulaciones que servirán a Economía para negociar el modelo final con los sindicatos, la patronal y el Ministerio de Trabajo. Se pretende que su implantación sea gradual y comience en 2020.

El secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Ángel Gurría, junto a la ministra de Economía, Nadia Calviño.
El secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Ángel Gurría, junto a la ministra de Economía, Nadia Calviño.CHRISTOPHE PETIT TESSON (EFE)

El Ministerio de Economía tiene muy claro que la mochila austriaca será una herramienta decisiva a la hora de mejorar el funcionamiento del mercado laboral español y paliar problemas como la temporalidad. Esta consiste en una cuenta en la que la empresa abona periódicamente una parte del despido por anticipado, de forma que se va acumulando una mochila con fondos que el trabajador puede llevarse a otro empleo y de la que también puede disponer en el supuesto de ser despedido, para formación o bien para guardarla hasta la jubilación.

Sin embargo, el diseño todavía tiene que consensuarse con la patronal, los sindicatos y el Ministerio de Trabajo, que pueden objetar dudas razonables al modelo. Para abordar las negociaciones sobre la base de datos, Economía pidió a la UE que le financie un estudio. Bajo el llamado Structural Reform Support Programme, Bruselas aceptó financiarlo y encomendó el trabajo de campo a la OCDE. Fuentes del Gobierno aclaran que se trata de una fase muy preliminar y que no solo se ha pedido financiar este estudio: también se harán con fondos europeos otros de sanidad, transición ecológica o big data.

El estudio sobre la mochila hará simulaciones de su funcionamiento a partir de datos de la Seguridad Social. Sobre todo para conocer cuál sería el impacto de la transición, cómo puede suavizarse y en qué forma puede afectar por colectivos. La intención es que alimente el proceso de decisión para que pueda entrar ya en vigor en 2020, según figura en el Plan Nacional de Reformas.

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La mochila opera en Austria desde enero de 2003, y consiste en una contribución mensual del empleador por valor del 1,53% del salario bruto del trabajador. Allí básicamente no existe ahora indemnización por despido, pues ha sido sustituida por este sistema. En España, con un despido de 20 días, costaría mucho reemplazarlo con esta fórmula, señalan los expertos. Así que, según explican fuentes de la Administración, cualquier modelo que se implantase sería mixto: una parte del despido se financiaría de forma directa por esta vía en una cuenta del trabajador; la otra se desembolsaría como un número de días igual que ahora. Economía no pretende con esto que se rebaje el coste del despido.

El sistema austriaco ha sido alabado de forma generalizada por los economistas. Incluso, ha llegado a estar entre las propuestas manejadas por los gobiernos de Zapatero y Rajoy, Ciudadanos o el PP de Casado. “Entre sus ventajas fomenta la movilidad laboral”, afirma José Ignacio Conde-Ruiz, profesor de la Complutense. En España, según los expertos, los asalariados tienden a permanecer en la empresa para no perder la indemnización acumulada. Sin embargo, eso se considera un freno a la productividad, ya que dificulta que las compañías fichen el talento existente en el mercado. De aplicarse el esquema austriaco, provocaría que haya mayor competencia por los empleados y, al final, una mejora de los salarios y las condiciones. Y sería muy positivo para la productividad de la economía, pues el trabajador se movería más, recogiendo todas esas experiencias y mejorando su rendimiento.

Dependiendo del diseño, la mochila también podría suponer un remedio para un mal que aqueja a la economía española: la excesiva temporalidad. Y esa es la intención que tiene Economía: al haberse contabilizado ya una parte del despido y solo tener que abonar una porción de los 20 días, entonces la empresa podría decidir quedarse con el temporal o el recién contratado, en lugar de con el indefinido antiguo. Ayudaría a romper con la dualidad y el empresario podría mantener al trabajador más productivo, y no simplemente al que le sale más caro despedir.

Por otra parte, “al haber provisionado el despido, las empresas tendrían un mayor colchón para afrontar una crisis”, apunta Conde-Ruiz. En Austria, si una empresa va mal los trabajadores empiezan a irse y facilitan el ajuste, descargando a la compañía del coste de esos despidos. En todo caso, cualquier sociedad en dificultades tendría ya desembolsado parte del recorte. Dicho esto, muchos analistas ven una ventaja en tener una mochila mixta en la que no se ha provisionado todo el despido como en principio sucedería en España: el empleador aún tendría que sufragar la cantidad restante si decidiese ajustar plantilla, lo que siempre impediría que se eche con la misma facilidad que cuando ya está todo pagado.

Además, la mochila podría articularse como una nueva fuente de ahorro y convertirse en un pilar más para el sistema de jubilación, recuerdan los expertos.

Los costes del cambio de modelo

En España, el problema de la mochila austriaca reside en la factura de transitar desde un sistema a otro. La patronal la rechaza porque considera que de golpe y porrazo le subirán los costes laborales, sobre todo cuando hay muchos empleados que no se despiden. Las empresas gastan una cifra total en despidos. Pero ahora tendrían que soportar por adelantado una parte de todos, los que se despide y los que no. “Por eso, para que esté bien diseñado el importe tiene que ser equivalente a lo que las empresas pagan al año en el agregado por coste de despido”, asegura Conde-Ruiz. Los sindicatos se opondrían porque piensan que se aprovecharía para recortar la indemnización. Las simulaciones de la OCDE servirán para abordar estas cuestiones. Todos estos inconvenientes se relativizan si se tiene en cuenta que en una economía moderna cada vez hay más rotación y, por lo tanto, será algo habitual que el trabajador tenga más empleos y no uno para toda la vida.

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Antonio Maqueda
Periodista de la sección de Economía. Graduado en Periodismo en la Universidad de Navarra y máster por la Universidad de Cardiff, ha trabajado en medios como Cádiz Información, New Statesman, The Independent, elEconomista y Vozpópuli.

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